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| Capítulo Narrado |

Había pasado el tiempo, el verano había seguido su curso como tenía que ser. Marla se sentía mejor con la presencia de Neville en su casa. También había vuelto a uno de sus antiguos pasatiempos, pintar loza de cerámica. Su amigo le había motivado a volver, ella había olvidado cuánto le gustaba hacerlo y para su sorpresa aún tenía esas habilidades intactas. Su padre le había motivado a colocarlas en el taller y se habían vendido bastante bien.

Neville había comenzado a ayudar desde el inicio en las labores domésticos. En ese momento había ayudado a Maxwell a ir al mercado que había a unas calles más allá de su hogar. Pintar le estaba sirviendo como una terapia y la hacía distraerse.

Sin percatarse se había puesto a tararear la canción que un día le había enseñado a Draco. Dejó de hacerlo a penas se percató, pero eso no era todo, de repente sintió un aleteo en la ventana y se fijó ella. Sintió que el corazón se le paralizaba y que sus músculos se tensaron. Era Orion, el fénix de Draco, de eso estaba segura, habían estado enviandose cartas demasiado tiempo como para equivocarse.

El ave aleteó en la ventana de su habitación y ella rápidamente fue hacia ella. Antes de que pudiera acariciarla o darle un poco de alimento voló. Como si tuviera órdenes de partir de inmediato. 

Las manos de la chica temblaron, sentía los nervios a flor de piel. Neville tenía razón, no le odiaba o si ese fuera el caso hubiera tirado la carta sin siquiera leerla, pero no fue así. Abrió el sobre y rápidamente sacó el pergamino que había en su interior.
La caligrafía de Draco estaba plasmada en él, apurada, casi ilegible pero igual de elegante que siempre.

El corazón estaba latiendo desbocado en su interior, ya que no pensó volver a saber de él, se apuró a leer ya que no quería que Neville y su padre llegaran y le interrumpieran.

«Sé que me odias, sé que no fue por causa ajena, fue por mi culpa, y jamás voy a perdonarme eso. Arruiné todo, arruiné lo nuestro, arruiné todo lo que podríamos haber sido. No sabes cuánto me odio por haber desaparecido, por haberte dejado de escribir, por haberte dejado con la incertidumbre de que hubieras hecho algo malo. Pero tranquila, no hiciste nada malo, fui yo quien lo echó a perder. No escribo para pedir tu perdón, sé que no lo merezco y que lo más probable es que jamás lo reciba, sé que te enteraste de lo que ahora soy, de en quién me convertí y también sé cuánto debes detestarme y te entiendo. Pero yo no he dejado de pensar en tí ni un maldito segundo de mi existencia. Aprendí a usar la Oclumancia a la perfección, no quiero que nadie sepa de tí. Jamás he dejado de quererte ni de estar enamorado de tí, tampoco vale mucho que lo diga ahora, pero necesito decírtelo. Pero iré a lo que es importante, descubrí algo demasiado complicado, no quiero ni puedo decírtelo en una carta, necesito que nos veamos. Por favor házmelo saber, es extremadamente necesario que lo sepas, debes estar a salvo. Si quieres que vaya a América iré, pero necesito decirte esto, si quieres que después desaparezca de tu vida para siempre lo haré. Más por favor contesta a esta carta.

No necesito firmar, sabes quien soy.

Lo siento, de verdad.»

Marla leyó la presente y no tuvo tiempo para reaccionar, las lágrimas iban a comenzar a salir cuando sintió en la planta baja el ruido de la puerta.

—Marlie, cariño ¡Hemos llegado!

La rubia se apuró a esconder el sobre entre los cajones de su armario, no quería que nadie se enterara de esto.

Ni siquiera Neville.

Sí, este sería el primer y último secreto que ella no le contaría.

Pero Draco había vuelto a escribir.

Y eso nadie más que ella podía saberlo.

Querida Traidora [Draco Malfoy] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora