3 El Descubrimiento

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La navidad se aproximaba, y la blanca nieve empezó a caer sobre Gnilwor a principios de diciembre, y por ello se suspenderían temporalmente algunos oficios de la granja; el huerto no podría producir más vegetales durante esa gélida temporada, pero afortunadamente, Katie había cosechado lo suficiente para seguir vendiendo hasta entonces. Para ella fue un alivio que sus padres no la descubrieran trabajando en el huerto, pues la promesa que le había hecho a Cindy todavía seguía en pie.

Cindy se sentía agradecida con la nieve, ya que eso la mantendría alejada del huerto y de Cloopy durante varias semanas. Sin embargo, Cindy tenía la necesidad de contarle a alguien lo que había pasado aquella noche que se quedó sola. Primero pensó en decírselo a su madre, pero eso implicaba tener que decirle que sus hermanas mintieron acerca de estar dormidas, y que solo esperaron a que ellos se fueran para luego irse ellas también. Además, Cindy recordó que si no le había dicho nada a nadie, era porque Katie prometió hacer sus tareas a cambio de su silencio, y ella ya había cumplido esa promesa, así que su madre por lo tanto quedó descartada, al igual que su padre. La única opción que le quedaba era Anna, pero ella era una chica muy...muy...mmm, no era del tipo de hermanas mayores que se detenían a escuchar los problemas de sus hermanitas. Así que ¿a quién más se lo podría contar? de pronto se le vino a la mente contárselo a Oscar. Cindy analizó las consecuencias que podría haber si le contaba algo, pero llegó a la conclusión de que con él no había ninguna.

Luego de almorzar, Cindy le dijo a su madre que iría a visitar a Oscar, y su madre le dio permiso, pero le dijo que regresara antes de las cinco, pues a esa hora iba a empezar el verdadero frío. Cindy se puso un abrigo de lana color amarillo y un gorro blanco, y a continuación salió de la casa. La nieve era tan gruesa que le fue imposible poder irse en su bicicleta, así que le tocó irse a pie.

Con cada paso que daba se le enterraban los pies en la nieve, ralentizando su caminar, por lo que llegó a la casa de Oscar casi en una hora. Cindy llamó a la puerta y Oscar la recibió. Iba vestido con un suéter café y botas que sin duda se veían calentitas.

—Hola, Cindy—la saludó Oscar—¿qué haces por aquí?

— ¿Están tus padres?— preguntó Cindy.

—Papá está en la estación y mamá está dormida, se siente mal ¿por qué?¿Quieres comprar algo de la tienda?—inquirió Oscar.

—No, no vengo a comprar, vengo a hablar contigo—dijo Cindy.

Oscar alzó las cejas.

—Oh, está bien. Entra—dijo él, señalando con la mano abierta hacia el interior de su casa

Cindy se quitó el gorro y Oscar le ofreció una tasa de chocolate caliente, la cual Cindy aceptó encantada. A continuación ambos fueron a la sala y se sentaron en el sofá.

—Muy bien, Cindy, ¿de qué me querías hablar? —preguntó Oscar.

Cindy tragó un sorbo de su chocolate caliente y se limpió los labios con la lengua.

—Por favor no pienses que estoy loca, solo escúchame y luego puedes decir lo que quieras, pero primero escúchame—suspiró—Necesito que sepas algo.

—De acuerdo, dime qué ocurre—dijo Oscar.

Cindy le contó detalladamente lo que había pasado esa noche, y con cada palabra, Oscar abría cada vez más sus ojos, producto del asombro. Al terminar la historia, Oscar no sabía qué responder, es más, ni siquiera sabía cómo reaccionar ante esa terrible historia... ¿o sí?

Oscar le ofreció a su amiga otra tasa de chocolate caliente para que se relajara y ella nuevamente aceptó. Cuando le entregó la tasa, Oscar empezó a caminar en círculos por toda la sala pensando en qué hacer o qué decirle. De pronto se detuvo y exhaló de una manera decidida, como si estuviera a punto de revelar o confesar algo.

CLOOPYWhere stories live. Discover now