8 La ultima advertencia

6 1 0
                                    


Finalmente ocurrió. El invierno llegó a su fin, y Cindy y Oscar volvieron a la escuela una semana después de la celebración del cumpleaños de Anna. Sin embargo, la mañana sucesora a ese día, Cindy se despertó muy temprano y bajó discretamente las escaleras para ir al granero a recoger el libro azul, el cual ella había dejado olvidado cuando salió corriendo a su encuentro amoroso con Oscar. Pero afortunadamente su misión fue un éxito, nadie la descubrió.

Cuando sonó la campana del receso, el primer día de clases, todos los niños salieron corriendo al jardín trasero de la escuela. En el camino, Cindy se detuvo frente al bebedero y mientras tomaba agua, sintió un dedo apoyándose en su hombro. Era Oscar. Cindy se apartó de golpe del bebedero y le dio un gran abrazo, pero al mismo tiempo trataba de disimular para que nadie sospechara nada.

—Cindy, espera, aquí no—dijo Oscar con voz divertida—Si la señorita Innych nos ve, nos matará.

—Oh, de acuerdo—dijo Cindy.

Los dos caminaron por el pasillo hacia el jardín trasero sin agarrarse de la mano y ocultando cualquier señal que pudiera delatarlos como pareja oficial. Pero en especial, tenían que mantener un perfil exageradamente bajo al estar frente a la señorita Innych, la maestra de ambos.

La señorita Innych era alta y muy, muy delgada, con cabello rubio y corto, nariz larga, voz aguda y, principalmente, era muy chismosa. Durante años, ella siempre había buscado la forma de acusar a Cindy y a Oscar con sus padres, porque desde la primera vez que vio a ambos, lo que le llamó la atención fue precisamente eso, que los vio a ambos juntos, siendo cada uno del género opuesto. Y con el paso de los años nunca llegó a verlos relacionarse con otros niños más que con ellos mismos, lo que la llevaba a suponer que tal vez ambos andaban de novios. Y su principal razón de querer acusarlos con sus padres, era únicamente porque ella era del tipo de señoras mayores a las que les encanta ver las reacciones de los demás al contarles algún escándalo. Sin embargo, durante todos esos años Cindy y Oscar no habían sido más que amigos, por lo que sus actos eran actos comunes entre amigos. Pero ahora que ya eran una pareja de trece años, ocultar todo rastro de que entre ellos había relación amorosa resultaría un poco más difícil.

Cindy y Oscar llegaron la puerta que daba al jardín trasero y ambos notaron que la señorita Innych estaba de pie en el umbral, haciendo de centinela vigilando todo el patio. Tendrían que pasar al lado de ella. Cindy y Oscar se sintieron algo incómodos mientras lo hacían, ya que mientras pasaban a su lado a la vez absorbían la intensidad con la que ella los miraba por el rabillo del ojo.

Cuando salieron al patio, hicieron un gran esfuerzo por no reírse, y a continuación ambos fueron a sentarse a una banca que estaba a un lado de la caja de arena de la escuela.

— ¿Sabes? Yo esperaba que para cuando regresáramos a la escuela ya habría averiguado el lugar adecuado para hacer la sesión, pero...

—Oscar—intervino Cindy con voz dulce—Ya deja de atormentarte con eso. Ahora sabemos que el lugar adecuado es mi granja, lo único que tenemos que saber es en qué parte precisamente hacer la sesión, y creo que eso ya puedes dejármelo a mí.

—No, Cindy, no puedo. No podría aunque quisiera—dijo Oscar—Tengo que darle fin a esa maldición. Debo hacerlo por ti.

—Ya has hecho mucho por mí, ahora yo estoy haciendo algo por ti, y es no involucrarte más en esto. Quién sabe si puede repercutir en ti.

—No lo hará—dijo Oscar, y entonces recordó algo importante—recuerda que los espíritus de las brujas no pueden salir de la granja. Así que estoy a salvo.

Cindy le sonrió pero por el rabillo de su ojo pudo captar que la señorita Innych los estaba observando.

—Disimula, Innych nos está viendo—dijo Cindy cabizbaja.

CLOOPYWhere stories live. Discover now