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Del pueblo a Madrid había media hora de distancia, pero la sensación emocional que te daba, era la de dos mundos aparte. Y los dos me gustaban. Cuando estaba en Madrid, me sentía libre; cuando estaba en el pueblo, me sentía en casa. Quizás por eso nunca se me ocurrió mudarme a Madrid o quizás a otra ciudad. Estando ahí lo tenía todo.

En el pueblo, el mes de octubre solía ser bastante lluvioso. De momento no habíamos tenido mucha lluvia, claro que no llevábamos ni una semanas metidos en aquél mes. Y quizás fuese por eso, por el inicio de un mes nuevo, pero me había estado sintiendo bastante bien. No estaba en el momento más feliz de mi vida, pero tampoco en el peor. No estaba agobiada ni me sentía ansiosa. Yaco estaba casi completamente recuperado de la operación, en el trabajo me iba bien, y en casa reinaba la armonía familiar de siempre.

No había tenido ningún tipo de contacto con Ana. Ni siquiera le respondí aquél mensaje felicitándome por mi cumpleaños. No fue por orgullo que no la respondí, fue por dignidad. Si Ana no quería tener algo conmigo, de nada me servía mensajearme con ella o fingir una amistad.

Ana nunca sería mi amiga.

Había sido el amor más épico de mi vida, y si no teníamos que volver a ser eso, no hacía falta que fuéramos nada. Esto no significa que no me sorprendiera a mi misma pensando en ella más de una vez, y más de dos también, durante el día.

Era viernes, y en una semana y un día, me esperaba un pequeño reto en cuanto a Ana se trataba: la fiesta de despedida de Alfred y Amaia. Muy raro sería que Ana no estuviera. Más raro sería aún, que si Ana iba, Mimi no asistiera como su acompañante. De hecho, estaba prácticamente segura de que las habían invitado a las dos. Así que llevaba un par de días mentalizándome de que las iba a ver. Y las iba a ver interactuar.

También había otra cosa en mi mente: el regalo. Hacerlo conjuntamente, entre todos los invitados, hubiese sido una buena opción, pero es que al final, había gente invitada que ni siquiera conocía; amistades del conservatorio, gente del mundillo de la música... En fin, personas que no había visto en mi vida. Y hacerlo en conjunto con alguien que conociera no era tan fácil, ya que dentro de Las Amigas, solo Nerea estaba invitada a la fiesta, y ella ya les hacía un regalo con Aitana. Me propusieron unirme a ellas, pero me pareció desubicado. Era mejor que les hiciera un regalo aparte.

El caso es que, como no me gustaba dejar las cosas para última hora, durante mi descanso para comer, decidí plantarme en una conocida tienda de música de Madrid que no quedaba lejos de la clínica de rehabilitación en la que trabajaba. Alfred había mencionado dicha tienda alguna vez, así que pensé que no podía ir mal encaminada si buscaba algo allí.

Empecé a dar tumbos por la tienda, sin tener muy claro lo que quería. Era una especie de bazar especializado en música. No tenían instrumentos, pero sí que tenían complementos para estos, libros con partituras, vinilos, álbumes de música vieja y música actual, auriculares curiosos, micrófonos para cantar en la ducha, relojes en forma de vinilo y cucharas en forma de guitarra... Seguramente tendría que dejarme aconsejar por la dependienta. Miré hacia el mostrador en el que la mujer cobraba a una pareja, pero algo les llamó la atención a mis ojos.

Negro. Su pelo ahora era completamente negro, negro como el carbón, y estaba indudablemente más larguito que las últimas veces que la había visto. Supongo que los cambios se notan más cuando tienes el pelo cortito. Pero era ella, aquél perfil y aquella figura eran demasiado característicos como para confundir a Mary con cualquier otra persona. En cierta manera, aquellos rasgos me habían gustado desde el primer momento.

Aunque en aquél preciso instante, concretamente, no quería que me viera. Giré la cabeza y me puse a revisar un par de cajitas de música que tenía justo detrás. Me daba mucha vergüenza el encontrarme con ella por simple hecho de que no la había llamado ni escrito, todavía. De hecho, no estaba muy segura de si iba a hacerlo en algún momento. Ella me dio su número y me dijo que le dijera algo si me apetecía y sin compromisos, no era una obligación, pero de todas formas...

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora