Epílogo: Regalos

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Todoroki Shōto tiene costumbres de las que piensa que es mejor deshacerse, para empezar la que se refiere a no celebrar los días festivos. Tiempo atrás no había tenido con quien pasar las festividades, tampoco tuvo el tiempo para disfrutar de esos días. Al final los 365 días del año se limitaban a entrenar y cavar en su corazón un hoyo que pensaba rellenar con odio hacia su padre. 

El tiempo que fue suyo era una mancha oscura en su memoria, de bordes quemados y cenizas grises, con un centro congelado en la mirada perdida de su madre. Al rededor de eso no quedaba nada que él deseara conservar en su presente. Arrastrar con esa carga era infinitamente pesado e innecesario. No era el mismo Todoroki Shoto de aquel entonces y se aferraba al pensamiento de que seguiría creciendo. 

Midoriya Izuku hizo que recordara su verdadero sueño. Su meta de convertirse en un héroe. Y lo apreciaba por eso, era el primer nombre que acudía a su mente cuando pensaba en un amigo. 

Enji Todoroki, su padre, si bien no recibiría el premió al mejor papá, le dio su palabra de que se convertiría en un héroe del que pudiera enorgullecerse y un hombre que resarciría el daño hecho a su familia. Él, por su parte, estaría esperando a que ese día llegará. 

Y ahora tenía a Bakugō Katsuki a su lado. La única persona que acudía a su mente cuando pensaba en la palabra amor. 

Tenía un largo y desconocido camino ante él, pero no tenía miedo. Avanzar era difícil mas no imposible. Y él lo haría para convertirse en el hombre que deseaba ser. Para labrar los recuerdos que pudiera atesorar y conjurar en sus días más oscuros. 

Así pues veía razonable que fuese Midoriya a quien acudiera en busca de ayuda. 

—¿Quieres saber qué puedes regalarle a Kacchan?

El pecoso balanceaba su peso de una pierna a otra, miraba sobre el hombro de Todoroki y ciertamente lucía contrariado. 

—He visto que las parejas se regalan peluches, flores, chocolates y cenas. No creo que a Manchitas le guste algo de eso.

Midoriya se mordió el labio inferior ante el mote cariñoso con el que Todoroki se empeñaba en llamar a Bakugo. Suponía que Kacchan, de todas formas, no era demasiado varonil. Sinceramente ambos apodos eran ridículos. Le daba risa pensar en que Kacchan era considerado como alguien impaciente cuando estar con ellos (todos sus compañeros de 1A) requería justamente de paciencia. 

—No te equivocas, Todoroki. Kacchan explotaría todo eso pero, honestamente, nunca he sabido de alguien que haya logrado darle algo de su agrado. 

Entonces Midoriya había procedido a contarle sin demasiados detalles las ocasiones en que las chicas de su secundaria se aventuraron a hacerle obsequios y como estos terminaban siendo explotados devueltos sin miramientos por parte de Bakugo. Totalmente ajeno a los sentimientos de las demás. 

Hacía frío, estaban sentados hombro contra hombro de manera cómplice mirando el exterior, como la nieve se acumulaba. Todoroki soltaba de vez en cuando intentos de bolas de fuego. El entrenamiento en el exterior se les había prohibido momentáneamente. Específicamente las chicas, quienes deseaban afinar los detalles para su celebración de navidad. 

Bakugo, a quien nadie podía darle ordenes, optó por ir a la habitación de Kirishima. De modo que Todoroki pudiera aprovechar para acercarse a Midoriya sin levantar sospechas. 

—Siendo Kacchan podrías intentar con algo de All Might; aunque no disponemos de tiempo y los servicios de correo son terribles estos días. O material de pintura; pero tampoco podemos ir a comprarlo. Quizás podrías pedirle a Yaoyorozu que te ayude creando los materiales, ¿o sería abusar de su amabilidad? Y sería muy triste si a Kacchan no le gustan. 

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