"Hey angel
Tell me, do you ever try
To come to the other side?
Hey angel
Tell me, do you ever cry
When we waste away our lives?
Oh I wish I could be more like you
Do you wish you could be more like me?"Hey Angel – One Direction
•••
—¿Donde esta? —la voz se escuchaba lejana, pero fuerte y, podría atreverse a decir, preocupada. De igual forma decidió ignorarla, hoy había venido a divertirse.
Su cuerpo se movía al ritmo de la música, siendo guiado a la vez por los empujones de los cuerpos extraños rosando con el suyo. Se sentía relajado, sin el acostumbrado estrés que cargaba sobre sus hombros.
Hoy no tenía que ser perfecto para satisfacer a su padre. Hoy no tenía que complacer a cada maldita persona, que solo buscaba obtener algo de él. No, nada de eso. Hoy, solo era él, sintiéndose libre por primera vez.
No recuerda muy bien como había acabado aquí en primer lugar siendo sincero. Lo ultima que recuerda es la imagen de cierto chico de cabello rojo (casi rosa, comenzando a desvanecerse después de semanas), besando a un chico del equipo de fútbol de la secundaria. Recuerda con claridad la cara asustada del chico cuando lo vio (estaba seguro de que era Nate, el cocapitán del equipo de fútbol). Lo siguiente que paso fue haber acabado en casa de Amy, quien (supone) que lo trajo hasta aquí.
Sí. Michael Clifford era el culpable de todo esto.
Aunque, ahora que se pone a pensar mejor en todo esto, debería agradecerle. Jamás se había sentido tan relajado en su vida. Todo gracias a las botellas de contenido desconocido de la cocina, los vasos de color rojo y unas cuantas latas de cerveza.
Sin duda, el alcohol era mágico.
Si le hubieran dicho hace unos meses que acabaría así se hubiera reído, y posiblemente sus mejillas se hubieran sonrojado de la vergüenza por imaginar aquello. Bueno, eso hubiera sido hace exactamente cuatro meses, antes que Michael Clifford llegara a su vida y la pusiera de cabeza por completo.
Todo empezó por su maldita curiosidad, ignorando las advertencias de los demás sobre aquel chico de piercings en el rostro y cabello de colores. Tal vez, Michael siempre tuvo un cartel gigante de "Peligro", solo que él estuvo demasiado perdido en aquellos ojos verdes como para poder darse cuenta de aquello.
Estaba seguro de que no había palabras en el diccionario para poder describir a Michael Clifford. Era... Michael era como una llama de fuego, potente y que ilumina por completo la más oscura noche, solo que si te acercas demasiado puede volverse peligrosa.
Pero, Michael no solo era fuego. Porque las personas le tienen miedo al fuego. Michael también era como porcelana, algo frágil, que si haces un brusco movimiento puede terminar rompiéndose.
Aunque, a la vez era duro. Una dura pared de cemento, casi imposible de penetrar, que ocultaba algún preciado tesoro detrás de esta.
Dios, Michael era un millón de cosas, y ya había perdido la cuenta de cuantas comparaciones había hecho para intentar expresar en palabras lo que era. Lo único que sabía era que todas esas cosas, cada pequeño detalle, lo había hecho caer.
Luke había caído por Michael.
Y, aun así, le duela aceptarlo, siempre supo que aquella caída sería bastante fuerte.
Tal vez, todo inicio aquella tarde en casa de Michael, cuando la madre de este preparo aquel batido de fresa, mientras sonaba su álbum favorito de Green Day de fondo, y su mirada estaba puesta en los rosados labios que intentaban explicarle algo sobre las tonalidades de los colores.
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Better Than Words ☾Muke
FanfictionMichael y Luke se conocieron, no en el mejor contexto, pero si en el mejor momento de sus vidas. Michael y Luke se amaron, como en cualquier otra historia de amor adolescente. Michael y Luke descubrieron lo que era estar enamorado y no saber expresa...