1. Buscando refugio

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Tu madre siempre te lo advirtió desde pequeña: No sabrás lo que tienes hasta que lo pierdas. Y no era que no le hubieras tomado el peso a sus palabras, pero nunca lo llegaste a entender del todo hasta este preciso momento de tu vida.

Cuando aquella carta apareció en buzón frente a la verja que delimitaba el solitario rancho donde vivías con tu madre, sabías que acababas de recibir un regalo invaluable del destino: Nunca esperaste obtener una beca para estudiar la carrera que siempre habías soñado en la prestigiosa Universidad de Gotham.

Tu madre no intentó detenerte, sino todo lo contrario: Al leer el contenido de la carta, se levantó de su silla mecedora y tomó tus dos manos para bailar contigo como una jovencita ligera y enérgica, olvidándose por completo de sus problemas a la espalda.

Ella insistió en poder arreglárselas sola, en tener la suficiente fuerza para mantener el rancho y entregarte la tranquilidad de consciencia que necesitabas para mudarte a la ciudad, y estuvo muy aliviada al verte tan decidida a irte allá y luchar por tu futuro. Sólo había un problema: No tenías un centavo.

En un principio estabas tan emocionada por ir a vivir a la gran ciudad que no le diste importancia. Pero luego de verte obligada a conseguir un desgastante trabajo nocturno como cantinera, tener que estar siempre temiendo por poder cubrir tus gastos básicos hasta acabar el mes, y compartir un apartamento en ese edificio destartalado y umbrío con dos chicos más, la vida comenzaba a pesarte mucho.

Sandy era, en general, una buena compañera de apartamento, pero cada vez que acababa el período de exámenes de enfermería organizaba unas fiestas que se salían de todo control y decencia. Aquello no habría sido tan malo de no ser por un detalle: En esas veladas no sólo estaba presente ella, su novia del momento y algún conocido de la universidad, sino que permitía que todo el mundo invitara a sus amigos, y a los amigos de sus amigos, convirtiendo el vetusto lugar en un verdadero pandemónium. Era un milagro que no los hubieran expulsado del edificio todavía.

Ya algo entrada la noche, con la consciencia entumecida por el alcohol, necesitaste usar el baño un momento, y por el exceso de personas y movimiento, no advertiste a ese tipo siguiendo tus pasos demasiado de cerca.

Agradecías que no fue demasiado tarde cuando notaste su sombra justo detrás de ti, y ceñiste tu mano con fuerza a una botella de vidrio vacía que había quedado abandonada en el piso del cuarto de baño. Cuando él se abalanzó sobre ti con toda la intención de forzarte a lo que quisiera, sólo atinaste a hacer estallar la botella sobre su cabeza y huir, dejándolo tendido y sangrante sobre el gélido piso de azulejos.

Sandy no estaba en condiciones de ayudarte: Otra vez se había pasado de tragos y su chica se había visto obligada a llevarla al baño y ayudarla a vomitar el exceso de alcohol. Ahora, la islandesa yacía inconsciente en el sillón mientras su pobre novia casual cuidaba su sueño.

Llorosa y aterrada, volviendo la vista a cada instante a ver si ese tipo ya se había levantado para perseguirte, cruzaste la sala a toda velocidad, poniendo la mayor atención posible al rumbo de tus pasos para no tropezar con una botella o alguien que dormía su borrachera en el piso.

Luego de conseguir, finalmente, cerrar la puerta del apartamento por fuera, sólo el terror pudo reinar sobre ti. No te atrevías ni a pensar en que podría ocurrir si el abusador conseguía tocarte y cerrar sus dedos alrededor de tu garganta. No era inverosímil sentirlo: Ya podías sentir sus uñas inmundas rasgando cruelmente tu piel.

En lo que para ti fueron sólo fracciones de segundo, bajando las escaleras con el pulso pendiendo de un hilo, lograste posar tus pies sobre las desgastadas baldosas de la tétrica antesala de entrada al edificio. Como una liebre, trotaste ligera hacia la entrada para encontrar tu camino lejos de ese lugar tan sórdido y deprimente, pero tu carrera se vio interrumpida al chocar de lleno contra su cuerpo.

Vecinos [Joker x Lectora]Where stories live. Discover now