12. Cada noche con su alba (R-18)

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Notas preliminares:

Como decían en los padrinos de Tokio "Un hombre y una mujer siempre encuentran el momento para hacer lo que deben hacer" 😁

Por el mismísimo Yisus, me costó demasiado escribir esto. Espero no haber arruinado la transición Arthur-Joker-Arthur-Joker. Además, no había considerado la posibilidad de que nuestro bibimos no tuviera su propio cuarto, pero hagamos de cuenta que sí.

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Lo primero que encontraron después de entrar al apartamento fue a la madre de Arthur dormida sobre el sillón de la sala. Al levantarla entre ambos para llevarla a su cuarto, la anciana te saludó entre sueños y le pidió a su hijo que enviara esa enésima carta que acababa de escribir para Thomas Wayne, pero él claramente tenía la mente en otro lugar: Lo único que hizo fue prometerle hacerlo más tarde o al día siguiente, y a ella no pareció importarle dado su evidente cansancio.

Después de un rato, por fin lograron dejarla cómodamente tendida y arropada en su cama, y se retiraron de su habitación para dejarla descansar en paz, cerrando la puerta con el mayor sigilo posible.

Todavía en medio de la penumbra, sin haberse alejado ni un par de pasos del dormitorio de Penny, sentiste tu pulso acelerarse de ansiedad cuando el brazo de Arthur rodeó con firmeza tu cintura para guiarte hasta su propio cuarto.

Una vez encerrados en su habitación, todo empezó rápido y sin la menor exasperación, contigo plenamente entregada a tu destino. Deshacerse de tus ropas fue lo más sencillo: Tú misma hiciste la mayor parte del trabajo, y habrías terminado sola si Arthur no te hubiera tomado de la muñeca y tendido de espaldas sobre la cama.

Casi desnuda, con sólo tus bragas cubriendo tu intimidad, alzaste el rostro y viste a Arthur arrodillarse sobre la cama para imponerse sobre ti, dejándote completamente atrapada entre su cuerpo y el colchón.

Podía parecer extraño, pero siempre te cautivó la forma en que la mortecina luz de la lámpara oscurecía todas sus facciones a excepción de sus grandes ojos, pareciendo buscar en ellos un último refugio desesperado. Cuando logró avanzar hasta dejar su rostro frente al tuyo, se tendió cuan largo era sobre tu cuerpo, y luego de usar ambas manos para rodear su cintura con tus piernas, terminó apoyándose sobre sus codos para no aplastarte por completo.

Desde el primer momento en que sus ojos quedaron a la misma altura, algo en su mirada te hizo cerrar los párpados automáticamente, suplicando para que él no notara lo vulnerable de tu expresión. Sin embargo, ya inmovilizada y sofocada por su perfume, ese instinto se desvaneció inmediatamente.

Una sonrisa diabólica curvó los labios de Arthur al sentirte presionarlo con fuerza hacia ti, con una mano apretujada en medio de su espalda y la otra enredada entre sus cabellos. ¡Cómo te habría cautivado su sonrisa si hubieras alcanzado a apreciarla! Pero no duró más de un segundo: Con una lujuria implacable, te inmovilizó sosteniendo tus dos mejillas con sus manos y adentrando su lengua en tu boca casi a la fuerza, ignorando por completo tu tímida protesta ante la saña con que hundió sus uñas en la piel de tu rostro.

A pesar de su brutalidad inicial, el dolor no duro mucho: El sabor de tus labios y tu boca, y las dulces caricias que le devolvías con tu lengua fueron suficientes para lograr calmarlo y apagar su furia. Pronto se encontró acariciando sinuosamente tu rostro con sus pulgares mientras se tomaba todo el tiempo del mundo en recorrer y recordar cada rincón del interior de tu boca, como si fuera la última vez que podría besarte.

No sabrías decir cuánto tiempo duró el beso: Toda tu energía mental estaba divida en entregarte al placer de su invasión y acariciar su melena sin demasiado afán, completamente abandonada a las sensaciones. Contra todo pronóstico, el primero en separarse de tus labios fue Arthur, dejándote jadeante y desorientada.

Vecinos [Joker x Lectora]Where stories live. Discover now