Vecinos [Joker x Lectora]

19. Nada podrá malir sal

Notas preliminares:

Comienza la emoción, mis bromas-lovers.

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- Arthur ¿Qué estás haciendo?- Lo cuestionaste, totalmente descolocada al ver su apariencia cuando por fin te abrió la puerta.

- Sólo me preparo para ir a lo de Murray- Respondió, invitándote a pasar con una estrafalaria reverencia.

- Sí, respecto a eso... ¿Es verdad, cierto?- Le preguntaste, a lo que él asintió sonriente.

Recordabas lo que había dicho, pero sólo entre sueños: Te parecía demasiado fantasioso que lo hubieran invitado al show de Murray...A menos que lo hubieran hecho para reírse de él.

- ¿Vas a salir así?

- ¿Algo de malo?- Preguntó, cerrando la puerta detrás de ti y apoyando su espalda contra ella.

Te volteaste para volver a observarlo de pies a cabeza.

Claramente estaba a medio vestir y a medio maquillar cuando fuiste a visitarlo a su apartamento: Eso explicaba su rostro completamente cubierto de pintura blanca y el hecho de que estuviera sin camisa. Lo que se te hacía algo extraño eran sus cabellos húmedos y cubiertos por alguna especie de tintura verde.

No era que te pareciera demasiado extravagante o aterrador. De hecho, algo en su apariencia te revolvía de calor por dentro

- No...- Le sonreíste, alargando la mano para acariciar su cabello - Me gusta

Tu instinto te gritaba que huyeras de allí lo más pronto posible. Que esto olía a peligro, y que si había una sola situación en todo el universo en la que nunca debiste permitirte caer, era esta. Pero ya no había vuelta atrás. Y la manera horrorosamente efusiva y tétrica en que Arthur te sonrió, casi de oreja a oreja, no fue más que una confirmación de ello.

- Vas a estar allí ¿Verdad?- Preguntó mientras acariciaba tu mejilla.

- Por supuesto, en primera fila- Le contestaste, totalmente sumisa- Pero necesito saber...

Sin dejar de acariciarte, Arthur ladeó levemente su rostro, como pidiéndote que terminaras tu pregunta.

- ¿Qué soy yo para ti?

Él sólo se quedó mirándote con una expresión adusta. Antes de romper el silencio, enderezó su espalda y se tomó unos momentos para examinarte con la mano en el mentón, como si fuera la primera vez que te veía.

No le fue muy difícil pensar en su respuesta. Y lo notaste porque, apenas unos segundos después, estaba nuevamente encorvado sobre tu cuerpo, sosteniendo ambos costados de tu rostro para susurrar directo en tu oído.

- Eres la única razón por la que tendría miedo

No pudiste evitar enroscar tus brazos alrededor de su espalda baja, con tanta fuerza que estuviste a punto de hacerlos caer a ambos al piso, y acercaste tu rostro al suyo para besarlo desesperadamente.

Afortunadamente para ambos, Arthur alcanzó a estabilizarse lo suficiente para arrastrar sus cuerpos hacia los mullidos cojines del sofá en vez del piso. El beso pronto se convirtió en una intensa lucha de labios y dientes, y tu cara ya debía estar convertida en un desastre de pintura blanca, pero no podía importarte menos.

Muchísimo antes de lo que hubieras querido, Arthur rompió el beso y puso sus manos sobre ti para forzarte a cambiar de posición. Luego de aquella confusa lucha, quedaste tendida con el vientre sobre el sillón y él aprisionándote con su pecho contra tu espalda.