Vecinos [Joker x Lectora]

4. Otro día en el paraíso

Notas preliminares:

Ok, bromas-lovers. Todo lo que había ocurrido en capítulos anteriores se sitúa en el tiempo anterior a los hechos de la película. En este capítulo empezaré a cubrir los sucesos de la peli desde la perspectiva de lectora, comenzando por la paliza que le dan al pobre Arthur al principio

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- Se ve terrible- Musitaste con la voz ahogada, conteniendo las ganas de llorar por la rabia y frustración.

No quisiste ni pensar en la brutalidad con la que debían haberlo golpeado para que esos hematomas en su costado tuvieran ese aspecto tan horrendo. Definitivamente este no había sido el mejor día en el trabajo para Arthur

- Lo sé- Suspiró, volviendo a bajarse la camisa- ¿Se nota demasiado que duele cuando trato de moverme?

- Algo. Pero sólo si alguien te prestara mucha atención- Lo consolaste, sin lograr disimular lo quebrado de tu voz.

Ni siquiera fuiste tú la que recibió la paliza en la calle, pero lucías mucho más afligida que el mismo Arthur. Además, el hecho de que se apareciera en tu lugar de trabajo para la cita que habían acordado a pesar de estar tan lastimado significó demasiado para ti.

- Debiste quedarte en tu casa recuperándote en vez de venir acá-Te lamentaste, deseando con todas tus fuerzas no haber estado cargando esa bandeja para poder acariciar su hombro -No me habría enojado para nada

- No quería dejarte plantada- Contestó, con una luz en su mirada demasiado admirable considerando el estado en que se encontraba.

- Allá afuera está cada vez peor- Suspiraste con tristeza.

Tú y Arthur se quedaron en silencio, contemplando los retazos de ciudad que mostraban los enormes ventanales del bar. De pronto, recordaste que tu jefa no permitía que se quedaran charlando con los clientes a menos que estuvieran tratando de coquetearles para que compraran más tragos.

- Espérame un minuto, mi turno está por terminar. Mientras tanto...- Dejaste sobre la mesa los dos tragos que habías preparado para ustedes, logrando que te devolviera una sonrisa cándida y perfecta- Aquí tienes. Para el dolor del alma

Luego de eso, regresaste a tu puesto de trabajo y te preparaste para ir por tus cosas antes de irte.

- Hey, niña

Katherinne, la dueña del bar, te llamó desde el otro lado de la barra.

- ¿Qué pasa? - Le preguntaste.

- Dile a tu amigo...-No se te escapó el tono horriblemente despectivo que usó para pronunciar la última palabra-...que les baje el volumen a sus risas. Los demás clientes están empezando a incomodarse

- No puede. Tiene una condición que...

- Lo que sea-Te interrumpió, echando un fugaz vistazo a lo largo del salón- Al menos no estamos en la hora con más clientela

- Sí, señora- Suspiraste con resignación.

- No te vayas todavía. Tu y yo tenemos que hablar

- Pero está esperándome- Le dijiste, señalando con tu cabeza la remota mesa donde se encontraba Arthur.

- No importa. Ven conmigo

Te tomó bruscamente de un hombro y te guio hacia la pequeña y oscura sala que tú y las otras chicas usaban de camarín. Tu sólo te dejaste, demasiado consciente de como solían terminar las cosas cuando le llevabas la contraria.