Capítulo 16

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Había llegado la hora de irse y Sabrina estaba más que feliz: Evie la había elegido a ella en primer lugar, y lo mejor, su hermana estaba totalmente destrozada y esas heridas tardarían en sanar.

Ahora se iría con Evie y como "mejor amiga" de esta estaría más cerca, para poder terminar de cumplir la venganza: acabar con Evie de una buena vez, ahora ya no tendría a nadie que arruinara sus planes, y todo se cumpliría.

[...]

Mientras iban en camino a Greyca, Evie se había quedado dormida y Sabrina como toda una husmeadora aprovechó y revisó el equipaje de ella, encontrándose con el gran espejo. Sabrina lo abrió y extrañamente del espejo comenzó a surgir un humo negro. En segundos Evie se lo arrebató y no la dejó seguir viéndolo, lo cerró con fuerte impacto.

—¿Cómo es qué...? —preguntaba Evie confusa.

—¿Qué cosa?

—Nada, no vuelvas a tocar mis cosas.

En el castillo de Ben.

—Mal, despierta amor.

Ben se había quedado la noche con su novia abrazándola, después de la discusión con Evie. Mal había estado llorando toda la noche hasta quedar dormida.

—No tengo ánimos de ir Ben.

—Ahora veo. —Se quedó pensativo—. Avisaré que no iremos entonces.

—Ben, no. Tienes que asistir.

—No pasa nada, amor. Papá puede ir en mi lugar.

—¿Estás seguro?

—¿Qué te parece si le digo a Lummiere que nos arregle el jardín encantado para desayunar allí?

Mal observaba a su prometido, lo amaba y ella era amada. Ahora se sentaba en la cama tomando su mano.

—No tengo idea donde estaría ahorita si tú no estuvieras aquí.

—En camino a conocernos —contestó Ben.

Mal sonrió, se inclinó y lo besó.

—Disculpe interrumpir el afecto de novia a novio —decía Lummiere—, pero la señorita Dizzy me pidió les entregara esto.

En seguida entró un sirviente real con un carrito de vestuario, y en él se encontraban dos forros, uno con el nombre de Ben y otro con el nombre de Mal. Mal se levantó en seguida y echó un vistazo.

—¡Es mi vestido de boda! —habló sorprendida.

Mal observó el vestido unos segundos, pensó en Evie y sonrió. Sonrió pensando y sabiendo que su mejor amiga era la mejor persona del mundo. El vestido estaba completo y terminado, y más de lo que ella había incluso soñado. En el vestido se vio reflejado cuánto amor y pasión había ejercido su amiga sobre este, y era como un extraño sentimiento en el que Mal había entendido más de lo que cualquiera podía imaginar hacia su mejor amiga, Evie.

—No puedo creerlo. —Mal se tocaba el corazón respirando profundo y sintiendo el gran afecto de su amiga, no había tristeza, ahora sonreía—. Tengo que ir a buscar a Evie antes de que se vaya, Ben.

—Pues vayamos.

—No, tengo que ir sola.

Mal tenía que ir, tenía que agradecerle a Evie todo esto, tenía que ir a despedirla bien, tenía que abrazarla, tenía que desearle lo mejor. Ya no importaba lo que ella le había dicho un día antes, ella entendía por qué lo había hecho.

El amor.

Afuera del castillo de Evie.

—¡Uma!

La Descendencia del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora