Evie se acostó casi encima de Mal, y Mal se quedó a lado de ella. No quería preguntar nada más, ahora solo quería que la peliazul estuviera bien y que en el momento que se calmase le contara qué estaba pasando.
La amistad de ellas era increíble, ambas se entendían perfectamente, con una sola mirada sabían a qué se estaba refiriendo la otra. Tenían una gran conexión. Una siempre para la otra. Su amistad era bastante madura y llena de amor, eran las mejores amigas desde la cuna. Y a veces no necesitaban más que su compañía.
Las lágrimas corrían de nuevo por el rostro de la adorable chica peliazul y Mal no se movió por nada del mundo.
Después de un rato Mal solo la miraba y las dos quedaban frente a frente. Evie cerraba los ojos, al fin empezaba a tranquilizarse y liberar la tensión. Aunque aún se miraba muy mal.
—Mal —hablaba Evie—, ¿recuerdas cuando éramos bebés y vacíe el aceite de mi papá por toda la sala?
—Cuándo te asustaste porque tu papá daba los peores regaños y sabías que te iba a tocar uno, a pesar de tener solo 3 años.
—Y qué tú te echaste la culpa, para que eso no pasara. Mi papá nunca se atrevió a regañarte por ser hija de Maléfica.
—Y por eso siempre me echaban la culpa de sus travesuras: tú, Carlos y Jay.
Evie suspiró y se quedó unos segundos recordando.
—Extraño esos tiempos —admitió Evie.
—¿El ser pequeñas?
—El echarte la culpa.
—¡Hey! —protestó Mal.
Al fin salía una sonrisa del rostro de Evie.
—Vamos Mal, sabías que eras la favorita de los villanos. La pequeña Mal de rizos dorados.
—Cállate ya. —Ambas reían—. Por suerte crecí y me pude teñir morado, ese color nunca fue compatible conmigo.
Evie cerró los ojos un momento y, Mal la miraba y le acariciaba el cabello, ella sabía que no era solo lo de Doug. Sentía que había algo más que su amiga aún no le decía, y ahora sí se atrevía a preguntar.
—Evie... ¿por qué tienes un nuevo espejo?
Evie suspiró profundo y abrió los ojos para ahora verla de nuevo.
—Me lo ha dado mi padre —dijo y después bajó la mirada, al fin lo soltaba.
Mal se sorprendió al escuchar eso de su mejor amiga. Ahora entendía el recuerdo de su padre.
—¿Eso tuvo algo que ver con que terminaras con Doug?
Evie volteó a verla no sabía cómo decirle a su amiga o si debería mentirle.
—Te conozco, amiga.
Evie asintió.
—¿Qué sucedió, Ev?
—No he sido del todo sincera en estos dos días —confesó la peliazul—. Mi padre apareció ayer, me preguntó si ya había elegido un príncipe y no le dije lo de Doug. Él no iba a aceptarlo y yo renunciaría a su legado en todo caso por Doug. Pero antes me amenazó con llevarme lejos y elegirme a alguien con quien casarme si se enteraba de que estaba saliendo con alguien que no fuera un príncipe. No le pareció que me dedicara a la moda y diseño. Y él está interesado en que reine en Greyca.
La peliazul no había mencionado que su padre la había amenzado con la vida de Mal y de todos sus demás amigos. Sabía que lógicamente la ojiverde intentaría algo y sabía que su padre jamás se andaba con juegos. Por lo tanto prefería no meter a Mal o sus amigos en esto, tampoco a Doug. Llevaría las cosas por debajo del agua para intentar controlarlo todo.
—Mal, tú sabes que...
—Tu padre siempre cumple —completó Mal.
—No he dormido nada, intenté ingeniarme algo durante toda la noche, una buena excusa, pero parece ser que tendré que ceder a su capricho y terminar con Doug.
—Evie, pero ¿qué hay de Doug? Lucen tan felices, nunca te había visto tan ilusionada así de alguien.
—Lo sé, pero de todas formas mi padre lo echará a perder, la única manera de impedirlo es adelantarme. Yo no me lo perdonaría si mi padre le hiciera algo a Doug por mi culpa.
—¿y qué hay de lo que sienten tú y Doug?
—Mal, no quiero tener que renunciar después a Doug, sabemos de lo que es capaz mi padre, y entre más tiempo pasa menos podré dejarlo ir.
—Evie no lo entiendo. ¿Cómo dar tu propia vida por el mal? ¿Cómo reinar en Greyca? ¿Cómo ser la reina de lo malo? Sabes perfectamente que ese imperio le corresponde al mal, y por lo tanto es peligroso.
—El mal es mi herencia, lo sabes. —Evie miraba a los ojos esmeraldas—. La única forma de terminar un día con todo lo malo del mundo es uniéndome con algo que venga de la misma fuerza, el mal, que soy yo, su mismísima descendencia.
—Ev, tú eres buena, leal, diferente.
—Y quizá la única salida para al fin terminar con ello de una buena vez.
—Evie, pero si algo te pasa yo...
—Tú estarías bien Mal, serás la reina dentro de poco, te necesitan, toda esa gente necesita de ti. Si algo sucediera tú serías quien seguiría hasta el final luchando.
—Evie no me digas esto. —La expresión de Mal se tornó triste y las lágrimas empezaron a salir. Ella no podía imaginar un mundo sin su mejor amiga.
—No llores M, estaré bien. Te lo prometo. Debemos ser fuertes.
—No quiero que nada malo te pase.
Evie tomó a Mal de la mano.
—Debes prometerme que no dirás nada a nadie Mal.
—Ev... yo...
—Mal, por favor.
—Está bien.
Mal seguía llorando: ¿Por qué ahora tenía que ser su mejor amiga? ¿A caso jamás sería suficiente para el mal? ¿Jamás terminarían los problemas? ¿Jamás serían realmente felices?
Evie la observó unos segundos y se inclinó hacia ella dándole un beso en la frente, luego enlazaron sus manos. Después de cinco minutos Mal volteó a verla, Evie había caído en un sueño profundo. Mal se acercó más a ella, notó que le estaba dando frío y la cobijó.
Quizá pronto ya no habría más momentos así, quizá era parte del destino seguirles haciendo una mala jugada.
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La Descendencia del Mal
FanfictionLa isla de los perdidos ahora era libre. Esa barrera por fin había sido derribada. Ya no solo tenían esa oportunidad de decidir por el bien los VK's, sino que ahora todos tenían una nueva oportunidad. Después de todo lo que Hades había mencionado te...