EPÍLOGO

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La alarma suena fuerte, y hace que como siempre, salte de la cama de la sorpresa, para finalmente estirar el brazo y poder apagarla rápidamente.
No importaba hace cuanto ya esa alarma me despertara todos los días, seguía asustándome igualmente desde que lo recuerdo.

Vuelvo a tirarme hacia atrás, cerrando los ojos, dando un par de vueltas en la cama para finalmente quedar quieto unos minutos más.
Cuando abro nuevamente los ojos, veo la pierna prostética contra la mesa de luz, esperando para ser usada, y simplemente me doy vuelta en la otra dirección.

Ya habían sido muchos días en los que había considerado el cambiar la posición de aquel objeto, porque sin duda despertarse y tener que verlo todos los días no era de mi agrado en absoluto. Habían pasado un par meses desde que había empezado a usar aquella prótesis, y aun la seguía sintiendo tan extraña... era como un intruso que quería ser incluido pero que jamás lograba encajar perfectamente.

Suspiro pesadamente y vuelvo a darme vuelta, obligándome a mí mismo a mirarla. Porque esa era mi realidad, y ya era hora que lo superase. La nueva vida que estaba viviendo no era una de las tantas opciones, sino que era la única, y tenía que aceptarlo y seguir avanzando.

Pero a veces era demasiado difícil.

Aun no me acostumbraba a la gente mirándome, esa lástima en los ojos de los demás cuando me cruzaban. Y ni hablar de aquellos que accidentalmente me chocaban. Estaban largos minutos pidiéndome disculpas, cuando yo solo quería irme de ahí enseguida.
Si no me caía yo solo al caminar, alguien terminaba haciéndome perder el poco equilibrio que poseía.

La universidad me quedaba relativamente cerca, casi unas diez cuadras. Y a pesar de que me habían ordenado ir en ómnibus, odiaba tener que escuchar al chofer gritando para que me cedieran un lugar. Por eso prefería ir caminando, incluso cuando tenía que salir con casi una hora de anticipación solamente para llegar a tiempo.

Incluso aunque la vida diaria no era fácil por todos los obstáculos que mi pierna atraía, el vivir con la pérdida de dos seres queridos era sin duda la parte más dolorosa.

A pesar de que ya había recuperado gran parte de mis recuerdos, algunos detalles aparecían cuando ellos querían aparecer. Podía estar frente a un espejo y recordar algún momento especifico en donde el yo de hace años se encontraba con mi hermana o mi padre.

A veces podía escapar a la soledad de mi baño, en otras ocasiones solo iba al baño de la universidad. Pero incluso aunque mi piel tuviese este color caramelo, los ojos rojos se notaban de lejos, y no eran pocas las veces que notaba como me miraban y se susurraban. Una vez incluso llegué a escuchar "Debe ser por su pierna..."

No solo no tenían el descaro de preguntar directamente que me pasaba, sino también no lo tenían para sacar sus propias conclusiones.
No sé porque creí que la gente que tuviera los mismos gustos que yo podría ser un poco menos idiota. Aunque más idiota yo por pensar eso.

Cuando llegaba al apartamento, lo primero que hacía era sacarme la prótesis, no podía casi estar con ella, era como si estuviera usando un zapato con una talla más chica.
A pesar de que hablamos con los doctores de ello, e incluso hicieron los cambios correspondientes para que la pierna se acomodase mejor al muñón, al parecer lo único que estaba fallando era la costumbre. Necesitaba acostumbrarme a ella. Y aún no había llegado ese día.

Lo único que quería era que se hiciera la noche, y a veces... no quería que se volviera a hacer de día.

Esos pensamientos a veces me consumían demasiado, y odiaba tenerlos porque implicaba tener que volver al psicólogo, a quien había de dejado ir por cuenta propia, pero que sin duda ya se empezaba a echar en falta.

Coma [Taekook]Where stories live. Discover now