Ciudad Yi

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Una sonrisa se plasmó en su rostro al ver las rojas y brillantes manzanas que ese mercader ofrecía a las personas que pasaban. Xue Yang caminó hacia él, tomando una manzana examinándola con un gesto complacido, sin embargo, el mercader rápidamente le arrebató la fruta, hablando con molestia:

—Vete de aquí, delincuente. Son para los clientes.

Xue Yang sintió su sangre hervir al escucharlo, tal vez su apariencia daba esa impresión, y, en realidad lo era, pero detestaba tanto que se lo recordaran.

—¿Y quién dice que no lo soy? Maldito viejo, solo por eso...— estaba a punto de darle una patada al puesto cuando sintió un suave apretón en su hombro y una voz, una que no había escuchado en mucho tiempo, le detuvo en el acto.

—Los viejos hábitos son difíciles de erradicar, ¿no es así?— Xue Yang miró al recién llegado con cierta reticencia al inicio, pero luego hizo gala de su sonrisa traviesa.

—Tal vez, supongo que lo sabes mejor que nadie...— ambos hombres se miraron fijamente, el aire en torno a ellos se hizo pesado, tanto que incluso el mercader lo sintió.

—¡Señor! ¿Llevará manzanas? Son muy dulces, sin duda las mejores de la región.

El desconocido de giró hacia el hombre, una sonrisa que Xue Yang conocía demasiado bien se plantó en su rostro.

—¡Claro! Llevaré algunas por favor.

...


Las manzanas cayeron al suelo rodando por todas partes cuando Xue Yang lo tomó por el cuello estampándolo contra la pared, el y Jin GuangYao se dirigieron a un callejón alejando de los transeúntes, apenas estuvieron fuera del ojo publico, el menor colocó la punta de su cuchillo en la garganta del hombre, quien no opuso resistencia alguna, sino que se limitó a suspirar como si estuviera cansado.

—¿Es necesario tal recibimiento? No te he visto en meses. No eres un hombre fácil de encontrar.

Xue Yang soltó una carcajada, acercándose a su oreja, murmurando:

—¿Quien dice que quiero ser encontrado? ¿Porque buscaría a un hombre muerto, líder de secta Jin? ¿O debería decir, Yao-xiong?— soltó con burla en la última parte, sin embargo, el hombre sometido lo miro seriamente por un instante, pero enseguida recuperó su semblante relajado.

—No tengo tiempo para tus juegos de niño, tengo un trabajo para ti.

Xue Yang le dirigió una mirada desconfiada, después de todo, este hombre fue parcialmente responsable de su intento de asesinato, aunque la orden fuera ejecutada por su padre, Jing GuangYao no hizo nada por detenerlo.

—¿Porque debería escucharte? Después de que me sacarán de esa celda para golpearme dejándome morir, sería un tonto si caigo de nuevo en sus trucos.

Jin GuangYao suspiró agotado, aun así, habló de forma tranquila.

—No tenía opción, pero, ¿te has puesto a pensar porque no te asesinaron? Los cultivadores de Lanling no son incompetentes y tú, bueno, eres un chico muy resistente, te concedo eso.

Xue Yang lo soltó para mirarlo de frente, aun así, seguía apuntando su arma hacia él. Jin GuangYao continuó:

—Lamento no atenderte antes, no podía llevarte a otro lado porque levantaría sospechas, pero no hizo falta, ¿Cierto? Te recuperarte muy bien y bastante rápido.

Xue Yang frunció el entrecejo sin relajar su postura un instante, mirando al hombre con duda y cautela.

Jin GuangYao recogió las manzanas dentro de aquel establecimiento abandonado a donde Xue Yang los había conducido, limpiándolas una por una con calma mientras hablaba:

—Ha pasado un tiempo desde que nos vimos, pero espero que no hayas olvidado la razón por la que nuestros caminos se cruzaron.

Xue Yang soltó una pequeña risa al escucharlo.

—¿Sigues jugando con eso? Vaya que eres terco. Lamento decepcionarte, pero ni siquiera yo pude conseguir algo más que un efecto temporal— Jin GuangYao lo veía con calma, alisando su túnica.

—Crees que tengo tiempo para eso? No te busco para que restaures el amuleto, solo quería comprobar que estuvieras bien, supongo que Daozhang XingChen ha cuidado bien de ti. Aunque me temo que el pobre no sabe que asiste al asesino que lo llevo a la desgracia de perder sus ojos.

Al escucharlo, las defensas de Xue Yang se elevaron, mirando al líder de secta con molestia.

—Oh, pero tranquilo— continuó Jing GuangYao con una sonrisa, — no estoy aquí para desenmascararte, como he dicho, solo quería comprobar que estuvieras bien y, también hacerte saber que hay algunos cultivadores en camino ¿lo sabes ya? Sería un problema que existiera la posibilidad de que te reconocieran...

Xue Yang entornó los ojos mientras se cruzaba de brazos, tomó una de las manzanas dándole una mordida, en señal de indiferencia a lo que Jin GuangYao tuviera que decir.

El silencio se estableció durante un par de segundos, el líder de Lanling volvió a tomar la palabra:

—Supongo que todos tienen un punto de redención. Es una lástima que alguien tan brillante como tu haya llegado a ese punto a tu edad.

—No te equivoques—. Masculló tragando el bol de fruta en su boca, le sonrió a Jin GuangYao con suficiencia—. Esa palabra no existe en mi vocabulario, deberías saberlo, un asesino como yo no puede darse el lujo de arrepentirse. Es solo que Xingchen es demasiado útil para alguien tan vago como yo.

—Si no mal recuerdo, jurabas venganza cuando el y Daozhang Son Lang te entregaron— Xue Yang solto una risa burlona sacudiendo la cabeza.

—Estoy divirtiéndome mucho ahora, ¿Por qué detenerme? Me gusta burlarme mucho de él y su ceguera.

El lider de Lanling lo observó fijamente antes de volver a sonreír.

—Entiendo, entiendo, supongo que puedo decir que, en caso de que alguien decida venir por aquí... mantendrás las cosas en orden, ¿cierto? Al menos hasta que te aburras de tu entretenimiento.

Xue Yang calmó su risa, quedando solo una sonrisa maliciosa en su rostro. Tomo otro bocado a la manzana, suspirando ante su sabor.

—Son extrañamente dulces... ¿te molesta si me llevo algunas?

Jin GuangYao extendió la bolsa entera.

—Disfrútalas. Me tengo que retirar— Xue Yang asintió acompañándolo a la salida del callejón. Sin embargo, antes de separarse, el menor le preguntó:

—¿Sigues manteniendo el amuleto contigo? Todo ha estado muy tranquilo por aquí, solo nos hemos topado con uno que otro cadáver errante— soltó una risilla al decir lo último—. Un juego de niños.

—Ya te dije que soy un hombre ocupado. De cualquier forma, es difícil de manipular. Un objeto tan complicado...

—Sin duda el patriarca Yiling era alguien único.

Jin GuangYao suspiró al ver el rastro de emoción en las facciones del hombre, pensando que era una lástima que toda aquella curiosidad maligna ahora se encontraba, de cierta forma, dormida.

—Me voy, no causes problemas— Xue Yang se burló en voz alta al mismo tiempo que arrojaba una manzana al otro.

—¿Cuándo lo he hecho?

Jin GuangYao le sonrió una vez más antes de darse la vuelta, Xue Yang lo vio partir hasta perderse entre la gente.

Entonces el mismo se giró caminando en otra dirección, las manzanas en su mano eran un peso agradable.

—Ja... son tan dulces, pero sigo prefiriendo los caramelos...— sonrió con diversión,— se las dejaré a Daozhang y la mocosa, espero que así deje de robar mis dulces.

Y sin mayores distracciones, emprendió su camino de regreso al hogar de ataúdes.

Sueños, recuerdos y promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora