Sueños, recuerdos y promesas

Sacrificio

Debe hacerlo.

Tiene que hacerlo.

Es su única salida.

Sin embargo, después de verificar que todo estuviera en orden por quinta vez, algo de lucidez llega a su mente.

Una pequeña voz que le dice lo arriesgado de aquello, que podría no funcionar...

Que no hay vuelta atrás.

Mo XuanYu lo sabe y solo sonríe de forma enigmática, a través de todo ese maquillaje barato y suciedad, sus rasgos aún pueden visualizarse y aquel gesto, solo le recuerda a la persona y la relación que guarda con ella.

Aparta esos pensamientos de su cabeza, no es momento de distracciones.

Sus manos sangran copiosamente y él se apresura a escribir aquellos símbolos de herejía en el sucio establo a donde esas personas lo relegaron.

De nuevo, como una ola, los sentimientos que le están empujando a esto chocan contra él una y otra vez.

No puede soportar un día más de humillación ni agresión. Cada día, aquellos individuos con quienes comparte el apellido se las arreglan para lastimarlo, el desea que todo esto termine, pero no tiene la fuerza ni los recursos para enfrentarlos.

Se detiene en medio de la formación, suelta una risa que suena más como un lamento.

En su cabeza ve claramente la imagen de alguien, una sonrisa que es el reflejo de la suya al mismo tiempo que le muestra los papeles que ahora están a pocos metros de él.

¿Cómo podría saber que lo usaría? Mo XuanYu no desea saberlo, no quiere recordar nada acerca de ese hombre a quien no entendía en absoluto.

Era su hermano, aun así, la forma en que lo veía y le hablaba... El solo...

Mo XuanYu apartó los utensilios y con ello aquellos pensamientos que lo atormentaron innumerables noches antes y después de ser expulsado de la Torre Koi.

Está acabado, dentro de la lenta locura que ya lo ha venido consumiendo desde esos días, sumado al continuo maltrato de la familia Mo, su mente, corazón y alma ya están cansados de ese martirio.

Entonces recordó aquellos pergaminos que él le mostró, incluso le permitió tenerlos.

No sé preguntó la razón en ese entonces y no valía la pena hacerlo ahora.

No lo pensó demasiado. Después de todo no tenía a nadie más en el mundo. Nadie lloraría a un huérfano, un manga cortada, un hijo bastardo.

Sin embargo, pese a todo, el aún guardaba coraje y suficiente fuerza para hacer un último intento de, al menos, hacerles pagar a los culpables de la desgracia de su madre y su propio tormento.

Él no puede ejecutarlo por su propia mano, pero hay alguien que si...

Un último trazo y se endereza en una posición arrodillada admirando su creación.

Sin vacilación diciendo cada palabra con ira estando en la desesperación, finalmente recita el conjuro que lograra liberarlo...

O condenarlo.

—¡Te ofrezco mi cuerpo para que cumplas mi venganza! ¡Yo, Mo XuanYu te invoco, Patriarca Yiling!