En el cuarto de Xiao DeJun las cosas se apilan, desastrosas, como resultado natural de meses de encierro sin razón aparente. Wong KunHang es el único que tiene permitido acceder a ese rincón, contratado por el padre de DeJun como último recurso para...
—Sí. El tiempo se nos acabó —lo escucha decir con una sonrisa débil—. ¿Cómo te sientes ahora?
Lo mira. Hendery mantiene una sonrisa, y al mismo tiempo sus ojos parecen más atentos que nunca. Permanece sentado en la silla que usa mientras está en la computadora, esta vez de espaldas a ella, mientras su acompañante lo mira desde la cama situada justo detrás. Los separan apenas unos metros, suficientes para hacerlo sentir tranquilo la mayoría de las veces.
Duda. Esta vez no es así.
—La verdad...
—¿Sí?
Hendery sonríe, dejando a la vista sus dientes blancos, perlados, perfectos.
Sus pensamientos se desmoronan.
—...Sobreviviré la noche. O hasta que vuelva a verte.
Nota que la mueca de Hendery se vuelve algo áspera, quebrando en un instante la ilusión de calidez a la que casi se ha acostumbrado. Se recompone igual de rápido, como si nunca hubiera decaído. Pero DeJun es consciente de cada uno de sus movimientos, y lo lamenta.
Sabe que Hendery en el fondo quiere escuchar que estará bien y que solucionará pronto todos los problemas que le impiden salir de su cuarto. Sí, sabe perfectamente que lo único que Hendery quiere es que ponga un paso fuera, que deje de necesitar sus visitas semanales porque sí, no es más que un trabajo: un trabajo en el que, para convertirse en alguien de renombre, se depende directamente de la cantidad de casos exitosos obtenidos. Que, a final de cuentas, él también debe transformarse en una de esas cifras.
Sabe también que lo han catalogado de hikikomori, que Él ni siquiera sabe qué significa eso ni tampoco quiere entenderlo, pero que confía en la labor de Hendery como si de un médico se tratara.
Sabe que sus oportunidades de ver a un médico real son escasas, por no decir nulas. No es imbécil. Se da cuenta de eso y de mucho más, aunque nunca diga palabra al respecto.
—Entonces me voy... —lo mira levantarse, y no hace ademán de acompañarlo a la puerta, situada apenas a unos pasos de distancia—. DeJun...
Sus miradas se cruzan. Mantiene el rostro impasible, pese a que su pecho se alborota; su corazón, dentro, late con rapidez.
Hendery sonríe ligeramente, y aquello no ayuda en lo absoluto.
—...Por favor cuídate, ¿sí? Aliméntate como corresponde, bebe suficiente agua —lo escucha atento, incapaz de decir nada ante sus suaves palabras. Todo lo que está diciendo está dentro de su labor como acompañante y no es más que un acto mínimo de cordialidad, lo sabe, pero aún así siente que las mariposas inundan su estómago—, y duerme bien.
La puerta se cierra con demasiada rapidez. Nota que ha extendido su mano derecha como un acto reflejo, intentando inútilmente detenerlo. Lleva los ojos al cielo; luego, esboza una sonrisa quebradiza.
El cúmulo de cosas sin pronunciar le produce un nudo en la garganta.
—No tienes ni idea de lo imposible que es tu petición, Hendery...
———
the sleep of reason produces monsters: grabado realizado en 1799 por el pintor Francisco de Goya, perteneciente a la serie «Caprichos». Entre sus variadas interpretaciones, se encuentra: "cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones".
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Tercer capítulo, espero que les haya gustado <3 Como en los anteriores capítulos, incluí el video de la canción a la que se hace alusión al inicio. Además incluí una foto del grabado tras el que se llegó al nombre de esta actualización.
