final - bái sè

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the door - colored me blue

—Ha pasado mucho tiempo, ¿no es así?

En el lugar no se encuentra nadie más. Se sienta en el césped; el que le corresponde es apenas un minúsculo rectángulo. Sus ropas, de color blanco, entran en contacto directo con el terreno. No le importa si quedan impregnadas de la tierra o de las briznas que se mecen gracias al suave viento que sopla en aquella tarde de viernes.

Levanta la cabeza. Apenas hay nubes, y el sol brilla justo por sobre su cabeza. Aquel día es tan calmo como en años anteriores, pero es la primera vez que es capaz de notarlo.

Nota, también, que los jarrones tienen agua. No solo eso; diversos ramos de flores permanecen dispuestos en ellos, bañando el mármol con gotas de todos los colores. Crisantemos, azucenas, rosas, claveles, y tantas otras que no puede siquiera nombrar. Con todo, ninguna parece tener más de un par de días desde su recolección: lucen esplendorosas, llenas de vida.

Suspira, y sonríe un poco. A KunHang le habría abrumado, de buena manera, todo aquel cariño dispuesto a través de flores.

—...Cinco años, y al contrario de lo que pensé... pareciera que cada vez está más hermoso este lugar —este año, no ha traído flores. No ha traído más que su presencia. Sentado sobre el césped, se abraza a sus piernas—. YangYang dice que no podrá venir, que lo lamenta muchísimo. Honestamente, no podía creer que le había dado una nueva oportunidad al amor, pensaba que estaba haciendo una de sus tantas bromas... hasta que llegó el día en que se fue a Alemania junto a su pareja. Se veía tan feliz... creo que no vendrá a visitar por un buen tiempo.

Después del suceso, Liu YangYang se había acercado a él sin invitación previa, aludiendo a que lo había visto en televisión y en el juicio. Aunque había sido reticente en un principio, gracias a él, había podido llevar las cosas un poco mejor: de su boca había escuchado parte de las últimas horas de vida de KunHang y, pese a que YangYang y KunHang apenas habían entablado contacto, se había acompañado por él durante los funerales y el tiempo de luto posterior. Sin quererlo, en YangYang había encontrado un amigo: un confidente que, tal como supo tras incontables conversaciones a lo largo de los meses, no había vuelto a sus andanzas en clubes nocturnos.

No. YangYang, al igual que sí mismo, había dado un giro de ciento ochenta grados luego del deceso de KunHang. Las cosas simplemente no se sentían igual, no podían volver a ser las mismas de antes. Según él, ya no tenía caso involucrarse con otros solo por placer, ni tampoco tenía caso el gastar su tiempo en encuentros de una noche solo para ser botado al día después.

Según él, también, había empezado a realmente valorar a las personas, a las que realmente valían la pena y cada uno de los segundos que podía pasar con ellas. En ese punto, no podía estar más de acuerdo.

Por eso, al oír la noticia de que había vuelto a estar con alguien después de casi cuatro años y medio de soledad, no le creyó. No fue sino hasta que lo tuvo que despedir en el aeropuerto —YangYang diciéndole "adiós" con una enorme sonrisa, su novio alemán saludando tímidamente con la mano libre— que finalmente se convenció de que no era una broma más.

YangYang había sanado. No de manera total, no; eso probablemente sería imposible de lograr, pasaran los años que pasaran, o al menos ambos lo creían así. Sin embargo, estaba lo suficientemente bien como para continuar con su vida.

Outbreak // XiaoDery - WayVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora