two - hikikomori

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mac demarco - k

—En serio, Hendery, vete.

Hendery. Es la manera en la que se presenta con sus nuevos clientes, sin excepción. Probablemente se dan cuenta de que no es un nombre real, que solo es una máscara que utiliza para resguardar su identidad verdadera, como un profesional.

En la voz única de Xiao DeJun, sin embargo, desde siempre ha sonado distinto. Casi como si fuera su verdadero nombre.

—No has comido en todo el día, ¿quieres que vaya a comprarte algo? —avanza de a poco, sin desanimarse.

—Hendery-

—Necesitas hidratarte también. Te descompensarás de otra forma.

—Hey-

—Supongo que tuviste una noche de insomnio también, ¿no es así-?

—Estoy sintiendo algo por ti.

Lo primero que puede hacer es sonreír. Xiao DeJun, con la cabeza gacha y escondida en las rodillas, abrazado a sí mismo, no le deja saber en un principio si se trata o no de una broma. Luego, siente la tirantez de su propia mueca.

DeJun no es asiduo a las bromas. De hecho, nunca le ha escuchado decir alguna.

—¿Sen... sentir? —repite, agachándose hasta adquirir su altura—. ¿Algo así como una amistad?

—Entiendo que quieras eludirlo. Supongo que debe serte incómodo saber que el hikikomori al que te pagan por visitar frecuentemente está comenzando a enamorarse de ti. No te culpo, al contrario.

—DeJun...

—Además del hecho de que somos dos hombres. Disculpa —ni una gota de liviandad en sus palabras. Definitivamente no está mintiendo—. Nunca quise ponerte en una situación tan incómoda como esta. No he estado comiendo, pero te prometo que volveré a hacerlo y me pondré mejor. Sé que... que Él te pedirá que vengas a verme. No lo hagas, por favor.

Él. Sabe que está hablando de su padre, y sabe también que jamás le ha llamado por tal grado de parentesco. Es algo que no cuestiona abiertamente, pero de lo que puede adivinar de cierta forma el porqué. El señor Xiao, junto con su inherente aspereza y desagradable manera de ser, es el único motivo por el que debe recordarse sonreír con el doble de ahínco cada vez que anuncia su llegada a la residencia de los Xiao, padre e hijo. Mas, nunca ha sido por DeJun. Al mirarlo fijamente, él ocultándose en sí mismo, da cuenta una vez más de lo frágil que luce.

¿Cómo podría ser por él, tan incapaz de hacer daño?

—Estábamos por buen camino —comienza a decir, acercándose más a él. Lo escucha respirar con dificultad, en un silbido tembloroso—. Falta tan poco. No te rindas ahora.

—¿No te incomoda saber que me estoy enamorando de ti? —DeJun levanta el rostro por primera vez. El velo que cubre sus ojos hace que el pecho se le apriete aún más, instintivamente—. Por favor, piénsalo detenidamente.

Se muerde el labio inferior y desvía la vista hacia el piso, incapaz de confirmar o desmentir nada. Los segundos pasan. Siente que su respiración vuelve a tranquilizarse, y escucha una ligera risa.

—Lo sabía. Perdona por ponerte en esta situación.

—No, DeJun, yo-

—Por favor, déjame a solas —para cuando vuelve a mirarlo, nota que se ha acurrucado de nuevo—. Y dile a Él que ya estoy mejor, así te dejará ir.

Se enfoca en sus cabellos, negros como el carbón, y es la última memoria que se lleva de él. Levantándose y haciendo como es indicado, bajando las escaleras y explicándole brevemente al señor Xiao acerca de la mejoría de su hijo, se asegura de dejar la casa sin mirar atrás. No pronuncia más palabras durante el camino.

Incluso en la quietud de su apartamento, aún tiene en la retina la cabellera lustrosa de DeJun ocultando cualquier atisbo de su rostro. Aún tiene en cuenta el hecho de que falta para su mejoría, que aún no puede darlo de alta.

Especialmente, piensa en su confesión inesperada.

———

Al día siguiente, las circunstancias le hacen ser más insistente que nunca. Se entera de que ha faltado a su promesa, que sigue sin probar bocado, y cancela sus citas para el día sin dudarlo ni un segundo. No importa que con ello deba rearmar toda su agenda. Avanza a paso rápido por la estación de metro, emergiendo a la superficie otra vez, y al llegar a destino aguanta en silencio las palabras ásperas que el señor Xiao comenta acerca de su propio hijo.

Deshaciéndose de él con una sonrisa, sube las escaleras. Ni siquiera han pasado veinticuatro horas cuando vuelve a golpear suavemente en la misma superficie de madera la que, esta vez, se abre en un tiempo sorprendentemente escaso.

Apenas unos segundos.

—¿Qué...?

Ingresa en su habitación y cierra detrás de sí. DeJun lo mira de par en par, sorprendido: casi podría decir que está pasmado por su propia acción de dejarle entrar en tan poco tiempo.

Observando sus ojos asustadizos, nota que están irritados.

—Tu padre me dijo que no has comido. Necesitas hacerlo, ¿sí?

El contacto físico está terminantemente prohibido, lo sabe bien. Su labor es acompañar con palabras, y no debe prestarse para otras situaciones, especialmente no cuando los hikikomori respetan su espacio privado más que nada en el mundo.

Teniendo todos esos factores en mente y dejándolos en segundo plano, es que extiende su brazo derecho y va cuidadosamente, siempre fijándose en las pupilas de Xiao DeJun. Percibe la sorpresa en su mirada, la que se intensifica en cuanto llega a destino.

—Tranquilo —murmura, acariciando sus cabellos—. No podrías disgustarme. Honestamente... me siento agradecido de tus sentimientos.

Lo ve apretar los ojos; pese a ello, brotan un par de lágrimas que corren libremente por sus mejillas. Sigue acariciándole con cuidado, y entonces recuerda.

Es la primera vez que lo ve llorar.







———

hikikomori: adolescentes y/o adultos que se aíslan de la sociedad y mantienen grados extremos de soledad y confinamiento. Si bien se originó en Japón, actualmente es posible encontrar hikikomori a lo largo del mundo.

Segundo capítulo de "Outbreak" <3 Espero que les haya gustado esta actualización y que estén disfrutando de esta introducción a la historia. Cualquier cosa estaré feliz de responder <3

¡Nos vemos pronto!

Outbreak // XiaoDery - WayVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora