Talk to me!

505 75 50
                                    

Abrí los ojos, me quedé un rato viendo al techo y disfrutando de la paz que había a estas horas de la mañana. No estaba seguro de que Stuart estuviese despierto, no quise asomarme a checar. Quizás la había pasado mal intentado conciliar el sueño y tal vez recién había conseguido dormirse, no me gustaría molestar.

Me sentí tranquilo un momento, el pabellón estaba sumido en un entero silencio. A las siete nos despertaban, quizás apenas eran las seis, no podía saberlo, no había una bendita ventana en la que apoyar mi hipótesis.

Entonces, escuché el bostezo de Stu debajo mío. Estaba despierto.

Se sentó en el colchón un rato, desde mi perspectiva elevada se notaba el desorden de sus cabellos. Se paró, y caminó hasta el inodoro colocado en la esquina de la celda. Era un impulso matutino, recordé que el único que comió algo el día de ayer fue él, en el almuerzo. Nos perdimos la cena por habernos quedado charlando.

Lo noté incómodo de orinar aquí, ni siquiera desabrochó su pantalón naranja, sólo estaba parado frente al retrete. Me dio gracia.

—¡Buenos días, Pot! —exclamé, sintiéndome cómico a esas horas de la mañana.

—¡N-no mires! —dijo, como adolescente que no tolera volver a ser visto sin prendas por su madre. ¡Estábamos entre puros hombres! ¿Acaso nunca fue a un baño público? Aunque ese último punto es entendible, los baños públicos son un asco.

—Tranquilo, viejo. No tienes nada que no haya visto. Y date prisa, también debo usarlo —Bajé de mi cama de un salto. Fue para impresionarlo, pero ni siquiera me vio. Estaba ocupado mirando la esquina de la habitación. De verdad que le apenaba orinar conmigo ahí, aún si yo traía prisa... Creí que tendría un poco más de confianza.

—No m-mires —repitió.

—Sí sí, no miro —le dije para que al fin me deje de joder un poco. Volteé a ver hacia la otra pared. No imaginé que esas serían una de las pocas palabras que ese día me dirigió.

...

Durante el desayuno, el almuerzo, la cena y los recesos que cada horario traía; Stu actuó extraño. Yo había quedado con ganas de darle un recorrido informativo, pero él no mostraba la misma voluntad: Me miró poco, me habló poco. Sólo hacía las actividades que ahí ofrecían, las pobres actividades que con el tiempo hartarían al más divertido e hiperactivo del grupo.
Lo que más hizo por mí fue ignorarme. Como si lo único que nos obligaba a estar juntos era el hecho de ser compañeros de celda, nada más. Como si ninguna charla emocional se hubiera dado en el medio. ¿Acaso lo de ayer se le había borrado de su cabeza? Me sentía fatal. Como un buen golpe bajo.

Y aunque dejé mucho de mi progreso aquí dentro por él, hasta llegar al punto de ganarme enemigos por absurdas razones, no lo presioné para que deje esa estúpida actitud. Me mantuve a su lado a lo largo del día, protegiéndolo en silencio. Estoy seguro de que fue tan incómodo para él como para mí, pero él no discrepó de mi discreta compañía.

Cuando estuvimos en el patio; mis antiguos compañeros de celda me vieron, y me preguntaron que a dónde me había ido, que me extrañaban, y que pronto extrañarían escuchar mis anécdotas criminales. Tuve que decirles que me habían transferido a una celda más apartada. Se fueron, tristes.
Ese grupo siempre fue extraño.

Volví a centrarme en Stu.

Era alguien de aspecto débil y atractivo que de inmediato llamó la atención de los demás musculosos influyentes. Y tras el escándalo de Kiddo, muchos querrían ponerle los dedos encima. Su retorcida lógica era la de que el hecho de obtener a Pot significaría ser mejor que Kiddo, ya que él no pudo hacerlo.

❝Let Us Out!❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora