Guilty

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-¿Robaste la tienda por su culpa, no?

-¡P-por supuesto! De otra manera no lo habría hecho... Iban muy en serio. Se tomaron la molestia de investigar a mi familia, así dieron con mi identidad. ¿Puedes creerlo? Sólo por una deuda estúpida...

¡Claro que podía creerlo! Estuve dedicado al mundo de la estafa con cierto estatus por mucho tiempo, escondido como sombra en las calles, cobrando lo que no me era devuelto. Y si no lo era; alguien acabaría gravemente herido como advertencia, y lo siguiente del aviso llevaría al caso de ser enterrado bajo tierra con un buen disparo entre cejas. Fui capaz de llevar a cabo todas las enseñanzas de mi padre, así que sí, la amenaza de esos sujetos está bien vista desde el punto de vista de mi gente, pero desde la suya.
Pero decirle todo eso no sería correcto. Reservé aquello.

-Pusieron el cañón de la pistola que tenían en mi boca. Ahora mismo, creo que hubiera sido mejor si hubieran jalado el gatillo -Se acostó sobre las almohadas, suspiró. No supe qué decirle.

Su vida fue bastante injusta, siempre creí que bastardos como yo sólo podrían tenerla. Aunque tenga treinta y cuatro años; recién comprendí que la gente buena tampoco la tiene fácil.

-Perdona haber vuelto denso el ambiente. No hablé de todo esto en mucho con alguien. Sólo acerca del crimen en la corte, sin embargo aún así me declararon culpable -Colocó sus brazos sobre su rostro, ocultó su mirada de mí. Yo seguía sentado a un lado del colchón.

-¿Tu familia estuvo en la audiencia?

-Sólo mi padre y mi tío. Demonios, sus rostros demostraban decepción en demasía. En especial mi tío. Nadie me creyó cuando terminé de hablar -Sacudió sus piernas cuando dijo eso, creo que fue un acto de furia-. ¿Cómo fue tu audiencia? ¿Muchas o pocas miradas juzgantes?

-Sin contar las del juez y las del jurado, sólo hubo una: La mía.

Stuart destapó su rostro, ahora me miraba, esos ojitos negros pusieron su atención en mí.

-¿Y tus parientes, amigos?

Me giré a verlo, sonreí mientras hablé. Mi respuesta sonaría como la peor desdicha pero sinceramente sólo llegaba a causarme gracia la soledad que afronté, aún teniendo a decenas de hombres alrededor.

-Mi familia es una mierda que poco se interesó en mis asuntos, les perdí el rastro hace mucho, pero sé que ellos no lo hicieron conmigo. Y amigos... Todos huyeron cuando se enteraron de quién era mi padre.

-Vaya. Eso es fuerte -expresó, vacío. Borró esa mueca interesada y la reemplazó por una ida y deprimida. Tal vez repasó una vez más en su cabeza sus hechos. Quise hacerle sentir mejor, pero desconocía cómo.
Cuando mordió su labio inferior y una lágrima saliente de su ojo derecho recorrió su piel tuve que actuar.

-Woow, ¿estás bien? ¡N-no llores!-

-¡A-ah! ¿Estoy llorando? Q-qué vergüenza que me hayas visto así de nuevo. ¡I-ignórame! -exclamó desesperado.

Su estado sería tachado de deprimente y decepcionante, siendo él un hombre que debe aceptar las consecuencias de sus actos. Pero para mí era comprensible que se desarme en llanto. En cambio, yo prefiero reírme de mis desgracias.

Nuevamente se escondió entre sus brazos y manos, aún tendido boca arriba sobre la cama. Sus piernas sobresalían de ella, estaban flojas. Inspeccioné su cuerpo, analizando la delgada figura delante mío. Una que entre mi rutina de hombres fuertes y robustos no encajaba.

Volví a dirigir mi vista a su rostro escondido. Le hacía falta reír, reír como antes lo hizo. Y yo, yo necesitaba oir una vez más esa carcajada armoniosa combinarse con el ruido del ambiente.
Estiré mis dedos y empecé a acercarlos a su cintura.

-¡Ah! -Fue lo primero que expresó cuando hice contacto con él sobre el uniforme. Cuando empecé a sacudir mis dedos sobre esa superficie y a hundirlos levemente; Stuart soltó una risa.

-¡Alégrate, hombre! ¡Tienes al mejor compañero de celda contigo; Murdoc Niccals! -dije con una sonrisa, probablemente hablé en voz muy alta. Continué haciéndole cosquillas.

-¡JAJAJAJA! ¡B-BASTA! -Mis dedos recorrían su vientre con dificultad. Él se retorcía demasiado, agitó sus piernas y sus brazos se mantuvieron inmóviles, como si no quisiera parar mi ataque.

Reía, reía muy alto. Su maravillosa voz; hecha para vocalizar notas y sumarle belleza a todo tipo de melodía, reía por mí. Estaba feliz, feliz porque yo provoqué esa momentánea felicidad que le hizo olvidar esa melancolía que lo succionaba a un hoyo de depresión. Yo.

Me detuve, porque creí que seguir con eso sería demasiado para ambos.

-¡E-eso fue genial! -comentó, levantándose de la cama y volviendo a sentarse a mi lado, cuando recuperó el aire que le fue arrebatado en medio de toda la emoción. Su rostro estaba colorado. Y lo decía como si acabáramos de encontrar una nueva manera de provocar gracia en alguien. Es tan idiota.

-Ya que te ves feliz, ¿puedo preguntarte algo, Stu?

-Claro, Mudz.

-¿Qué o quién es tu motivo para salir de aquí? -Alguien consciente de su propia inocencia debe tener una motivación para resistir falsas acusaciones, algo o alguien, de lo contrario, la autodestrucción es inminente.

-¿Motivo? -asentí-. Bueno, diría que mi tío y mi novia. Son los únicos que me han apoyado en estos años. Debo demostrarle a mi tío que soy inocente. Y volver con Sheryl, sus padres al apenas enterarse de mi "crimen" intentaron alejarla de mí. Qué fastidio...

Sentí pena, aunque no comparto el sentimiento de ser alejado de alguien amado. Todos los que pasaron en mi camino son basura que nunca tendrán un poco de afecto mío que sea sincero.

-Espero que al menos la dejen llamarte. Una novia sin noticias de su novio es un desastre -cité algo que oí.

Asintió con la cabeza, coincidiendo en lo que dije.

-¿Y tú? ¿Tienes un motivo? -me preguntó. ¡Já! El único catalogado como uno era el asiento en mi bar preferido, en la última fila donde puedes beber hasta recargarte en la pared y no caerte.

-La verdad que no. Aquí dentro y afuera mi vida es igual. Hombres que me miran mal y me amenazan, otros que me respetan, mujeres que merecen más respeto pero simplemente no lo piden, y autoridad floja e ignorante. Actúan demasiado tarde, o demasiado pronto.

-¿Pues qué tipo de vida tenías? ¿Mafioso, quizás? -¡Bingo Bongo!

-Estás frente al jefe de uno de los grupos más importantes del sur de Inglaterra. Bueno, lo era. Perdí mi puesto con todo esto. Si saliera no tendría a dónde ir, ni qué hacer. Tengo años de condena para pensarlo.

Pot no reaccionó, se quedó perplejo ante lo que había acabado de revelar. No respondió.

-Luces fuera -dijo la voz de un guardia que llevaba una linterna, me tomó por sorpresa. Alcé mis hombros por el susto.
A las nueve de la noche empezaba el horario nocturno. Me sorprendió que fuera ya tan tarde. ¿Cuánto nos quedamos hablando?
El tipo se fue.

Me levanté del colchón de Harold y me subí a la mía. Desde ahí le eché un nuevo vistazo, se quedó viendo el exterior de la celda. ¿Tanto le afectó lo que dije? ¿Qué había dicho? ¡Por favor, a qué clase de tipos esperas encontrarte aquí, a mafiosos!

Esos fueron mis pensamientos egoístas. No me detuve a velar por él, cerré mis ojos, necesitaba un descanso. Todo esto, sin imaginar lo que la mente de Stu se encargó de suponer de mí y mi gente.

❝Let Us Out!❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora