Epilogue

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Murdoc movió su mano y tomó el vaso con agua delante suyo. Bebió el líquido tranquilamente, el ruido de su garganta tragando era absoluto en la sala. El inspector se hallaba abatido por lo que acababa de escuchar, tenía sus manos juntas con los dedos cruzados sirviendo de apoyo a su cabeza. Niccals dejó el vaso y esperó a que el hombre retomara la palabra. Pero estaba tan callado que decidió seguir hablando.

—¿Qué le pasa? ¿Fue demasiado? —preguntó con socarronería.

—Bueno, admito que es impactante —Murdoc sonrió. Al fin abría la boca.

—Para que sepa que todo lo que se  siembra aquí es dolor —El inspector se incorporó y le clavó la mirada—. ¿Eso era todo lo que quería? ¿O me alargué demasiado? Le recuerdo que dijo que le contara TODO.

—No, no te preocupes. Estás en lo cierto, te pedí todo pero no pensé que me fueras a contar cada detalle...

El azabache presumió su habilidad para no caerse de la silla mientras miraba divertido al inspector. Disfrutaba esa expresión incómoda que le dejaba a la gente tras contar su tragedia amorosa.
Parecía que en cualquier momento caería de espaldas con la silla.

—Pero eso no es todo. Se nos fue el tiempo pero aún alcanzo a decirte esto —El prisionero dejó de jugar con el mueble y se propuso a escuchar. El inspector se levantó y empezó a caminar por la sala mientras el otro le seguía con la mirada—: Atrapamos a tu padre luego de una persecución muy exigente. Creyó que huir a América le daría una ventaja. Tardamos años pero tras tu captura y tu colaboración con la policía pudimos avanzar con el caso. Sebastián Niccals, culpable de tráfico de toda clase de drogas, de asesinato en primer grado, de estafa, de extorsión y en especial de huir de la ley.

Murdoc se quedó estático un momento, pero tras un rato empezó a cambiar esa expresión arrugada por una contenta que le sonreía triunfante al inspector.

—¿Y ahora qué harán con él? —cuestionó interesado de saber el destino de su padre.

—Eso es lo que más me inquietaba decirte... —Niccals dejó caer la máscara de felicidad—. Lo van a transferir a esta misma prisión. Sólo puede ser juzgado en Inglaterra, apenas pudimos conseguir que Estados Unidos cooperara para su captura.

—¡¿Pero tiene que ser justo aquí?! ¿Es un maldito chiste? ¡Dime que sí! —Golpeó con sus puños la mesa. Los guardias del otro lado de la puerta se pusieron en alerta pero el inspector Evans los calmó con una señal.

—Oye bien, por lo que acabo de escuchar te importa mucho ese chico Pot, ¿no? Pues abre los putos oídos y pon mucha atención —Los ojos de Murdoc se cristalizaron cuando el hombre mencionó a Stuart, calló y Evans supo que dio en el clavo—. Has cooperado en varias ocasiones con nosotros. No sólo en el caso de Pot, también en el de tu padre y hasta nos ayudaste con los casos de los restos de tu organización. Se te sumaron cuatro años tras lo primero pero ayudaste a un inocente. Y aunque sabemos que ni has cumplido la mitad de tu condena, estamos dispuestos a tramitar tu libertad condicional por buen comportamiento y cooperación. Han pasado tres años desde lo que me contaste, ¿no? —Murdoc asintió, con el aire a puro descontrol—. Entonces debes estar cansado de ver a Stuart a través de un vidrio, de que no los dejen tocarse las manos y de tener que esperar a que te den el permiso para llamarlo.

—Desde el primer día que me cansé —pronunció.

—Pues mueve tu culo. Pienso ordenar que se te transfiera a una prisión de menor seguridad. Eres alguien problemático aquí dentro, no olvidemos lo de Kiddo.

—Sí, un minuto más y terminaba muerto en ese inodoro... —dijo, recordando con disgusto el día que rozó la muerte antes de que un compañero lo hallara en el baño con la cabeza metida en el inodoro

—Así es. No será difícil hacer que crean que es parte de un programa de protección de testigos para protegerte de tu propio padre, a quien acusaste. Con lo que has contado para nosotros será fácil meterles la idea. No tardará mucho. ¿Qué dices?

—¿A dónde iría? ¿Estaré lejos de Stuart?

—¿Es eso lo que te preocupa? Claro que sí, tiene cercanía con Crawley. Dejarás ese uniforme beige desde luego, y en unas semanas tendrás tu libertad condicional sólo si te portas bien —Evans hizo un gesto, como de una madre cuidadosa dándole una advertencia a su hijo.

—Ya era hora, este color no me sienta para nada —Rió un poco pero su alegría sólo se debía al hecho de pensar que finamente estaría habilitado para volver a tocar a Stuart.

—Claro que seguirás siendo un preso, podrás salir a partir del horario matutino pero deberás volver cada noche para dormir aquí. Con el tiempo tendrás más libertad hasta que cumplas con lo que debes de condena. ¿Alguna pregunta?

—¿Puedo... puedo abrazarlo? —El cuarentón alzó la ceja por la petición, pero no podía evitar ignorar la situación de Niccals. Le dio permiso pero antes avisó con una seña a los guardias en la puerta que no se preocuparan. Entonces el azabache se alzó de la silla y se dirigió a abrazarlo.

Evans empatizaba con Murdoc a pesar de no haber estado en un caso parecido. Podía imaginarse su dolor y añoro que seguro sentía al estar separado de quien ama. Él le ofrecía una mano para acercarlo a la felicidad que tanto Murdoc como Stuart esperaron por tres años.
Pensaba darle él mismo la noticia al joven Pot, sólo para ver su alegría correrse por sus ojos. Desde que quedó libre se amigó con aquella familia.

Faust apretaba su espalda, y era seguro que sollozaba. No dudó en devolverle el abrazo. Fue algo emotivo.

Acompañó a Niccals en ese proceso de liberación. Durante cada sesión éste le contaba un pedazo de lo que fue con Harold ahí dentro, y de paso algo relacionado a su pasado antes de ser arrestado. Son más cercanos de lo que parecen.

Desde ese momento, el inspector Richard Evans se ganó una invitación segura a la boda de esos dos.

El inspector representa a esas amistades que estuvieron para apoyarme en mi momento de crisis. Epílogo dedicado a esas personas que te escuchan y aconsejan cuando crees estar en el peor estado.

¡Y eso es todo!
En serio, gracias por llegar hasta acá ♡.

Admito que esta historia es una a la que más esfuerzo y corazón le he puesto. Es hasta ahora mi obra con más duración y una en la que me atreví a muchas cosas. Es algo muy personal que ha influido mucho en mí desde que la empecé. Me alegra bastante saber que disfrutaron esta travesía.

Todo esto fue experimental pues nunca me agradó escribir ni leer algo en primera persona. No sé por qué pero me aburría. Pero desde que leí cierta novela en clases, narrada de esa manera; no pude contenerme y soltarme un poco. Llevaba bastantes historias contadas del mismo modo y quise variar como homenaje a la obra que leí.

Y como ultra datazo: el escritor de dicha novela visitó mi colegio y tras la charla que dio junté el valor para enseñarle el capítulo tres de ésta misma historia, pues lo considero uno de los más esenciales. Lo leyó y elogió mi manera de escribir. Y aunque fue penoso explicarle el contexto, fue maravilloso que una de las inspiraciones específicas para este fanfic me diga con sus palabras que tengo futuro como escritora, y que espera ver una obra mía publicada en una librería. Es también, que gracias a él esto logró llegar a su final.

Final dedicado a Gonzalo Unamuno. Hasta me dio su email, ahh.

¡Besos!

💜

❝Let Us Out!❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora