Love me

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Cuando tomé mi bandeja y me senté en la misma mesa que Stuart tuve la inevitable sensación de pensar en el comienzo de nuestra relación. La única diferencia era que estábamos sentados al lado, y no confrontados.
Me iba perdiendo en el recuerdo del primer vistazo de esa cara bonita que había sido pisoteada tan cruelmente.
Y pensar que llegó con tanto miedo y desentendimiento... Era maravilloso verlo sonreírme, mientras comía aún con cierto disgusto esa comida a la que nadie logra hallarle sabor. Mientras yo comía a cucharadas lentas él devoraba el plato en silencio. Estaba muy  hambriento, me confesó antes. Fue gracioso el modo en el que me lo hizo saber, como si fuera algo que debía tomar muy a cuenta.

Lo veía con melancolía. Lo veía con la mirada perdida sabiendo que en algún momento tendría que decirle "adiós" a esa dulce actitud. A ese introvertido chico que comía delante mío con desinterés a mis pensamientos. Stuart fue una de las mejores experiencias que me hacían querer gritarle al cielo para agradecer tremendo obsequio. Sonreí un poco, imaginándome en esa situación.

Soltó la cuchara y dijo que había terminado. El plato estaba vacío, y al mío apenas le faltaba comida. Volví en mí y le dije que podía tomar mi parte, si quería. Había perdido un tanto el apetito.

Pero Stu no pensaba en dejarme sin comida por andar de distraído: Tomó su cuchara y la metió en mi puré de papas para tomar un poco, la elevó y la dirigió a mi boca.

—Abre —ordenó.

Comprendí a la primera, pero me pausé. Sabía que de por sí tenía miradas encimadas, o tal vez simple paranoia, pero no estaba seguro de abrir la boca. Aquella cliché y cursi acción marcaría en mi memoria un momento especial con él, y lo último que quería era añorar ser alimentado por él en el almuerzo.
Él seguía con la cuchara en el aire, invitándome a tragar el puré de ella. Pero, como cualquier estúpido enamorado no pude decirle que no, aunque en un futuro me fuera a arrepentir de haberle dicho sí.

Puso la cuchara en mi boca y tragué el puré, y por primera vez pude percibirle auténtico sabor en esa comida. Un carnaval de enjundia que pareció proveniente del cariño con el que me trató. Hizo eso tres veces más hasta que él mismo se proclamó cansado, prefirió dejar que termine por mi cuenta el almuerzo. Me molesté y encaminé la dichosa cuchara con puré a su mejilla, manché su piel como broma. No le importó y antes de que limpiara su cara con su manga me lancé a darle un beso en esa ubicación, quité el puré y me encargué de dejarle un buen sonrojo.

Diablos, ¿cómo iría a olvidar ese momento?

...

Mientras tocaba las ligeras hojas que ya empezaban a brotar de mis lechugas me puse a observar a Harold. Cuidadoso ante sus tomates como siempre, atento e interesado en el avance de la planta. Lo veía, tentado a contarle todo; que mentí y que esos serían nuestros últimos días juntos. Pero, me destrozaba imaginar su reacción y expresión. Esperaba que comprenda y que sea capaz de olvidarme a mí y a lo que fue nuestro burdo romance. Porque es mejor olvidar y seguir que quedarte atascado en el recuerdo de lo que pasó. Te estancarás si crees que los buenos tiempos volverán si te mantienes, no, no lo harán. Debes buscar nuevos buenos tiempos de los que puedas sentirte satisfecho nuevamente, pero claro, todo tiene que acabar. ¡Un consejo de Murdoc Niccals!

Fue así que caminé hacia él, a paso tembloroso. Me vio acercándome y me dedicó una sonrisa, para decirme:—Pronto haremos una ensalada.

Estuvo al borde de destruirme. De quitarme la confianza que obtuve con ese par de palabras. Pero negué con la cabeza, a lo que me vio extraño.

—No, no habrá ensalada. Escucha —De por sí verlo fruncir el ceño me provocó culpa, imaginen cómo empecé a sentirse cuando su labio inferior empezó a palpitar—. Anoche, confesé que yo fui el que influyó en tu crimen. Por eso me sacaron de la celda...

❝Let Us Out!❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora