🐾 Décimo Segundo Omega 🐾

264 31 8
                                    

Recuerdos

A pesar de tener apenas unas dos semanas de haberse presentado, Kim SeokJin se había descartado de ser el Beta más precioso a sus quince años pasando a ser el Omega más hermoso y puro que se podía conocer.

Sus bonitos ojos chocolates siempre mantenían un brillo tan puro y hermoso, tan penetrante y profundo, fundido y demostrativo ante las emociones que sentía. Sus cabellos negros y oscuros como la noche, esa misma que gustaba ver hasta tarde y anhelar, así de brillante y hermosa, labios gruesos y cromados perfectamente  rechonchos y tan apetecibles.

Su rostro era tan limpio de acné y bien cuidado, apenas y llevaba una capa de maquillaje sobre sus finas facciones tan delicadas, siempre era visto con su cuerpo alto y delgado en ropas delicadas y bonitas, dignas de un Omega tan precioso como el.

Ah, el chico era tan pretendido y alabado entre el pequeño círculo de adolescentes en su escuela.

Pero también era tan odiado y envidiado por tantos llegas y betas.

Con un pequeño pigmento de maquillaje apenas notable sobre su cara, el menor retoco un poco de el labial sabor a cerezas que hacía lucir sus labios tan rojos pero culminables, guardo de el mismo en sus bolsillos y salió del baño de aquella instituto mientras terminaba de peinar sus oscuros cabellos con la yema de sus largos dedos.

Un grupo de chicas hermosas, omegas todas paso justo a lado del chico y no evitaron mirar de más la apariencia tan delicada de mismo, el cómo le quedaba aquel hermoso suéter de cera rosa que descansaba mullido sobre su torso y los cortos pantalones que llegaban hasta su rodillas blanco 1ie le hacían ver tan tierno.

Este sonrió un poco dedicándole una mirada a las chicas y las dejo mientras continuaba su andar con tanta elegancia digna de un chico como el.

Mientras esté caminaba entre los solitarios pasillos de paredes pintadas de azul rey, miro apenas de soslayo un aula en especial que no conocía pero llamaba tanto su curiosidad.

Sabía que un profesor había llegado nuevo en la semanas que había estado descansando en casa en asunto de su celo, y por los cuchicheos del mismo, los comentarios llegaron a él como bombas enormes.

A pesar de que había dejado unos segundos el aula de clases con el permiso de su educadora para ir al baño, la curiosidad le pudo más al escuchar unos suaves toques desde el interior del aula que lograron cautivar su oído al escuchar tan hermosa melodía desde adentro.

¿Acaso eso era el tono de un violín?

Con la curiosidad haciendo parte de su gran cuerpo, camino unos cortos pasos hasta este de frente a la puerta color caoba de madera que le impedía ver desde el otro lado y apoyo sus manos en la misma para después reposar su oído y escuchar más de esa hermosa melodía de hace unos minutos.

Y no se equivocaba al adivinar el instrumento.

Los toques musicales eran al dulces y delicados, que por inercia cerro sus ojos para poder sentir con más anhelo el ritmo y como la melodía se volvía tan inspiradora y soñadora, tan perfecta y hermosa.

En cuestión de segundos ya había olvidado lo que hacía y a dónde iba o donde estaba, se encontraba tan relajado allí espiando y escuchando tan hermosos tonos que no fue conciente de unos pasos pesados y que el ritmo había acabado.

Cuando ya quiso darse de cuenta ante su error, la puerta en la que fielmente creyó que no sería abierta y se hallaba su cuerpo recostaba, estaba abierta de par en par mientras su cuerpo hacia sobre unos fuerte brazos y pecho que le había evitado una hermosa caída al suelo.

¿𝑸𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂 𝒖𝒏 𝑨𝒍𝒇𝒂? (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora