🐾Décimo Cuarto Omega🐾

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La pequeña discusión que se había desatado en su pecho quemaba, ardía como si su cuerpo estuviera sobre las brasas del fuego consumiendolo poco a poco y el sentimientos desgarrador que se había plantando dentro de si era tan inmune.

Prontamente las lágrimas traicioneras habían caído y sus mejillas ya se hallaba cubiertas por el dolor y la traición, mojadas y sufridas.

Un pequeño sollozo había escapado de sus labios y con dificulta llevo una de sus manos intentando contener todos los pequeños sollozos que querían escapar mientras más lágrimas caían de sus ojos y la vista se volvía borrosa.

Y aunque no quería que ambos sujetos ajenos a su dolor se dieran de cuenta de su presencia y acabarán con su festín, dejo salir un gruñidos y como su aroma se incrementaba de sobremanera con el opacador olor a tristeza combinado logro alerta y confundir un poco a los contrarios.

La mujer de cabellos grises y estatura disminuya se alejo un poco de el joven profesor y fue momento para el pelinegro de esconderse rápidamente y dejar su cuerpo poco visto ante la recién pareja.

- ¿Sientes ese olor de tristeza? - interrogó la mayor con cierta confusión alejando sus manos del regazo del rubio mientras inspeccionaba el aula buscando indicio que le respondiera a su propia pregunta. El ojiclaros soltó un bufido con sus labios hinchados y rojos.

- No sentí nada, así que ven - dijo el rubio buscando la forma de traer el curvilíneo cuerpo de su mayor para agarrarlo así mismo y dejarla sentada sobre sus piernas sin incómodarle el escritorio.

La peligris mantenía aún sus dudas pero cada una de ellas fueron desechadas en cuanto el dulce aroma del joven alfa llamaba a su Omega reprochador.

- Está bien, lo olvidaré - termino por ceder dejando las dudas a un lado y llevando sus pequeñas manos hasta el rostro del alfa rubio sintiendo un regocijo pero tanta molestia.

Está mal.

Claro que lo estaba y era muy conciente de eso.

Pero...

Desde ese acercamiento, desde el cruce de miradas que muy por dentro sabía que no tenían un muy buen significado, era arriesgado decir que no estaba feliz.

Por fin tenía a su lobo despierto por amor y no uno maternal como el suyo por su hijo, si no por aquel joven de ojos rasgados y avellanas que le susurraba por teléfono todas las noches cuánto la amaba, su lobo por fin sentía ese escurridizo deseo hacia alguien y como se estremecía ante los incontables toques sobre su Nivea piel.

Ella estaba conciente de que aquel hombre que tanto amaba era prohibido para ella, lo supo desde que sintió los primeros roce de dedos, las sonrisas tímidas y las incontables emociones que agolpaban a su pobre corazón.

¿Pero que podía hacer ella?

Enamorarse del novio de su hijo no parecía una alternativa tan... Moral.

Estuvo la etapa de negación pero como si fuera una pequeña polilla en busca de la luz que pronto caería a su pequeña muerte ante la necedad. Ella era la mujer mayor que se había enamorado de el novio de su hijo y caía rendida ante los besos de esto como si fuera una necesidad. Y no, no le importaba nada.

Ella quería ser feliz.

- ¿Qué tanto piensas? - pudo escuchar aún en su maraña de pensamientos mientras acariciaba inconcientemente las mejillas del contrario, la fémina sonrió un poco y bajo su mirada al alfa y le dió un suave beso en la punta de su nariz.

- No pasa nada, cariño - fue lo único que dijo antes de guiar sus labios con tanta ganas a los contrarios y saborear de los mismos como si fueran suyos propios y le perteneciera. Porque lo amaba y nadie podría quitarle su felicidad.

¿𝑸𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂 𝒖𝒏 𝑨𝒍𝒇𝒂? (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora