1. Grace

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Entré corriendo al colegio: el timbre tocaría en dos minutos y el profesor Harris se enojaría si llegaba tarde. O quizá no, era su alumna favorita, como la del resto de los profesores. Tener diez en todo y prestar atención me daba algunas ventajas. Estaba nevando y me encantaba. Era el primer día de clases luego de las vacaciones de invierno y yo estaba preparada para lo que se venía: los exámenes de fin de año y el trabajo práctico final de literatura que era de a dos.

Doblé en la esquina y entré al salón justo antes de que la campana sonara. Me senté en el primer asiento, que estaba vacío, y saqué mis cosas.

— ¡Grace! -me saludó Ashley, mi mejor amiga- ¿Cómo estás?

Ella había estado de vacaciones en Centroamérica, donde la playa y el calor le habían dado un color bronceado a su cuerpo, el cual resaltaba sus ojos grises y su cabello color ceniza teñido. Ashley era una persona hermosa, por dentro y por fuera. Era algo así como popular, pero ella le restaba importancia a ello. Era la mejor amiga que alguien podía pedir y yo siempre intentaba recordárselo.

—Te extrañé, Ash -le dije, abrazándola y sonriendo. Lo cual era cierto, estas vacaciones habían sido aburridas sin ella-. Supongo que la has pasado bien y has tomado mucho sol.

Ella rió, pero su voz fue cortada por el profesor Harris, quien entró al aula y cerró la puerta tras de si. Nos observó a todos y frunció los labios levemente al ver el lugar al lado mío vacío.

Todos sabíamos quien faltaba.

— ¿Se puede saber dónde se encuentra Jack Griffin? -preguntó el profesor, suspirando- ¿Cuántas veces les tengo que explicar que detesto que lleguen tarde a mi clase?

Él no terminó de decir aquello, que Jack Griffin entró al salón. Era, obviamente, uno de los chicos más hermosos que conocía. Alto, con ojos verdes, cabello negro oscuro, ejercitado (lo cual no se escondía bajo el uniforme escolar) y tenía un estilo diferente al del resto de mis compañeros. Todos sabían que no debías de meterte con Jack Griffin. Podía ser uno de los mejores de la clase, pero no querías ponerte en su contra. Él no se enamoraba, ni siquiera se acostaba con ninguna chica (al menos que en el colegio se sepa). Era el chico misterioso que no se relacionaba con muchos y que muchos envidiaban. 

—Señor Griffin -dijo el profesor, observándolo- al fin quiso sumarse a nosotros. Un placer verlo de nuevo. Siéntese al lado de la señorita Hawkins. Y no quiero ninguna queja.

Y por supuesto. Yo era la señorita Hawkins. Grace Hawkins.

Jack se sentó a mi lado y no pasaron ni dos segundos que el olor a cigarrillo llegó a mi nariz, un olor que yo odiaba. Claro, el chico malo no podía no fumar.

Yo arrugué la nariz, en señal de disconformidad, y me alejé un poco. El profesor siguió hablando.

— ¿Te molesta algo? -me preguntó Jack, en un susurro, alzando una ceja.

—Si -contesté, rodando los ojos, molesta de que no me deje prestar atención al profesor.

—No sabía que a la chica positividad le podían molestar cosas -dijo, riendo levemente. Me llamaban "la chica positividad", porque siempre intentaba estar de buen humor e irradiar amor y felicidad. Era mi máscara, la que todos mostramos al mundo, ocultando muchas cosas que en realidad yo sentía. 

—El olor a cigarrillo que emanas es lo que me molesta -dije, rodando los ojos-. Es desagradable.

Yo quería que se calle. Si no lo hacía, el profesor se enojaría. Nunca había ido a detención y no quería que me pase por culpa del chico malo. 

—Yo no me quería sentar a tu lado -me contestó él, alzando una ceja-. No se si te has dado cuenta, pero me ha obligado el profesor.

Antes de que yo pueda contestar algo más, el profesor Harris nos interrumpió.

— ¿Acaso lo que les estoy explicando está interrumpiendo su conversación -preguntó él-, señorita Hawkins, señor Griffin?

—No -contesté yo, rápidamente-. Lo siento profesor.

—Sus disculpas no son aceptadas, señorita Hawkins -me dijo el profesor, alzando una ceja. No era un profesor al que le agradaran que lo interrumpan. Ni siquiera su alumna predilecta- ¿Acaso sus disculpas retienen la información que yo les dije minutos atrás? No, no lo hace.

—Fue mi culpa -lo interrumpió Jack, algo que no me esperaba-. No tiene porque tratarla así, profesor. Fui yo el que le empezó a hablar.

—Y es por eso que tendrá detención, señor Griffin -dijo el profesor, sonriendo sarcásticamente-. Y la señorita Hawkins lo acompañará, para que vea lo que hablar en mi clase significa.

Yo rodé los ojos, negué con la cabeza y miré mi cuaderno. Era tan injusto. 

Y ni siquiera era mi culpa.

•••

Era la última clase del día antes de la hora y media de detención que me quedaba. La profesora Anderson, que daba literatura, entró al salón con una sonrisa.

—Buenas tardes, chicos -nos saludó- ¡Finalmente ha llegado el día! -exclamó, sin dejar de sonreír-. Finalmente les asignaré el trabajo práctico final y les diré con quien lo harán. -Estaba emocionada. Literatura era mi materia favorita. Además, la profesora Anderson era la mejor de todas-. El trabajo práctico se basará en leer un libro, analizarlo, hacer una presentación escrita y oral y, por último, actuar (mediante una presentación en video) una de las escenas del libro que les haya gustado. El libro será diferente para cada pareja y la creatividad les sumará puntos.

Yo sonreí. Amaba todo lo relacionado con aquella materia y las películas. Aquel sería el trabajo perfecto final para el año. Yo levanté la mano. La profesora asintió hacia mi lado.

— ¿Cuánto tiempo tendremos para entregar el trabajo? -pregunté, ansiosa. Cuanto más tiempo, más podría lucirme.

—Tendrán tres meses, señorita Hawkins -me respondió-, y los grupos, como les he dicho antes, los asignaré yo, de acuerdo a sus notas. Y como has sido la más interesada, señorita Hawkins, serás la primera en saber con quien te ha tocado -dijo, a lo que yo la miré ansiosa. Aunque, dentro de mi, tenía una idea (la cual no me agradaba mucho)-. Tu compañero será el señor Griffin.

Claro que sí. Mi instinto tenía razón. Jack era el mejor de la clase, luego de mi. 

Suspiré profundo y miré a Jack, que estaba sentado en la última fila. Él parecía sorprendido al ver que lo habían nombrado y luego de unos segundos alzó la mano. La profesora lo miró y asintió.

—Lo siento, profesora -dijo, y negó con la cabeza-, me temo que eso no será posible. Yo no quiero trabajar con Grace.

— ¿Por qué no? -preguntamos ambas a la vez.

—Porque... no sería justo para el resto de los chicos -respondió él, aunque dentro mío yo sabía que su respuesta no era real. Había otro motivo detrás de aquello-. Somos los mejores de la clase y arrasaríamos con nuestra presentación. ¿Qué le queda al resto?

—Eso es un problema de sus compañeros, señor Griffin -respondió la profesora-. Hará el trabajo con la señorita Hawkins. Sin quejas.

Yo miré a Jack, sin entender que podría haber hecho yo para que él no quiera trabajar conmigo. No éramos enemigos. No lo odiaba y, hasta lo que yo tenía entendido, él no me odiaba a mi.

Está bien. Hacía unos años, éramos amigos, y él -sin razón aparente- me dejó de hablar y de juntarse conmigo. 

Jamás nos había tocado hacer un trabajo juntos (los profesores solían dejarnos estar con quien queramos). Si nos asignaban parejas, solía ser con alguien con notas bajas para ayudarlos a levantarlas. Él nunca se había opuesto a ningún compañero. Era la primera vez que hacía algo así. ¿Qué le pasaba a Jack Griffin?


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Editado el día 10 de octubre de 2020.

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