—Grace... cariño... -sentí que me llamaban- despierta, vamos. Tienes que ir al colegio.Abrí mis ojos lentamente y lo primero que vi fue el rostro de mi madre frente a mi.
— ¿Cómo está la abuela? -pregunté, acomodándome en el asiento. Si. No estaba en mi casa. Estaba en la sala del hospital con mi madre y mi padrastro, Frank. Mi abuela había tenido un accidente el día anterior, mientras yo estaba en detención, y la habían traído al hospital. No había pasado nada que no se pueda curar, pero al casi tener 80 años, no era muy fácil-. Si necesites que me quede, no tengo problemas. En el colegio no me dirán.
—No, cariño, no te preocupes -me dijo Frank-. Tanner vendrá hoy. Yo me quedaré hasta ese entonces. Después de todo, trabajo aquí. Tu abuela está bien, estará en silla de ruedas por un mes, pero no es nada de que preocuparse, estará bien.
— ¿Vendrá Tanner? -pregunté esperanzada. Sabía que algo no estaba bien. Tanner no venía a casa si algo malo no sucedía. Pero decidí dejarlo pasar.
Tanner era mi hermano, cuatro años mayor que yo, que se había mudado a Australia por trabajo. Lo extrañaba horrores, ya que no siempre lo podíamos visitar. Aunque, gracias a la magia de internet, hablamos siempre que podíamos por videollamada.
—Si, Grace -contestó mi madre-. En el trabajo entendieron las circunstancias y le dieron permiso de venir por dos semanas.
Asentí y me acomodé en el asiento. Seguía con el uniforme escolar desde el día anterior, no me había bañado y estaba más que segura que no me veía bien. Además, mi celular no tenía carga. Sabía que nada de aquello importaba, llegaría tarde al colegio, aunque no quería ir. Era la primera vez que me pasaba.
— ¿Me avisarás si llega a pasa algo? -le pregunté a mi madre, medió esperanzada a que me diga que me quedé, pero ella sólo asintió. Sabía que no me dejaría quedarme.
Me levanté y me estiré. No era cómodo dormir en una silla. Saludé a mi mamá y a Frank, tomé mi mochila y me fui al colegio. Una vez que llegué allí, me dirigí a la clase de biología. El profesor, para mi suerte, no había llegado. El asiento de la primera fila estaba vacío, como siempre. Ashley me dirigió una mirada de ¿dónde estabas? y yo negué con la cabeza como diciendo luego te cuento. Ella asintió y yo me encogí en el asiento.
•••
El timbre, que indicaba el horario de comida, sonó. Ashley se acercó a mi. Le sonreí, aunque no estaba feliz. Eso era lo que Grace perfecta Hawkins hacía. Sonreía y ocultaba la verdad de muchas cosas. Me gustaba hacerle creer al resto que todo en mi vida estaba bien, de otra forma, el resto me miraría con lastima.
Ashley y yo nos conocíamos hacia tres años, que fue cuando yo me mudé a Tottenhamer. Ella desde un principio había sido amable conmigo, así que nos volvimos mejores amigas al poco tiempo. Ella era la chica más hermosa del curso, todos los sabíamos, y no intentaba ocultarlo. Ashley tenía una vida casi perfecta. Lo único que la arruinaba era su dificultad en entender matemáticas, lo que le molestaba porque quería ser empresaria. Pero, ante el resto, sus padres la querían, era popular, los chicos estaban detrás de ella, los profesores la querían y no tenía problemas. Era una buena chica.
—Entonces... -dijo, sentándose a mi lado. Habíamos decidido sentarnos en una de las mesas de a dos, así tendríamos un poco más de privacidad-. ¿Por qué no me has contestado ningún mensaje desde ayer a la tarde? Me he preocupado por ti. Fui a tu casa y no había nadie, temí que algo te hubiera sucedido.
Ashley era a la única persona que le contaba absolutamente todo. No podía ocultarle nada, porque ella sabría que así era. Ella sabía toda mi vida, incluso la razón por la que nos habíamos mudado a un pueblito en el medio de la nada en Inglaterra. Y yo la conocía a ella, incluso cuando sonreía a medias luego de que un chico que le gustaba pasaba por su lado.
—Mi abuela tuvo un accidente... -le dije, casi susurrando-. No entiendo muy bien que pasó, mamá no me quiso decir tampoco. Estoy preocupada, Ash... creo que me están ocultando algo.
—No te preocupes, Grace... si algo malo hubiera pasado, te lo dirían -me animó-. ¿Cómo está tu abuela?
—Aparentemente sólo estará en silla de ruedas por un mes, algo en las piernas -le comenté, mordiéndome levemente el labio-. Pero Tanner está viniendo a la ciudad. Algo no está bien, ya te lo digo. Tanner no viene a Tottenhamer si no es un cumpleaños, las fiestas las pasa con la familia de su novio, Paul. Tengo miedo, Grace...
—Hey... hey... -dijo, abrazándome-. Todo estará bien... ¿quieres que hoy vaya a dormir a tu casa? Yo sé que te cuesta dormir cuando estás preocupada.
—Si... está bien -acepté, y la abracé-. Gracias, eres la mejor.
Ella me sonrió y luego continuamos hablando. Justo cinco minutos antes de que las clases de la tarde comiencen, Scott se acercó a nosotras.
Scott era el chico más lindo del curso, después de Jack Griffin, su mejor amigo. Tenía una estatura normal, el cabello rubio con ondas y un cuerpo marcado, gracias a su capitanía en el equipo de deportes del colegio. Sus notas eran normales y era un buen chico. Habíamos hablado en varias ocasiones, pero no creía conocerlo tanto.
Era obvio que venía a hablar con Ashley. Scott me intimidaba un poco, siempre que estaba cerca de una chica se ponía en plan conquista, excepto cuando esa chica era Ashley.
Ashley y Scott eran mellizos.
Me levanté, tenía la sensación de que tenía que dejar a los hermanos hablar.
—No... espera, Grace -me llamó Scott-. Quería hablar contigo.
Esta vez, Ashley fue la que se levantó con una sonrisa pícara en su rostro. Ella me estaba ocultando algo. Maldición. Odiaba cuando hacía eso.
—Nos vemos luego, Grace... -dijo y sonrió, antes de mirar a su hermano-. Ah, y Scott, avísale a mamá que hoy me quedo a dormir en lo de Grace. Adiós.
Y antes de que yo siquiera pudiera decir mu ella se fue.
Momento incómodo.
—Entonces... ¿de que querías hablar? -le pregunté, aunque tenía la sensación de que sabía que era lo que buscaba.
— ¿Haces algo hoy a la tarde? -me preguntó. Rayos. Me invitaría a salir. No era que nunca me habían invitado a salir, porque era mentira; había ido en varias citas (algunas arregladas por Ashley) pero ningún chico parecía capturar mi atención. Y dudaba que Scott lo haga. Lo quería, pero tanto como puedes querer al mellizo de tu mejor amiga-. Porque me preguntaba si querrías ir a tomar un café conmigo.
Así eran los Bennet. Directos. No esperaba otra cosa.
—Lo siento, hoy no puedo -respondí con sinceridad-, mi hermano viene a buscarme, está de visita en la ciudad y eso no pasa seguido.
—Oh... Mm... -dijo pensativo, un poco decepcionado-. ¿Crees que estarás libre el sábado por la tarde, entonces?
—No lo sé... -contesté, todavía siendo siendo sincera. No sabía cómo estarían las cosas en casa, y no me quería comprometer a nada que luego tenga que postergar-. ¿Por qué no me hablas más tarde y arreglamos un día?
Aquello pareció animarlo. Asintió, intercambiamos un par de palabras y luego se fue.
Quizá, después de todo, Scott podría ser el chico. Aunque, muy en el fondo, sabía que no.
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Eternal
Romance"A veces podemos convertir nuestros horrores del pasado en cosas hermosas del futuro" A Grace Hawkins todos la veían como la chica perfecta. A Jack Griffin todos lo veían como el chico malo. Cuando les asignan un trabajo de literatura juntos, ambos...