Tomé la mano de Jack y lo besé. Él me sonrió y apoyó su frente contra la mía.
—Te amo, Grace, eso lo sabes, ¿cierto? -preguntó, acariciando mi mejilla, a lo que yo asentí.
Era el último día de vacaciones. Mañana comenzaríamos nuestras vidas como adultos. Yo tenía una entrevista en una cafetería, cerca del trabajo, donde quería trabajar mientras estudiaba; no quería que mis padres paguen todo por mí. Jack, por otro lado, empezaría a trabajar con su padre en una empresa. Estábamos felices.
Nos encontrábamos en una playa, habíamos decido ir en una cita, una de las tantas, para celebrar el comienzo de nuestra adultez. El sol pegaba en nuestros rostros, las olas del mar chocaban entre ellas, la arena estaba cálida. Debajo nuestro había una manta para que no nos entre arena en zonas indeseables. Yo estaba apoyada contra el torso cálido de Jack y él tenía un brazo alrededor de mi cintura. Hacía calor, pero cada vez que una briza soplaba, me daban escalofríos... y la verdad, no me importaba si hacía frío, calor o lo que sea. Siempre que esté abrazada al chico que amaba.
— ¿A que viene eso? -pregunté, arrugando el ceño-. No quieres cortar conmigo, ¿no?
Él rió levemente.
—No -afirmó, abrazándome con más fuerza-. Sólo quería que lo sepas. No te liberarás de mi tan pronto, lo sabes, ¿cierto?
Yo reí y besé su mejilla.
—Espero no hacerlo.
Él sonrió y me apegó nuestros cuerpos aún más.
—Nunca creí que estaría contigo, créeme Grace, no te dejaré ir... -susurró, provocando que yo cierre mis ojos. Él era mi lugar seguro en el mundo-. A menos que tú quieras -dijo, encogiéndose de hombros y yo negué con la cabeza-. Bien... porque romperías mi corazón si lo hicieras. Pero... como ya te lo he dicho antes, al menos sabré que la chica que amo me lo rompió. La chica más genial del universo.
— ¿Cómo es que siempre sabes que decir? -pegunté, besé sus labios- ¿Es que acaso tienes a alguien diciéndote que palabras usar en tu oído?
—Ja ja... -respondió él, besándome devuelta-. No, simplemente digo lo que siento.
—Siempre has sido mejor que yo para eso... -murmuré, mordiéndome el labio inferior.
—No hace falta que me digas lo que sientes por mí, Grace... -susurró besando mis labios, interrumpiendo mis pensamientos-. Tus sonrisas, tus ojos, tus besos, tus caricias... todos tus gestos lo hacen por ti.
Yo sonreí, me levanté y tomé mi celular. Elegí una canción, nuestra canción: Eternal. Puse play y estiré mi mano hacia él.
—Vamos, baila conmigo -dije, riendo ante su cara.
Él sonrió, se levantó y colocó sus manos en mis caderas, acercándome a él. Yo coloqué las mías alrededor de su cabello. Comenzamos a balancearnos y nos miramos fijamente a los ojos del otro.
Jack me hacía feliz. Desde el día uno. Sus sonrisas provocaban que me derrita por dentro. Sus palabras me reconfortaban. Sus besos me hacían sentir amada. Su presencia me hacía sentir que no estaba sola.
Jack Griffin era mi lugar en el mundo. Cada vez que estaba conmigo sabía que era invencible. Me sentía segura a su lado y no sabía como hacer para agradecerle, para devolverle todo lo que hacía por mí.
No había palabras suficientes en mi vocabulario para explicar cuanto lo amaba, cuanto sentía por él. Me daban ganas de llorar, pero eso no era lo que quería hacer. No era suficiente.
Por todos los Dioses, Jack tenía mi corazón, mi alma, mi todo.
¿Cómo podía alguien de 18 años sentir aquello? No era posible, no podía ser real.
Pero allí, junto a él, mirándolo a los ojos... allí fue cuando supe que éramos nosotros contra el mundo. Y nos teníamos el uno al otro, sin importar qué. Que aquello era real.
Que nuestro amor... no... que nosotros éramos eternos.
Así que, con la esperanza de que aquello pueda demostrar todos aquellos locos sentimientos, lo besé.
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Eternal
Roman d'amour"A veces podemos convertir nuestros horrores del pasado en cosas hermosas del futuro" A Grace Hawkins todos la veían como la chica perfecta. A Jack Griffin todos lo veían como el chico malo. Cuando les asignan un trabajo de literatura juntos, ambos...