21. Grace

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Faltaban cinco días para el baile y los exámenes finalmente habían terminado. El momento de elegir nuestros vestidos había llegado, así que Ashley y yo estábamos encerradas en el centro comercial hacía ya dos horas. Habíamos recorrido más de siete tiendas, pero ninguna tenía lo que estábamos buscando. Nos habíamos cruzado con la mitad de las chicas de nuestro año, haciendo lo mismo que nosotras. Lo bueno de eso, era que te aseguraba que nadie repetiría vestido. 

— ¿Qué dices si vamos por un café y luego seguimos buscando vestidos? -preguntó Ash, al momento que pasábamos por un Starbucks.

—Me parece una de las mejores ideas que has tenido ésta tarde, amiga -dije, riendo, entrando a la cafetería y poniéndome en la fila- ¿Lo de siempre? 

—Me conoces tan bien... -me dijo Ashley, riendo-. Esa debe ser la razón por la que eres mi mejor amiga, ¿no? 

Yo rodé los ojos y me dirigí al chico de la caja.

—Buenas tardes -salude, sonriendo-. Queríamos un latte grande, con crema y un chocolate caliente con crema y malvaviscos. 

—Muy bien... -dijo el chico, tocando la pantalla y anotando las bebidas en los vasos- ¿Algo para acompañar?

—Si... -contestó Ash, mirando las comidas-. Un muffin de vainilla y chispas de chocolate y una medialuna con jamón y queso.

El chico volvió a asentir, para luego decirnos el total. Pagamos y luego nos dirigimos a unos asientos, esperando que nos llamen. 

—Nos quedan sólo dos lugares para elegir un vestido... -dijo Ashley, mordiéndose el labio inferior-. Tiffany's y Vainilla's. Si soy  yo la que tiene que elegir, prefiero la segunda opción... pero, podemos ir a ambas. No me molesta ver nuestras opciones.

—Yo diría... -empecé a decir.

Grace... y Ashley... -nos llamaron desde el mostrador, interrumpiendo nuestra conversación.

Ambas nos paramos a buscar las bebidas y la comida, para luego, volver a sentarnos. 

—Decía... -empecé, tomando un sorbo de mi latte-. Me parece bien que vayamos a ambos, pero, estoy de acuerdo contigo. La calidad de la ropa de Vainilla's es mucho mejor. 

Ella me sonrió. Y continuamos tomando nuestro café. Cuando terminamos, yo me levanté a tirar los residuos, mientras Ash hablaba con su madre por celular. Fue allí, cuando noté un rostro conocido a unos metros míos. 

El rostro de mi padre.

—Ash... -dije, acercándome a ella. Mi corazón palpitaba con fuerza. Mis manos se volvieron sudorosas y mi respiración comenzó a agitarse-. Ash... mi padre está aquí... ¿podemos irnos? Al menos vayámonos de Starbucks... el vestido podemos...

—Hey... -dijo ella, tranquilizándome-. No... vamos, te llevaré a casa. El vestido podemos comprarlo mañana o pasado. No te preocupes.

Yo asentí. Era tan buena amiga, que no la merecía. En el camino a casa, llamé a mamá y luego a Jack. Quería verlo. Necesitaba saber que estaba bien. Me sentía mejor con él cerca. Cuando llegamos, mamá nos estaba esperando en la puerta. Me abrazó con fuerza y besó mi cabello.

—Han hecho bien en haber venido directamente aquí... -murmuró ella, haciéndonos pasar.

—Lo sé... -dijo Ashley, sentándose en el sillón-. No sé que hubiera pasado si nos quedábamos allá.

El timbre sonó y mamá fue a atender. Jack entró a mi casa y se dirigió directamente a abrazarme. Ambos nos sentamos en el sillón, yo abrazada a él, y mi madre fue a buscar unas bebidas.

— ¿Estás bien? -preguntó Jack, susurrando en mi oído, a lo que yo sólo asentí.

—Entonces... ¿estás segura que era él, Grace? -preguntó mi madre, apoyando las bebidas en la mesa. Yo asentí-. Esto no está bien... ¿él te vio?

—No lo sé... creo que no -respondí, mordiéndome el labio inferior-. Yo sólo... lo vi allí en la cafetería... Y me asusté... ¿cómo es que está aquí? ¿Cómo nos encontró? Mamá... tengo miedo.

Jack me apegó más a él y unas lágrimas cayeron por mis mejillas.

—Sé que no es fácil, cariño... -dijo mi madre-. Pero no te preocupes, ya he hablado con Frank, y Tanner vendrá para tu graduación de todas maneras. Estaremos cerca tuyo, ¿sí? 

—Si, Grace... -dijo Ashley, tomando mi mano, en señal de apoyo-. Te acompañaremos al instituto y te traeremos a tu casa de nuevo. No estarás sola.

—Nos tienes cerca, amor -añadió Jack, besando mi frente-. Estamos a un llamado de distancia.

Yo asentí y limpié las lágrimas que caían por mis mejillas. Tenía tanta suerte de tenerlos a mi lado. Eran las personas más importantes en mi vida y no quería que salgan lastimados.

— ¿Saben algo de Scotty? -pregunté, mirando a mi alrededor. Él siempre había sido el mellizo de mi mejor amiga, pero en los últimos meses se había vuelto un mejor amigo. Y me dolía que por culpa de Abigail no me hable.

—No he podido hablar con él... -dijo Ash, evitando mi mirada. 

Yo asentí y luego cambiamos de tema de conversación. 

***

Estaba en mi habitación, con el pijama puesto, escuchando la canción Welcome to the End of your Life de The Driver Era a un volumen bajo, de fondo, mientras hacía un Sudoku; cuando escuché que tocaban la puerta. Murmuré un "adelante" y la puerta se abrió. Scott estaba allí, mirándome apenado. Yo le señalé un lugar al lado mío en la cama, para indicarle que se siente. Él se sentó.

— ¿Cómo estás? -me preguntó, abrazándome.

—No lo sé... -respondí, dejando a un lado el Sudoku- ¿Qué hay de ti?

—Frustrado... -respondió, pasando una mano por su rostro-. No sé que hacer con Abby y me siento horrible por no haberte venido a ver... por no haberte hablado tanto éstas últimas semanas... eres mi mejor amiga, Grace. 

Yo sonreí de lado.

—Tú eres el mío, Scotty... -dije, apoyando mi cabeza en su hombro-. Sé que no es tu culpa... 

—Pero así me siento, Grace... -me interrumpió- ¿Qué clase de persona deja de hablar con su mejor amiga porque su novia se lo pide? Es ridículo.

Yo me encogí de hombros. 

—La persona que quiere estar con su chica -respondí-. No te culpo, Scott. Ella te estaba haciendo elegir, y sé que esa no es una posición fácil. 

—Eres mejor escuchando que Ash, ¿lo sabes? -me dijo, riendo-. Ella me hubiera matado si Abby no hubiese querido que le hable.

—Ella es tu hermana, Scotty -le dije, rondando los ojos-. Te puedo asegurar que no le dejarías de hablar. Sin importar lo que te digan. Y yo... sabía que entrarías en razón. No te quería presionar. 

Él me sonrió de lado y me abrazó.

—Lo siento, Gracie. 

—Lo sé, Scotty.

Yo también lo abracé. 

Después de todo, era como mi hermano. Ambos habíamos sido parte de la familia del otro por tres años, inconscientemente. 

Nos queríamos, y eso era importante.

EternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora