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—¡Richard! —se levantó y corrió hacia él.

El moreno sonrió y se detuvo. No esperaba que lo llamara, pero a veces las cosas resultaban mejor de lo que se tenía planeado. Se dio vuelta y levantó una ceja para que siguiera hablando.

—¿Sí?

—¿Podemos ir por unas copas en la noche? —su sonrisa se convirtió en una mueca, no se esperaba eso, pero tampoco estaba mal.

—¿Seguro? Es que no somos amigos, te vas a sentir incómodo.

—Bueno, podemos hablar un rato. Necesito despejar mi mente —Joel empezó a caminar, siendo seguido por Richard.

—Solo si me dices qué te pasa, es porque me preocupo, nada más.

—No somas amigos —le recordó —, no confío en ti.

—Ya te dije que a veces es mejor contarle las cosas a personas no tan cercanas...

—Vale, ¿y qué me asegura que no le dirás a nadie?

Richard se encogió de hombros y siguió en dirección contraria a la que iba Joel, se despidió y quedaron de verse en la casa del rizado. Sería interesante salir con uno de los mejores estudiantes, quizá podían hasta ser amigos.

Joel llegó a su casa y se encontró con el auto de Christopher ahí, no quería verlo en ese momento. Se acercó y rodó los ojos cuando lo vio recargado en la puerta. Cada vez se convencía más de que debía terminar con esa amistad.

—¿Me puedes explicar qué pasa?

—Pasa que estoy cansado de que no me des mi espacio —entró a la casa, ignorando al castaño.

Christopher puso el pie antes de que Joel cerrara, claramente él era más fuerte, así que no le costó entrar. Lo tomó suavemente de los hombros y lo acorraló en la pared.

—Sé que el problema es conmigo, solo dime qué hice para que estés tan molesto —se acercó más, dejando solo escasos centímetros de distancia entre ambos rostros.

Joel sabía que las intenciones de su amigo eran ponerlo a hablar sin dejar escapatoria, pero empezaba a ponerlo nervioso el estar tan cerca de sus labios. Jamás se había dado cuenta de lo mucho que deseaba besarlo, sentir su respiración tan cerca no era conveniente para mantener la compostura. Ahora se encontraba mirándolo directamente a los ojos, solo quería terminar con el espacio y arriesgarse a que su amigo pensara lo peor, pero no quedarse con las ganas de ser valiente.

—No pasa nada —puso una mano en su pecho y lo separó suavemente —, y no estoy molesto contigo.

—Sí lo estás, pero déjame decirte algo —sintió de nuevo que se acercó y puso las manos en cintura, obligándolo a darse la vuelta.

—¿Qué?

—Que te quiero mucho, Joel.

Y ahí estaba de nuevo, su corazón latiendo sin control alguno, como si fuera la primera vez que lo escuchara de él. Christopher era muy cariñoso, tal vez por eso confundió las cosas y terminó enamorándose.

—Sabes que yo también, pero necesito mi tiempo.

—Si me dices qué te pasa, tal vez pueda ayudarte.

—Me gusta Richard, ¿feliz? —fue la única estupidez que se le ocurrió para quitárselo de encima.

El rostro de su amigo se puso pálido, borrando la sonrisa de inmediato. Se dio cuenta de que tal vez no había hecho lo correcto al decir eso cuando lo vio negar repetidas veces con la cabeza. Quizá su apoyo no era tan incondicional como él decía.

Look At Me • Virgato •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora