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Joel salió de la casa de Richard, ya sintiéndose bastante mejor al haber dormido un rato y haber tomado la bebida que le había hecho el moreno. Colgó la mochila en uno de sus hombros y empezó a caminar en dirección a su casa, preparándose mentalmente para los gritos de sus padres de nuevo.

Lo primero que vio al llegar fue un ojiverde parado en la puerta, supuso que algo debía necesitar, ya que su amigo vivía bastante lejos. Sonrió y se acercó más, poniendo una mano en su hombro como saludo y sacando la llave para abrir. La puso en al cerradura, pero la puerta se abrió inmediatamente, mostrando una Patricia echando humo del enojo.

—Joel, espero que tengas una explicación.

—Mamá, lo siento, debí avisarte —llevó una mano a su rostro, pasándola con desesperación —. Tenía un dolor de cabeza insoportable, fui a la casa de un amigo y...

—¿Cuál amigo?

—No lo conoces, pero luego te explico —dirigió la mirada a Erick y levantó una ceja.

—Nada, yo solo venía por los apuntes de estos días, pero veo que estás enfermo.

—No estoy enfermo, solo que...

—Ayer llegó totalmente perdido de la borrachera —interrumpió Patricia con enfado —, seguramente hoy le cobró factura.

Hizo una mueca y le indicó al ojiverde con un ademán que pasará a su habitación. Tiró la mochila en cualquier parte y se acostó inmediatamente, jamás volvería a tomar tanto. Vio a Erick sentarse a su lado y esperar que él hablara o hiciera algo, así que señaló la torre de cuadernos que tenía en la repisa y buscó con la mirada el maletín.

—Busca los libros de esos días y toma fotos.

—¿Estás bien? —asintió a la pregunta del menor y se dio vuelta al sentir que el dolor quería volver.

—Lo que te dijo ella, me pasé de tragos.

Erick asintió después de tomar los cuaderno y se dirigió a la cama, sacando el celular del bolsillo. Tomó las fotos y volvió a dejarlos en su lugar, preguntándose qué había hecho que su amigo se emborrachara de esa forma.

—¿Con quién fuiste?

—Con Richard —respondió Joel con desgano —, solo... se me pasó la cuenta de las copas.

La puerta se abrió, dejando ver a Christopher con una pequeña sonrisa en sus labios, la cual se borró al ver a Erick ahí en la cama. El rizado levantó una ceja y recordó las palabras del moreno, quien había afirmado verlo la noche anterior. Suspiró tratando de ocultar la vergüenza y lo enfrentó con toda la seguridad del mundo.

—¿Qué tal, Chris? —saludó el menor, frenando lo que estaba a punto de decir Joel.

—Erick, ¿podrías dejarnos solos?

El recién nombrado asintió y salió de la habitación, sabía perfectamente que algo no estaba bien con ellos, era perspicaz y podía notar la actitud seria y cortante de su amigo. Se arrepintió y volvió a abrir la puerta, encontrándolos en las mismas posiciones en que habían quedado. Le hizo una ademán a ambos y dirigió la mirada a Joel.

—Yo me voy, solo venía por los apuntes —le dedicó una sonrisa —, gracias.

Christopher resopló al verlo salir definitivamente y se sentó en la cama, al lado del rizado, quien lo miraba con curiosidad y sin decir absolutamente nada. Sabía que necesitaba hablar con él, pero no sabía qué decirle exactamente. No podía empezar diciéndole que lo había visto besarse e irse a tener sexo con un desconocido, y peor aún, que le había molestado.

—Yo... solo quiero que solucionemos todo —acercó su mano al rostro del contrario y acarició su mejilla con delicadeza —. Te daré tu tiempo y tu espacio, tienes razón.

Joel pasó saliva con dificultad al sentir su tacto, odiaba sentir tanto con tan poco. Detestaba sinceramente eso de aguantarse las ganas de decirle en la cara que lo amaba, que desearía no haberlo conocido para no sentir todo eso, que prefería no tener su amistad a conformarse con ser solo eso; su mejor amigo y compañero de fiestas.

—Esto parece una reconciliación de pareja —rio con nerviosismo mientras apartaba su rostro.

Y ahí estaba la mueca del castaño, esa que siempre lograba hacer volver a la triste realidad a Joel. Tenía que conformarse con ser su amigo, pues Christopher no era homosexual, y aunque parecía respetar los gustos, seguramente no estaba dispuesto a sentir compasión por él al saber la verdad y darle una oportunidad.

Sabía que en ese caso lo rechazaría, de forma respetuosa e incluso con dolor al herirlo, pero no dejaría que dañara las conquistas que tenía siempre. Su amigo era y no dejaría de ser un coqueto, pero con las mujeres. Ya bastante estaba haciendo al no alejarlo con la noticia de ser gay.

—En serio, lo siento.

—No pasa nada, Chris —sonrió débilmente —. Borrón y cuenta nueva.

El castaño bajó la mirada a sus labios y se preguntó cómo era posible que ya se hubieran estrenado con alguien más la noche pasada. Pasó por su cabeza la posibilidad de que Joel en realidad no fuera como decía ser, que tuviera sus encuentros a escondidas y se la pasara engañando a todos.

No quería tocar el tema con él, lo menos que necesitaba era que se diera cuenta de que lo estaba siguiendo. Joel había aceptado la invitación de inmediato, sabía que la idea de ver a su antiguo amigo Zabdiel le alegraba, y estaba bien ahora, ya había madurado y sabía que las cosas irían para bien.

El día de la salida había llegado y decidieron ir a un parque natural desde la madrugada, pues ir a cine o al comer algo resultaba algo muy común para una ocasión especial. Claramente no era lo mismo de antes, la confianza se había perdido, pero aún así lograron integrarse todos bien. El rubio se había dedicado bastante a su hija, por esa razón Christopher había pasado más tiempo con el rizado. Carla era linda y adorable, pero también resultaba ser una limitación, ya que Zabdiel debía estar pendiente a todo momento.

Joel salió del agua cuando el frío lo venció y se sentó junto a la niña, permitiéndole a Zabdiel que disfrutara un rato y se metiera con Christopher. Un celular empezó a sonar, levantó la vista para ver que Zabdiel llevaba el suyo con un protector mientras grababa, así que no fue difícil confirmar que era del castaño.

Un mal presentimiento se instaló en él, era el número inconfundible de su madre. No había ningún motivo para su llamada, a pesar de él tener su celular apagado, ella sabía con quién estaba y dónde, siempre le tenía confianza y no tenía que llamar. Pasó saliva con temor y decidió responder él mismo.

No fue la mejor decisión.

Christopher se preocupó de inmediato al ver la expresión de su amigo, estaba pálido y con un semblante para nada bueno. Le preguntó qué sucedía, pero no recibió respuesta. Le quitó el celular y habló él para saber quién estaba detrás de la línea. Ahora entendía a Joel.

•••

Mil años más. 😆😂

Look At Me • Virgato •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora