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El timbre que daba final a las clases finalmente sonó, otro día aburrido, de nuevo sus amigos no habían asistido. Tomó la mochila y salió de ese lugar que empezaba a detestar. Comenzó a caminar en dirección a su casa, viendo a lo lejos a Richard. Cubrió su rostro con sus manos y se fue por otro lugar, lo que menos quería era que él le preguntara por lo que había hecho ese día. Moría de vergüenza.

La cabeza estaba por estallarle, pero el regaño que le habían dado sus padres fue suficiente para no importarle eso y asistir a la universidad. Obviamente no había podido dormir nada esa noche, por lo que le ardían los ojos y las ojeras seguramente podían verse a kilómetros.

—¡Joel, espérame! —la voz de Richard detuvo sus pasos, cerró sus ojos avergonzado y se dio vuelta.

El moreno parecía demasiado tranquilo, al menos para una persona que el día anterior había ayudado a otra a tener sexo con un completo desconocido. Trató de mostrar su mejor sonrisa y de ignorar la punzada que empezaba a sentir de nuevo en su cabeza, que combinada con el calor que hacía, era una verdadera bomba atómica.

—¿Qué tal, Richard? —puso una mano en la cabeza para intentar taparse un poco de esos rayos que lo volvían loco.

—No, ¿qué tal tú?. ¡Cuéntamelo todo!

Pasó saliva con dificultad y sintió que su rostro aumentaba aún más de temperatura. Si seguía así sabía perfectamente que no duraría mucho, ya casi no podía aguantar el malestar.

—Ahora no, siento que me voy a morir.

—¿Resaca? —asintió mientras hacía una mueca —. Eso debe ser horrible, vamos a mi casa y te doy algo para que tomes.

—Gracias, pero no quiero ser una molestia allá.

—No pasa nada, mi casa está cerca y a esta hora solo estoy yo.

—De acuerdo, pero no por mucho tiempo.

Comenzó a caminar al lado de Richard por aproximadamente diez minutos, hasta que finalmente llegaron a una pequeña casa. Lo primero que hizo al entrar, fue dirigirse al baño y expulsar todo lo que había desayunado. Todo era tan horrible, pero tampoco podía arrepentirse de lo que había hecho, en cierta parte le había gustado. Aunque claro, todo hubiera sido mejor sin los tragos que se tomó.

—Es que no entiendo, tampoco tomaste tanto como para que estés así.

Se limpió asqueado por lo que él mismo había hecho, realmente era repugnante. Cuando regresó con Richard que lo veía desde la sala, se sentó a su lado y vio la cara de preocupado que tenía él. O fingía muy bien o es que realmente le importa lo que le pasara.

—Después de... eso —continuó cuando lo vio asentir, como diciéndole que sabía a qué se refería —, pues seguimos tomando un poco, ya sabes.

—¿Entonces sí pasó eso?

—Pasó

—¿Te gustó? —frunció el ceño ante esa pregunta, claro que no iba a responder.

Negó con la cabeza y se acomodó mejor en el sofá, pero una atisbo de sonrisa lo traicionó. Por supuesto que le había gustado, pero no iba a admitirlo frente a él. Trató de ponerse serio cuando Richard volteó a verlo.

—Lo tomaré como un sí —volvió a hablar —. ¿Quién fue el pasivo?

—Eso no voy a decirtelo.

—Fuiste tú, ¿verdad? —Richard sonrió cuando no recibió respuesta —De acuerdo, ya entendí. ¿Sabes que Chris estaba en ese lugar también?

Look At Me • Virgato •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora