Aquella mañana fue sin duda alguna, la más extraña de todas. No queriendo recordar lo que había pasado aquella noche, despertó con el radiante sol de la mañana y la brisa helada de invierno.
Sus párpados pesaban, su aliento chocaba con el frío sonido de la soledad y al abrir completamente los ojos, se enfocó en un punto en específico, recordando sin querer y sobre todo, cuestionándose ¿Por qué? ¿Por qué había bajado la guardia? Y, ¿Cómo había permitido dormir acompañado de un extraño? Pero lo que más le inquietaba era el porqué se había sentido tan bien, como si estuviese en casa, como si desease despertar a su lado lo que le restaba de vida.
Confundido, cansado y hambriento, aún en su forma de lobo, estiró el cuerpo cuál minino.
Amaba las mañanas tranquilas. Le traían recuerdos de su manada en Beacon Hills, extrañaba a su padre, se preguntaba en qué caso estaría metido ahora que no estaba en el pueblo para ayudarlo a resolverlo.
Un recuerdo algo amargo inundó su cabeza de pronto. Desde que su madre murió, nada había vuelto a ser como antes, se sentía vacío y triste, queriendo dejar de existir y sintiéndose una cosa inútil delante de su padre, quién se dedicó al alcohol antes que de su cuidado. Se preguntaba si...Alejó aquellos pensamientos no queriendo arruinar su mañana, después de haber descansado tan bien no iba a permitir que aquellos horribles recuerdos de infancia nublaran su paz.
"La curiosidad mató al gato. Y el gato tiene 7 vidas". Pensó caminando lentamente, tanteando el lugar, investigando y conociendo los alrededores. Era nuevo en el área, no había estado más de 1 kilómetro lejos de Beacon, y el instituto estaba a casi 15 kilómetros de allí.
Quizá si llegaba a transformarse y a correr como desquiciado llegaría en 4h aproximadamente.
No dio vista de la hora, hasta el momento en que la mismísima campana de ingreso le reventó el tímpano y lo terminó de despertar.
Jadeó adolorido y se transformó en humano para correr de vuelta a los dormitorios, los cuales se estaban vaciando y las escaleras llenando de hormonales adolescentes hablando y riendo todo el camino a clases. Bufó cuando supo que tenía que subir otros dos pisos a su antigua habitación, puesto que aún no los habían cambiado de cuarto y sus maletas seguían ahí. Intactas.
Como pudo, se hizo espacio entre tantos aromas desagradables hasta llegar al quinto solitario y nauseabundo piso. Estaría mintiendo si no aceptase que estaba muerto de miedo, el ambiente de aquél lugar, era lúgubre y tenebroso. Pero no era un cobarde, para nada.
[.]
Odiaba el sentimiento de ser observado, pero no le quedó de otra que entrar al cuarto. Grande fue su sorpresa de encontrarlo como si nada hubiese pasado, sin marcas ni huellas, sin indicios de que la policía hubiese estado en el lugar. Cosa que se le hizo extraño."No seas paranoico Stiles, no pasa nada sobrenatural aquí". Se dijo así mismo, mientras tomaba una camiseta y pantalones, zapatos, desodorante y directo al baño.
Definitivamente iba a llegar tarde el primer día de clases.
[...]
-Bien, como pueden ver queridos estudiantes, estás son los monstruos de la mitología nórdica, aquellas especies de criaturas cuyo deseo de matar a lo primero que se cruza por su camino es casi irresistible-. El profesor, de tez clara y barba perfectamente aliñada junto con sus cabellos perfectamente lizos, quedó expectante con sus claros ojos verdes azulones, al joven que había querido entrar de manera sutil por el lado izquierdo de pupitres, intentando pasar desapercibido con el cuerpo y cabeza gacha. Como un típico adolescente queriendo entrar a clases sin ser visto.
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Instintos |O M E G A V E R S E| -P A U S A D A
Fanfiction-S T E R E K- Beacon Hills, pueblo de criaturas sobrenaturales, protegido por manadas de hombres lobo, y gobernada por los alfas más fuertes de la manada Hale. Cada cierto tiempo hay un evento de cortejo por manada, si en el caso, el omega de la ma...