-S T E R E K-
Beacon Hills, pueblo de criaturas sobrenaturales, protegido por manadas de hombres lobo, y gobernada por los alfas más fuertes de la manada Hale.
Cada cierto tiempo hay un evento de cortejo por manada, si en el caso, el omega de la ma...
Estaba corriendo, corriendo con todas sus fuerzas por el bosque.
Estaba huyendo.
No sabía de qué criatura escapaba, sin embargo, el sentimiento de ser perseguido lo invadía.
Corría por puro instinto.
Poco a poco, sentía sus piernas temblar, su corazón latía tan fuerte y rápido que sentía que se le saldría de su caja torácica, sus pulmones pedían a gritos una bocanada digna de aire, ardían como el infierno. Sin embargo, no podía parar, sería atrapado, sería atrapado...
Lo único que lo mantenía de pie era la adrenalina circulando por su cuerpo.
Con cada paso que daba, sus músculos se contraían. Dolían. Sus músculos quemaban, sus órganos quemaban, se le iba cortando poco a poco el aire que contenía para evitar seguir jadeante. Para evitar una muerte menos dolorosa.
Y cuando creyó que no podía más, todo terminó.
-¡Carajo!-. gritó tropezando con una raíz cayendo instantáneamente al suelo.
Rodó y escuchó que se le quebró algo, quizá la muñeca por tratar de aguantar la caída. O la pierna que se quedó atorada junto con la raíz.
No dolió, la adrenalina y el pánico estaban tomando las riendas en ese momento.
La sensación que erizaba su piel empeoró cada vez más.
-¡Por qué! ¡Por qué me persigues!-. su voz salió más estrangulada de lo que pensó. Ardía. Todo su cuerpo ardía.
La sensación de depredador acechando jamás se alejó, se sentía como una presa que en cualquier momento sería devorada.
-"Porque eres mío"-. Escuchó un risa grave provenir del arbusto frente a él. Se quedó inmóvil, paralizado totalmente del miedo.
Nunca en su vida sintió tanto miedo como en ese momento. Esa criatura que emergió con penetrantes ojos blancos, lo miraba fijamente en la oscuridad.
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Era una figura humanoide, negra de pies a cabeza, lo único que resaltaba eran sus ojos blancos y su afilada sonrisa macabra que se formaba lentamente, disfrutando de su dolor, de su miedo.
El aire de pronto se le cortó. No entraba ni salía aire de sus pulmones, se estaba ahogando ahí mismo frente a esa criatura, cerró los ojos presa del pánico, y sintió como esa criatura se arrastraba hacia él de forma tan rápida, tan flasheante que no tuvo de otra que gritar con todas sus fuerzas.
Todo se volvió negro.
[...]
3:33 A.M. Miércoles.
-¡NO!-. se levantó de golpe, cayendo de la cama estrepitosamente y rodando sobre el suelo, intentando deshacerse de la sábana que lo envolvía y no lo dejaba salir. Con el pánico presente de aquella pesadilla, peleó contra el objeto sin vida tratando como sea y de forma desesperada de quitársela. Con éxito al final.
