Mason Percy
No saber quién era quién era una verdadera mierda.
No sabía quién ni por qué me tenían aquí.
Ayer al ver a la chica de cabello castaño tuve emociones encontradas, por un lado sentí alivio de ver que la chica estaba bien, que no estaba muerta; pero por otro lado aquella chica se veía muy bien, se veía que le habían dado de comer bien, también cargaba un cambio de ropa. Estaba bien, más que bien.
Y yo pensando que estaba muerta, pero qué idiota.
Al igual que conmigo, dos chicas idénticas estaban ubicadas a sus costados, pero no pude ver más ya que Julie y Will me empujaron.
Sentía rabia, ¿podía ser que esa chica me llevara por medio del folleto que encontré a la estación de autobuses para que me secuestraran? ¿Y si era así qué beneficio le daban a ella?
La vida era una absoluta mierda.
Y que me tacharan de pesimista si quisieran pero así era.
Julie y Will me habían dejado solo desde el cambio de localidad, solo entraban a la habitación a darme de comer o algo similar, pero no me dirigían la palabra ni una sola vez. Cualquiera lo agradecería y sabía que incluso yo daría las gracias en otras circunstancias, estaba solo en una habitación blanca -completamente blanca- con una cama que ocupaba un gran espacio, un pequeño closet en donde encontré ropa con la que cambiarme –también era blanca-, y un baño. No tenía ni una sola ventana pero la calefacción estaba a una temperatura cálida, era perfecta.
Mi mente no tenía nada en lo que ocuparse, así que divagué hacia lo que amaba.
Extrañaba las tardes con mi hermano, sus bromas, los cambios que presencié en los últimos meses, extrañé las palabras que me dijo aquella noche antes de que partir.
—Te quiero, hermano —eso había expresado—, y no soy un maricón por decirlo. Gracias por dejarme continuar con lo que quería, gracias por ayudarme a obtener a quien quería y quiero.
No le respondí que también lo quería pero sí lo abracé.
Extrañaba las charlas con mi madre, las tardes en la cocina mientras preparábamos la cena, ella siempre encontraba la manera de bromear sobre mí.
—Creí que te habías olvidado de ella —había comentado mi madre en mi oído, haciéndome saltar por el susto mientras veía en mi teléfono un mensaje de mi ex—, ¿ahora vas a ir a tu cuarto a llorar? —había preguntado con una sonrisa.
Nunca se lo había dicho pero amaba que me hiciera esas bromas, aunque algunas veces se pasaba de la raya.
Extrañaba a mi padre, que me aconsejara, que conversara conmigo cuando quisiera, incluso extrañaba cuando me regañaba. Pero lo que más extrañaba era cuando me enseñaba algo nuevo.
—Tienes que pulsar la palanca. —me había explicado mientras me enseñaba a conducir—. Luego aprietas el acelerador y arrancas.
Una lágrima silenciosa se deslizó por mi mejilla al recordar a mi familia y, en el fondo de mi corazón también supe que extrañaba a otro ser que era igual de importante.
El chirrido de la puerta hizo que me limpiara abruptamente la única lágrima que surcaba en mi rostro.
Una figura pequeña apareció en la puerta, la pude identificar como una de las que estaba con la chica castaña el día anterior.
¿Qué hacía aquí?
¿Cómo podía moverse en la casa?
¿Era ella una de las implicadas en el secuestro?
Instintivamente me levanté, era más alto que ella, quería intimidarla.
No era que confiaba en Julie y Will pero al menos no me habían matado aún, en cambio esta chica no tenía idea de quién era.
— ¿Qué quieres? —pregunté bruscamente.
—Sólo toma esto. —dijo de una manera que parecía robótica y sacó de su atuendo de mucama un pedazo de papel arrugado.
Estiré mi brazo y tomé la pequeña hoja que me extendía.
La chica robótica se fue tan rápido que no dejó una sombra a su paso.
En cuanto la cerró me quedé mirando por unos momentos la puerta esperando que se volviera abrir, pero no lo hizo.
Desdoblé la pequeña hoja en mi mano, era una nota simple:
Tenemos que reunirnos.
Voy a sacarte de aquí.
Aunque no tenía remitente, lo sabía, era ella.
Y saldríamos de ahí.
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Secuestrados por la Realeza
FantasyUnas vacaciones lo pueden cambiar todo. Desde la manera en que te sientes acerca de la vida hasta la vida en general. El misterioso sentido de la vida se puede encontrar en las cosas que nos rodean, y a veces esas cosas no siempre son lo que creem...