Capítulo quince

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Mason Percy

La prisión era fría.

Estar en una celda en el borde de la nada era lo peor que me había sucedido.

Desde aquel día en que intenté escapar con Patry no había podido dormir bien, todas las noches tenía una pesadilla distinta en donde aparecía la misma persona.

Ese hombre que decía ser mi tatarabuelo.

Quizás los licántropos tenían algún tipo de poder para sumergirse en los sueños de otros, pero eso era imposible.

Una cruel risa se produjo en mi mente, imposible, ¿qué podría ser imposible cuando en los últimos días el destino me afirmó que nada lo era?

Tener una vida en la que siempre tenías todo fríamente calculado y planeado era una mierda. Hasta ahora el plan era regresar a casa y sacar a Patry de ahí, la había visto tan destrozada el día en que se convirtió en una mujer loba que me había obligado a mí mismo a hacer lo imposible para sacarla de ese lugar.

Y ella no se dejó, lo único que hizo fue aceptar la propuesta de ese maldito Alfa.

Sé que él debió utilizar esa bendita palabra para llegar hasta donde estaba: Imposible.

Un hecho, acción o circunstancia que no podía ser realizada de ninguna manera.

Para cualquiera había cosas imposibles, pero desde que había llegado a este lugar había aprendido que ese concepto era toda una farsa. Todo por la influencia que cada persona tenía, moviendo los hilos a su antojo, si antes creías que algo era imposible entonces cuando se vuelve posible es muy fácil manipular tu perspectiva de la vida, de tu vida. Sólo jugaban con nuestras mentes.

Y era una lástima que Patry haya caído en sus redes.

Cada vez que despertaba, durante el día, a la hora de la comida, cuando iba a dormir, cuando Julie o Will me visitaban, y sobre todo cuando entraba en el baño que estaba en mi celda, me miraba en el espejo y veía mis ojos inyectados en sangre, mi rostro pálido y algunas veces pequeñas gotas de agua escapando de mis ojos. Aquellas que llevaban un nombre consigo: Patry.

Froté mi rostro y me recosté en la cama, debía de descansar porque iban a ser los días más largos de mi vida, tenía que olvidar que esa chica tan valiente me atraía como ninguna otra.

El bosque estaba oscuro, habían sombras a mi alrededor, eran personas, muchas personas que por alguna extraña razón no podía ver sus rostros, no sabía de qué bando era yo pero estaba detrás de un hombre alto, intentaba sostenerle las manos por detrás pero el hombre era muy rápido.

Miré a mi alrededor y pude divisar a Julie, Will y aquellas gemelas escalofriantes que acompañaban a Patry, todos estaban peleando con alguien. La mayoría de las personas con las que combatían tenían la piel oscura, sus golpes eran fuertes, era una pelea de vida o muerte.

En mi caso no sabía lo que estaba haciendo, pero debía sostener a ese tipo, debía proteger a alguien de él.

Pude distinguir un rostro familiar frente al tipo que sostenía.

Era Patry.

Ella llevaba una espada, vi en sus ojos la valentía y el coraje que llevaba dentro, sabía que era capaz de todo.

De pronto el tipo al que tenía agarrado se soltó de mis brazos y me empujó con fuerza hacia atrás. Perdí el equilibrio por un momento pero cuando levanté la mirada de nuevo pude observar como el tipo alto le arrebataba la espada a Patry tomándola del brazo y en lo que ella se estabilizaba el tipo aprovechó y le clavó la espada en el pecho.

Vi como su piel perdía color, y su alma desaparecía de sus ojos mientras caía al suelo.

— ¡No! —grité.

Desperté con el grito proveniente de mi garganta.

Mis latidos estaban descontrolados.

Patry...

Patry estaba muerta en mi sueño.

Tiré de mi cabello con más fuerza de la necesaria para arrancarlo mas no lo logré. Quería quitar el dolor de mi pecho que se produjo al imaginarme que Patry estaba muerta pero no podía.

Además de eso había una pregunta rodando mi mente. ¿Quién era ese tipo que la asesinó? ¿Acaso era el Alfa?

Me levanté de la cama en la que dormía incómodamente y vi que el guardia que custodiaba mi celda en la noche no estaba, también vi que había dejado una cosa: las llaves.

Estaban en una mesa en la que con tan solo estirar mi brazo a través de los barrotes las podía alcanzar.

Al principio creí que era una trampa por lo que no me moví pero al pasar los minutos y ver que nadie volvía me atreví a tomarlas, era mi única oportunidad.

Estiré mi brazo y como pensé estas agarraron las llaves fácilmente, al tenerlas en mis manos tomé la segunda llave que sabía era la abría la celda, la introduje y con dos sutiles vueltas a la cerradura esta se abrió.

Al estar afuera de la celda miré a mi alrededor, no había nada ni nadie así que me eché a correr, corrí lo más rápido que pude pero siendo lo más silencioso posible, utilizando todos y cada uno de los árboles que habían para ocultarme tras su silueta.

Cuando sentí que llevaba más de una hora corriendo me detuve, miré hacia atrás y vi que estaba fuera de los terrenos del Alfa, pude divisar eso ya que esos terrenos estaban cercados con una cinta verde que se camuflaba con aquellos árboles.

Estaba cerca de un río así que aproveché para lavarme la cara y despejar mis ojos.

Me giré de nuevo para ver los terrenos del Alfa.

—Estoy libre —me dije—, no sé hacia dónde iré, pero estoy libre. —sonreí—. Y volveré para sacarte de aquí, Patry.

Secuestrados por la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora