Capítulo siete

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Patry Heisel

— ¡Gané! —chillé mientras le mostraba mis cartas a las gemelas.

—Sí, por décima vez. —pronunció Amatis con un ápice de molestia y Amadis rio a su lado.

Las gemelas y yo habíamos comenzado a jugar juegos de mesa desde hacía unas horas ya que si íbamos a pasar tanto tiempo juntos, era mejor divertirnos un poco.

A pesar de que ya lo había notado, confirmé el hecho de que Amatis cambiaba completamente cuando no estaba trabajando. Lucía más feliz y espontánea, incluso divertida.

Amadis siempre había sido diferente a su hermana, tenía una chispa que se notaba en la manera en que sonreía, pero también lo ocultaba cuando quería ganarse su aprobación.

Era imposible no encariñarse con ellas.

Y aunque técnicamente me tenían secuestrada en ese lugar, agradecía tener a las gemelas para entretenerme.

— ¿Qué jugaremos ahora? —preguntó Amadis con emoción.

—Ya no podemos seguir jugando. Patry tiene que dormir. —manifestó Amatis mientras recogía las cartas y las guardaba en su caja.

Tanto Amadis como yo hicimos un puchero y le miramos con ojos tristes.

—Pero si yo no tengo sueño. —susurré. Amatis rodó los ojos con una pequeña sonrisa en los labios.

—Si el Alfa se entera que las luces están encendidas a esta hora se va a inquietar. —explicó Amatis y tomó del brazo a su hermana para que se levantara de la cama.

Otra vez con el Alfa.

Estaba comenzado a molestarme.

—Entonces apaguemos las luces y salgamos de aquí. —aventuré rápidamente, a lo cual las gemelas me miraron horrorizadas.

—Eso que hicimos la otra vez nos pudo traer muchos problemas. No te podemos sacar de nuevo sin autorización previa. —indicó Amadis esta vez y si ella, que solía ser la más permisiva, se mostraba escéptica sobre el tema supe que tenían razón.

Aun así no me importó.

—Por favor, por favor. —rogué mientras me levantaba de la cama.

—Lo siento, Patry. Ojalá pudiéramos ayudarte. —pronunció Amatis con sinceridad en la voz. A su lado Amadis bajó la mirada.

—Chicas, me ayudaron antes con lo de la nota. Por favor ayúdenme ahora, ya no soporto esta habitación. —insistí casi en un susurro y las gemelas comenzaron a deliberar entre sí.

Así se mantuvieron por lo que se sintieron como horas y, luego de que probablemente repasaron todos los pros y contras, se giraron para darme una respuesta.

—Tienes solo diez minutos para dar una vuelta y regresar. —precisó Amatis y casi salté de la emoción.

—Gracias, gracias, gracias. —manifesté alegremente y casi me acercaba para darles un abrazo, pero al ver sus expresiones de miedo decidí no hacerlo.

Eso fue raro.

Las gemelas se echaron a un lado mientras me colocaba los zapatos y arreglaba mi cabello en una coleta. La ropa que tenía puesta era toda negra y funcionaría perfecto para poder camuflarme en la oscuridad.

Al fin iba a poder reunirme con Mason. Esperaba que con la nota fuera suficiente para que buscara la manera de salir y encontrarse conmigo.

Teníamos muchas cosas sobre las que discutir.

Secuestrados por la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora