Segunda parte
Ama tenía muchas cosas que hacer, demasiadas, diría si le preguntaran, y sus hijas solo se la pasaban hablando y jugando con la hija del Alfa. Ama estaba harta.
Mientras caminaba apresuradamente hacia la habitación de Patry, donde las gemelas debían de estar, miró a su alrededor y una mueca se formó en su rostro al ver lo polvorientos que lucían los cuadros en la pared.
—Mugrosas, ¿por qué no han...? —comenzó la mujer y sus palabras quedaron en el aire al ver que la habitación estaba completamente vacía.
Ama frunció el ceño y se acercó a la mesa que decoraba la habitación, encontrándose con los delantales de las gemelas doblados en un extremo.
La mujer comenzó a entrar en pánico y salió de la habitación en busca de sus hijas, mostrándose reacia a aceptar el hecho de que no estaban por ningún lado.
—Mark, ¿has visto a Amadis y a Amatis? —preguntó Ama a un hombre sentado en un mueble gigante.
El hombre le miró de arriba abajo y luego de pensarlo por unos segundos señaló con la mano uno de los pasillos.
—Las vi salir por la puerta de atrás. —respondió.
—No, eso no puede ser... ellas no pueden salir de la casa. —manifestó Ama y el hombre se encogió de hombros.
—Al parecer se cansaron de oír su voz. —pronunció con una sonrisa y Ama le lanzó una mirada asesina y se fue de allí.
Sin duda detestaba a la gente, y en esos momentos también detestaba a sus hijas.
Ama salió rápidamente hacia el patio y luego de preguntarles a varias personas sobre el paradero de las gemelas llegó a la simple conclusión de que no estaban en la casa.
Al igual que la hija del Alfa.
—Esas mocosas saben lo mucho que trabajo y me hacen esto. —masculló la mujer con enojo mientras se dirigía a la habitación del Alfa.
El Alfa estaba acostado en la cama con los ojos cerrados y un paño en la frente, por lo que cuando notó la presencia de Ama se levantó y el paño cayó en su regazo, lo que atrajo la atención de Ama ya que estaba empapado.
— ¿Tiene fiebre? —preguntó la mujer y se acercó rápidamente para tomarle la temperatura. A pesar de que quería notificarle lo de las chicas era más importante el hacer su trabajo.
—Tonterías, estoy bien. —respondió el hombre y rodó los ojos al ver que aun así Ama le tomó la temperatura.
—Tiene que recostarse, le buscaré algo para la fiebre. —manifestó Ama y se dirigió hacia el estante de medicinas del Alfa, de donde sacó unas pastillas y se las entregó.
Ama se mantuvo en silencio mientras el hombre las tomaba y en su rostro no pudo evitar mostrar que algo le molestaba.
— ¿Qué sucede? —cuestionó el Alfa. Ama levantó la mirada y tragó saliva.
—Tengo motivos para creer que las gemelas se han fugado. —respondió Ama e hizo una pausa—. Y también su hija, Señor.
— ¿Qué? —pronunció el hombre con dureza y se levantó como pudo de la cama—. ¿Adónde se han ido? —preguntó mientras se colocaba unas pantuflas.
—No lo sé... simplemente desaparecieron y me informaron que la última vez que vieron a las gemelas ellas se dirigían al patio trasero. —explicó Ama y en el rostro del Alfa se proyectaron múltiples expresiones, pero lo que permaneció fue una de entendimiento.
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Secuestrados por la Realeza
FantasyUnas vacaciones lo pueden cambiar todo. Desde la manera en que te sientes acerca de la vida hasta la vida en general. El misterioso sentido de la vida se puede encontrar en las cosas que nos rodean, y a veces esas cosas no siempre son lo que creem...