CAPITULO TRECE

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Observo mi libreta mientras la directora da un discurso a toda la clase acerca del robo de un celular el cual ya reapareció en el escritorio de su oficina. La directora habla mientras yo solo la observo sin poner mucha atención a lo que dice, solo me conformo con la sensación de paz al finalmente regresar el celular.

Cuando la directora finalmente se marcha la clase continua.

Llevo mi mano a mi frente cubriendo mis ojos cuando siento un pequeño mareo. Esa sensación de estar siendo vigilada vuelve solo que esta vez es más fuerte que nunca, paso mi mirada por todas partes viendo a todos y a cada uno de mis compañeros de clase.

"¿Qué hiciste?"

Me levanto de mi asiento dando un pequeño grito llamando la atención de todos, algunos se ríen al verme.

-¿pasa algo? -pregunta la profesora.

Doy un vistazo rápido por toda la clase.

-¿puedo ir al baño?

La profesora asiente y rápidamente sin siquiera tomar mi mochila salgo del salón de ahí para correr hasta el baño. Abro la llave y rápidamente acumulo una cantidad de agua en mis manos para después pasármela por la cara. Observo mi reflejo en el espejo detenidamente.

-me estoy volviendo loca -susurro cerrando mis ojos para negar con mi cabeza.

Las clases pasan increíblemente lentas, trato de pensar en cualquier cosa con tal de no volver a oír voces en mi cabeza, cuando las clases terminan soy la primera en salir al sonar la campana. En todo el camino no puedo evitar estar alerta ante la incesante sensación de estar siendo observada.

Cuando finalmente llego a casa cierro la puerta detrás mío para después ponerle seguro. Observo la sala por lado y lado mientras que el silencio se apodera del lugar, no puedo evitar llevar mi mano a mi pecho para sentir mi ritmo cardiaco, doy un suspiro tratando de calmarme a mí misma.

Paso el resto del día en mi encierro hasta que el sol cae. Cuando finalmente llega la hora me alisto para ir al comedor, el camino parece más largo de lo normal, no puedo evitar mirar al horizonte tan solo para ver los últimos rayos de luz que se filtran entre las montañas.

Cuando finalmente llego a la cafetería apenas hay algunas personas formándose para entrar. Rodeo el edificio para entrar por la puerta de atrás, todos están en lo suyo por lo que no presentan mucha atención a mi llegada. Paso la mirada por toda la cocina buscando a Mina, pero no la veo por ningún lado.

-Malia -mi atención se posa en la señora Lucia quien está picando unas zanahorias-, ¿podrías ayudarnos con las papas?

-si -digo forzando una medio sonrisa-, solo voy a guardar mi mochila.

Entro rápidamente a la oficina cerrando la puerta detrás de mí. Me quedo congelada al ver a Mina sentada en su escritorio, ella me mira de reojo y luego vuelve la vista a la pantalla de la computadora.

-llegaste temprano.

-ah si -digo para quitarme la mochila y sacar uno de mis cuadernos-. Es que tengo una tarea y me preguntaba si podía usar tu computadora.

-¿Qué paso con ese ciber?

-no estaba abierto -digo recordando que no han abierto ya en días. Mi mano inconsciente mente se dirige al bolsillo izquierdo de mi abrigo solo para sentir la pipa de Soc.

Mina da un suspiro.

-bien, ya terminé -dice levantándose para tomar un par de papeles a su lado.

LA INICIACIÓN DE TRES | Saga La Voluntad De Uno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora