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Volver a su apartamento le dio un momento para descansar más de lo que pudo hacerlo en la mafia durante todo ese tiempo, pero aún así durante esos días la ansiedad y tristeza que sintió por los hechos pasados comenzaron a disiparse.

Cada día de su recuperación se repitió la misma escena, Kouyou entraba a la habitación dejando un ramo de flores previamente arreglado minuciosamente en un florero, las rosas blancas fueron cambiadas por rojas, los lirios por azucenas o lilias, siempre era algo diferente y todos ellos de parte de la misma persona.

-Dazai- una sonrisa se formuló en su rostro tomando la fotografía que se encontraba a un lado de su cama - no puedo continuar negándome ¿o si?

Era tiempo de actuar como alguien maduro, dejar de ser alguien infantil y guardar rencor por lo sucedido, el castaño merecía explicarse, merecía una última oportunidad.

Se dio una larga ducha, se vistió con su típico traje y tomó sus cosas para salir junto una sombrilla ya que esa tarde se suponía iba a llover.

Partió en el auto con dirección a la agencia, solamente le tomó un par de minutos en llegar estacionandose enfrente del antiguo edificio, ahora la duda era ¿debia entrar o hacerlo bajar?

Dio un largo suspiro para controlar sus nervios, tomó su teléfono celular para enviarle un mensaje, algo breve para que supiera que lo estaba esperando en la cafetería de la planta baja.

No recibió respuesta.

A primera instancia eso lo decepcionó comenzando a creer que había sido una pérdida de tiempo querer buscarlo, planeaba marcharse pero al regresar la vista a aquel lugar pudo verlo, a pocos metros de distancia con la respiración agitada tal vez por haber llegado a toda prisa, buscando por todos lados algo o mejor dicho a alguien.

Una ligera sonrisa se formó en su rostro, salió del auto y ambas miradas se encontraron, celeste y avellana se fundieron en uno solo haciendo que su corazón latiera una vez más con fuerza

- ¿buscas a alguien? - cruzó la calle, parecieron eternos esos cortos segundos, su mundo entero se había detenido

- hola Chuchu, me alegra que me enviaras ese mensaje - se inclinó depositando un dulce beso sobre su mejilla - ¿quieres almorzar? yo invitó

- no gracias, comí hace poco mejor vamos a caminar - quería tomar su mano, volver a lo que algunas vez fueron, quería besarlo aún sabiendo que debía ser paciente y escuchar lo que tenía que decir - sabes estuve pensando y quiero que me lo digas, estábamos comprometidos no debían haber secretos entre nosotros

- lo se Chuuya lo siento tanto - su voz se escucho preocupada, arrepentido pues sabía lo que había hecho mal y estaba dispuesto a decirle absolutamente todo

Llegaron a un parque cercano, estaba casi vacío pues los niños continuaban en la escuela. Se quedaron en una banca que era cubierta por la agradable sombra de un árbol, nadie los molestaría, nadie los iba a interrumpir.

- todo inicio cinco años atrás, poco después de que deje la mafia te enviarón a Rusia donde conociste a Fyodor - dio un largo suspiro acomodando los mechones que caían por su rostro -yo siempre estuve atento a todos tus movimientos y estaba molesto por el simple hecho de que te tocará así que me reuní con él

- ¿tu fuiste el causante de que me abandonara? - cuestionó sin poder creerlo, el exmafioso estaba involucrado en las dos ocasiones en que rompieron su corazón

- si, lo amenace pero no se dejó intimidar así que decidimos apostar, quien te enamorara primero se quedaría contigo - bajo la mirada, no importaba como lo viera estaba mal lo que hizo pues actuó como si el mafioso fuese un simple objeto.

- ya veo, pero ¿porque volviste años después de eso y no al momento? - intento pasar por alto lo interior, eran simples adolescentes que actuaban sin importar las consecuencias o los sentimientos del otro.

-porque no sabía cómo acercarme a ti, lo que ocurrió hace casi dos años dentro de las instalaciones de la Port Mafia no estaba en mis planes, no pensaba verte a ti ese día pero... - sonrió de manera inconsciente por el simple hecho de recordar - que ocurriera me dio una nueva oportunidad de regresar a tu vida y aún así no fue hasta que Shibuzawa y Dostoyevski llegaron a Yokohama que me arme de valor para pedirte salir una vez más conmigo.

-  lo recuerdo ¿Porque hasta ellos? ¿Que hizo Fyodor que te llevó a confesar tus sentimientos a mi? - las cosas comenzaban a aclararse, sabía hacia donde se dirigía el castaño más no debía apresurarse a las conclusiones

- ya tenía mi plan perfecto para que me aceptaras pero esa noche me presionó, si no demostraba que podías ser mío el te alejaría de mi lado...- no fue la mejor forma de explicarlo pero era la verdad, tenía miedo de que alguien se lo arrebatara- asi que deje todo de lado y en medio del caos y la niebla me atreví a confesarte lo que sentía, ahí término la apuesta o eso creí aunque yo no actuaba por esta lo hacía por nosotros porque realmente te amaba

- entiendo... - Nakahara desvío la mirada procesando la información por más extraño que pareciera no estaba enojado aunque debiera - solo dime una cosa no quiero nada más - se puso de pie para verle a los ojos con determinación y sin temor - ¿me amas? ¿eras sincero el día que me pediste matrimonio?

-si- respondió de inmediato tomando su mano al mismo tiempo que se ponía de pie - te amo Chuuya siempre te he amado y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, eres mi razón de vivir y con quien quiero pasar cada día de mi vida - se puso de rodillas sacando la misma caja de terciopelo rojo que contenía el mismo anillo de matrimonio que alguna vez le entregó - Nakahara Chuuya ¿aceptarias casarte con este idiota enamorado? aún sabiendo que es celoso, algo posesivo pero que siempre te amara hasta que su corazón deje de latir

- Dazai... - cubrió su boca con ambas manos por la impresión, sus ojos se humedecieron, podía ver la sinceridad en el brillo que reflejaban sus orbes chocolate al punto en que no podía negarse - si, aceptó - extendió su brazo izquierdo para que el más alto retirara su guante y colocará aquella joya.

Quizás estaba mal, quizás era un error pero lo amaba, se amaban y juntos eran capaces de superar cualquier cosa como lo habían demostrado con anterioridad, siempre había un arcoiris después de la tormenta.

El cielo se había oscurecido, pequeñas gotas comenzaban a caer y solo pudieron correr a un lugar donde cubrirse, entraron a un callejón donde sin pensarlo dos veces arrincono al de menor altura contra la pared y finalmente unir sus labios en un beso lento y dulce, esos labios que había deseado besar desde hace tanto tiempo, lo amaba, él era el único motivo que necesitaba para vivir y que siempre buscó.

Fictober 2019 ~Bungou Stray Dogs~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora