nineteen.

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—Es un chupetón.

Me miró sin creerselo. Levantó sus manos hacia sus ojos y se tapó la cara para suspirar fuertemente.

—No. No es un chupetón. Los chupetones no se hacen en los brazos. ¿Me crees tonta o algo? Ni que hubiera nacido ayer.

—Pero él me lo hizo ahí —dije metiendome en la ducha.

—Haré que te creo.

***

Luke:

Sal del cuarto.

Yo:

Déjame en paz.

Luke:

He dicho que salgas.

Yo:

No voy a salir.

Y lo sabes.

Luke:

QUE SALGAS.

Yo:

QUE NO ME GRITES.

NO VOY A SALIR.

Luke:

Llamaré a mamá y a papá.

Y lo sabes.

Yo:

No los llames. No puedes.

No, Luke, suelta el móvil.

Oigo las teclas de tu asqueroso IPhone desde aquí.

Suelta esa mierda.

Capullo, no los estabas llamando.

Ahora si que no salgo.

Luke:

Era una broma.

Por favor.

Solo sal a comer.

Lo necesitas.

Y también te tienes que tomar eso.

Si no sales en 5 minutos sí llamaré a papá y a mamá.

***

—Luke, ¿qué hay de comer? —pregunté tras dejar el móvil cargando en mi habitación.

Bajé despacio por las escaleras, agarrándome bien fuerte de la barandilla para que mis débiles piernas no me hiciesen caer.

Me miró sonriente, o eso intentó, mientras que sus ojos estaban llorosos.

Le entiendo. Mi pelo estaba hecho un desastre, estos días comenzaba a caerse fácilmente con cada tirón que daba al peinarmelo, hasta que finalmente acabé por dejármelo despeinado. También el rosa que había en él empezaba a debilitarse y el color potente ya no descansaba en mí, no tenía ganas de cambiarme de tinte.

Hacía un mes que no comía como siempre, de hecho, decir que comía saludablemente sería mentir vilmente. Y no podía permitirme eso, sin embargo, no me importaba comer o no. No me importaba tener la misma fuerza que tuve cuando me hospitalizaron.

Mis brazos parecían desgraciadamente tubos finos y sin volumen alguno, dudo que pueda coger una caja con un peso elevado a 10 kilos. Mis piernas temblaban cada vez que me levantaba de la cama (si es que me levantaba). Mis pómulos ya no eran como antes, notorios y llenos de un color rojizo que todas, incluso Ashley, envidiaban. Mis ojos ya no brillaban.

Whatsapp (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora