twenty eight.

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—No, seguro que ha sido un malentendido —me alentó. Le miré incrédula y bufé tumbándome en la cama, espatarradas ambas en esta.

—No, yo sé lo que recibí —repetí—. Y una chica contestó por él.

Al instante noté como un cojín se espantaba en mi cara, golpeándome la nariz con la cremallera que había en él.

—Ay, me duele —dije sobandome la parte golpeada—. Genial, me sale sangre. Ashley, perdón —murmuré cuando me di cuenta de que una gota roja cayó en la colcha de su cama.

Corrió al baño que tenía en su habitación, mientras yo me sentaba en la cama echando la cabeza hacia atrás y manteniendo mi mano en la nariz, y cogió un buen montón de papel higiénico.

—¿¡Perdón!? —gritó—. Si soy yo la que casi te deja como Voldemort (1).

Puse cara de miedo exagerado.

—Lo has nombrado.

—Moriremos.

Nos reímos y echó más hacia atrás mi cabeza. Quitó lentamente mi mano, la cual tapaba los orificios de mi nariz y puso rápidamente el papel para tapar mi pequeña hemorragia.

Llevaba como hace dos años ayudándome con mis problemas médicos, tanto hemorrágicos o no. Con sus tempranos dieciséis años, mi amiga, acudió a clases de enfermería auxiliar. Y solo por que su querida amiga, osea yo, necesitaba ayuda.

Le he dicho millones de veces que debería ejercer de ello. Me cura con tal delicadeza y ternura, que trataría y curaría a cualquier paciente en un santiamén. Pero siempre sale con la excusa de que sólo lo hace por mí, que me necesita tanto en su vida, que ayudaría en la mía.

Ella ya tiene claro que de mayor quiere ser actriz. Y por mucho que digan que es una carrera en la que o tienes contactos o no sales de la miseria, yo confío plenamente en ella.

Además, la he visto llorar falsamente solo por conseguir unos tacones de Christian Louboutin. Y como no, los consiguió.

Y yo, con la misma edad que ella, no sabía qué hacer. Mi hermano terminaría siendo un famoso cantante en su grupo, y su hermana ni siquiera sabe qué ser. Me gustaban tantas cosas, que ninguna de ellas me servía.

Cuando mi nariz dejó de sangrar, colocó un pequeño trozo de algodón con agua oxigenada en el orificio por el cual sangraba, y lo dejó descansar ahí.

—Ya está, no me sangra más, deja de estar así —la intenté tranquilizar cuando me di cuenta de que estaba a punto de llorar. Ashley no podía ser más exagerada.

—¿Cómo me puedes decir eso? —preguntó—. ¡Casi te mato!

Claro, casi se me van las tripas por la nariz.

—Ashley, ha sido un simple y casto golpe, —comencé a acariciar su hombro para tranquilizarla. Era irónico, por que era yo la cual le sangraba la nariz—, no seas tan exagerada. No me iba a morir desangrada.

—Pero no puedes permitirte este tipos de golpes, sean mayores o menores, no puedes. Te puede afectar en tu tratamiento.

Tras intentar tranquilizarla, lo cual fue bastante dificil, nos pusimos a jugar a diferentes juegos de mesa, así como el tres en ralla, ajededrez (en el cual acabo perdiendo siempre ya que no sé jugar)... Y finalmente, nos acabamos aburriendo, y retomamos la conversación que hace horas dejamos atrás. De su boca salían chorradas de que Justin no tenía novia, que tan solo era una broma de muy mal gusto que me estaba gastando, o que simplemente le habían robado el móvil.

Y yo me mantenía en el simple hecho de que Justin tan solo quiso jugar conmigo estos seis meses que llevabamos hablando solo por una mierda de red social, en la cual ni siquiera sabía realmente si era quien él decía que era.

Su foto de perfil era una foto de un niño entre dos y tres años, con unos ojos azules tan brillantes y profundos que aun siendo una foto, te veías reflejado en ellos. Le pregunté una vez quién era, y respondió que era su sobrino.

Estaría más que encantada de tener un hijo así.

No sabía quién era él. Decía que iba a mi instituto, y en eso puede tener razón ya que me ha dicho numerosas veces que le gusta cómo visto, explicando qué ropa llevaba. Y también que es rubio, y que tiene los ojos azules. ¿Pero cómo sé yo que es cierto?

Tan solo tenía que tener fe, y para mí eso es algo complicado de tener.

—¿Y cómo sabes tú eso, Ashlove? ¿Cómo sabes que no me va a mentir y simplemente quiere pasar el rato conmigo? —se removió en la cama, y se rascó la nuca a modo de duda.

—Tan solo lo sé, tienes que confiar en mí. Si no es en él, —empezó—, hazlo en mí. Confía en mí.

***

Justin Timberbieber:

Pelirosa.

Yo a Justin Timberbieber:

Deberías estar con tu novia.

¿No?

Justin Timberbieber:

¿Estás aceptado ser mi novia?

Yo a Justin Timberbieber:

No, mientras tú la tengas.

Justin Timberbieber:

Pero si yo no tengo.

No sé de que me estás hablando.

Yo a Justin Timberbieber:

Desde tu móvil una chica me dijo que era tu novia, y que te dejara de hablar.

Creo que no fue tu madre, así que.

Justin Timberbieber:

Pelirosa, yo no tengo novia.

Y este fin de semana solo he estado con tres chicas.

Y dos de ellas son ya mujeres.

Mi tía, mi madre y mi prima.

Y mi prima tiene 14 años.

Yo a Justin Timberbieber:

¿Y te tengo que creer?

Justin Timberbieber:

¿En algún momento he hecho algo por lo cual ahora no me puedas creer?

Yo a Justin Timberbieber:

No. Pero no tiene nada que ver.

Justin Timberbieber:

Tiene mucho que ver.

Que tú no lo quieras ver, es diferente.

Oh, mierda.

Yo a Justin Timberbieber:

¿Qué?

¿Justin?

Justin Timberbieber:

Ya sé quién te envió que yo tenía novia.

Mi prima, es obvio.

Siempre se pone celosa cuando una chica me habla. Siempre intenta alejar a todas mis novias de mí, y lo peor es que lo consigue.

Tienes que creerme, pelirosa. Yo no tengo novia.

Solo te quiero a ti.

Yo a Justin Timberbieber:

Yo también te quiero a ti, Justin.

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N/a:

Me gusta este capítulo, idk.

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