thirty three.

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—¿Te has dado cuenta alguna vez que tres en inglés es parecido a árbol en inglés? —me preguntó totalmente ida, mirando a la nada, a un punto fijo imaginario en la pared de mi habitación.

—Ashlove —me miró sonriente—, hay veces que me asustas.

—Mientras me sigas queriendo, me da igual —se tumbó más a mi lado en la camilla, teniendo cuidado de no hacerme daño en el costado y se apoyó en su codo para mirarme fijamente—. ¿Sabes lo feliz que soy de que por fin hayas dejado a ese imbécil? Cuéntamelo todo con lujo de detalles, ayer no me quisiste contar nada.

Normalmente, una amiga te pregunta ilusionada cómo ha sido tu primer beso, o cómo te sientes al saber que finalmente te gusta un chico, o qué tal te ha ido en la cita que tenías planeada con tu crush ¹, pero Ashley te pregunta cómo has dejado al idiota de tu ex novio.

Supongo que no puedo pedir a otra amiga, Ashley simplemente es la mejor.

—Antes de que viniese, busqué en internet adiós en diferentes idiomas —admití—. Ni siquiera dije bien adiós en Francés. Aun que, pensándolo bien, Tom es tan tonto que daría igual decir adiós mal en nuestro idioma natal, él no se enteraría.

—Digamos que le dejaste bien claro que no querías volverle a ver, ¿no? —cuestionó, a lo que yo asentí con la cabeza.

—Sí, creo que ya era hora de que esta mierda terminara, no me estaba haciendo bien, creo...

—No, no lo hacía, es una de las mejores cosas que has hecho nunca, Stevens. Te quiero.

Se acercó y me dio un beso en la mejilla. Cogí mi móvil y empecé a jugar a un juego que me descargué hace dos días para no aburrirme en el hospital.

—Oye —me llamó.

—Ajá.

—¿Qué te dijo James cuando vino? —me preguntó quitándome el móvil de entre las manos y colocándolo en la mesita que viene atornillada a la camilla.

—Oh bueno, ya sabes que le pedí ir al baile y...

[flashback]

—Dime, James —le dije al ver que se quedó callado sin decirme nada, mirando un punto fijo en la sabana blanca que me cubría.

—¿Juras no decírselo a nadie? —asentí—. No es de algo que yo vaya alardeando por ahí.

Volví a asentir y puse más atención en él, sentándome en la camilla, colocando la espalda más pegada en el cabecero de metal. Dios, qué incómodo, pensé.

—Osea... —empezó, y si seguía con esa velocidad, acabaría matándole. ¡Que deje la maldita intriga o se comerá la almohada!—, bueno, no me gustas.

Whatsapp (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora