thirty two.

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—Vete, no quiero verte aquí —dije apartando la mascarilla de silicona enganchada a mis fosas nasales para poder respirar decentemente. La coloqué de nuevo y respiré profundo, para de nuevo apartarla—. He dicho que te vayas, no quiero que estés aquí

Suspiró y retrocedió hacia la puerta un poco más pero sólo conseguí eso, unos míseros pasos, aún no se iba.

âFue sin querer.

âNo me vengas con las mismas putas excusas, Tom âsolté con la respiración más acelerada todavía.

ÿCuando comencé a temerle?

Estuvimos juntos tres años. Yo era la chica nueva del colegio, la cual se enamoró del chico popular y capitán del equipo de rugby. Era como en las típicas historias de adolescentes, donde todo es perfecto y todo es más cliché que la historia de princesas.

Pero a los meses de nuestra primera relación él empezó a estar más distante, no estaba conmigo, estaba siempre entrenando y cada vez que quedábamos él llegaba tarde.

Finalmente, descubrí que me estaba engañando con una cualquiera del instituto.

Eso hizo que su popularidad menguara y que la mía aumentara con creces mayores, y claro, eso al âmejorâ capitán de los últimos cinco años no le gustó ni una pizca. Por lo tanto, consiguió que después de tres meses, volviésemos.

Cómo no, la historia comenzaba de nuevo, perfecta. O dentro de lo que cabe. Ãl siempre estaba cariñoso, me abrazaba por los pasillos, y cada vez que salíamos juntos él intentaba hacer algo especial por mí. Hasta que a las semanas, él empezó a sentir celos. ÿDe quién? ÃÂl sabrá.

Sus celos le cegaban, no le dejaban ver nada, caminaba a oscuras y tropezaba continuamente. Me gritaba cada vez que un chico se acercaba a mí, y hechaba en cara todos mis problemas. Sacaba a luz todos mis defectos y me destruía con cada palabra que salía de su sucia y vil boca, a pesar de saber que eso me afectaba, a pesar de estar juntos y jurar que jamás me haría daño. Rompimos.

Pero ocurrió otra vez, tras cinco meses de súplicas estúpidas y lloros innecesarios, volví con él, ya que creía que lo anterior tan sólo iban a ser problemas tontos, riñas de pareja comunes, y que se arreglarían con el tiempo con un poco de amor, cariño y fidelidad. Sobretodo confianza. Sin embargo, otra vez, cuando todo era rosa y feliz, se tornó negro y oscuro. Al igual que todas las anteriores.

Supongo que las veces en las que yo aceptaba salir de nuevo con él, pensaba que él cambiaría, que sería como la primera vez, creía que todo iba a ser perfecto. ÿPor qué no iba a serlo? Todos cometemos errores. ÿPor qué Tom, no podía cometerlos? Esa era mi principal excusa.

El cambio.

Todos en algún momento cambiamos. A bien o a mal, el cambio en nuestra persona existe, e incluso a veces, ese cambio es mínimo, es pequeño e insignificante. Tanto, que ni nos damos cuenta de él. Y el cambio de Tom (de bien a mal), se notó. Pero no por eso yo iba a dejar de creer en él. No por eso yo iba a dejar de quererle.

Pasar cuatro años con una persona da ese tipo de confianza, y en unos simples meses él consiguió desehecharla.

Y ahora, tocaba mi cambio. Un cambio que supogo y espero que sea a mejor.

Tocaba dejar el pasado.

âÂÂTom, esto no funciona âÂÂsolté sin más, cogí aire con la mascarilla y proseguíâÂÂ. Quiero decir... No, simplemente, no funciona.

Whatsapp (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora