Siempre me ha gustado la lluvia, los días grises no me deprimen como a otras personas, me hacen pensar y me ayudan aclarar mi mente. Los días grises son buenos para mí. Pero hoy no es un día gris. En Seattle todos los días eran grises, me gusto crecer ahí pero a Ciara no le gustaba. Venir a Boston fue un cambio agradable aunque Ciara habla de mudarse a Los Ángeles. Boston al igual que Seattle tiene un ferry, me gustan los ferris y dar paseos en él. A veces extraño Seattle y sus constantes días grises, también extraño la casa dónde crecí y a mis padres. A veces extraño aquellos días dónde todo era más simple, dónde no había tanto peso sobre mis hombros. Hoy es uno de esos días, hoy extraño la lluvia y verla desde la ventana del segundo piso de la casa de mi infancia donde también se podía ver el jardín, mi mamá me traería chocolate caliente y podía acurrucarme en la cama con Ciara y hablar de cosas sin sentido o ver una película. Hoy quiero eso, pero no lo puedo tener. Estoy lejos de casa, Ciara no esta cerca, mi ventana no da al jardín y no esta lloviendo. Tampoco hay chocolate hecho por mi mamá. Hoy quiero cosas que no puedo tener.
-Te traje un poco de chocolate, tal vez no es como el de tu mamá pero espero te haga sentir mejor.-me dice Jaime mientras me da mi taza azul favorita.
El azul es mi color favorito.
-Gracias.-le digo.
Bebo un poco de chocolate y aunque no es como el de mi mamá, esta muy bueno.
-Estoy bien.
He perdido la cuenta de las veces que he dicho eso hoy, y veo que empieza a perder validez, lo sé y yo también estaría preocupada si estuviera en los zapatos de Jaime. Especialmente después de esta madrugada cuando me encontró llorando en la cocina. Lo último que yo quiero en este momento es que él se preocupe por mí, eso solo eleva mi culpa e impide que pueda dormir. Pero no estaba llorando por eso, lloraba porque no quiero perder a Sebastián. Él es mi amigo, mi familia y no se le da la espalda a la familia, me siento mal al alejarme así de él. Ayer él llamó y yo no contesté, por eso estaba en la cocina llorando. Cuando Jaime pregunto le dije que solo era algo hormonal, nada importante.
-Tengo que ir al hospital, tengo una cirugía programada a las diez pero si necesitas algo no dudes en llamar. También podrías llamar a tu mamá, creo que te hará bien hablar con ella.
Jaime me da un beso en la frente y me mira con preocupación. Se sienta en el filo de la cama y pasa una mano por mi mejilla.
-Hazel, esta bien si esta mañana no quieres salir de la cama, sé que a veces sientes que llevas el peso del mundo en tus hombros y eso puede resultar cansado. Tal vez ahora hay demasiados pensamientos en tu cabeza y sientes que no puedes más, no necesitas solucionar eso ahora pero eventualmente lo vas hacer porque así eres tú, más fuerte de lo que crees. Tomate el tiempo que necesites, no presiones demasiado, todo va a estar bien. Te amo.
Me da una sonrisa antes de irse. Yo me hundo en la cama y cubro todo mi cuerpo con el edredón.
El timbre suena y cierro mi laptop para bajar abrir, hoy me he dedicado a escribir, al menos todo lo que me ha pasado estos días me ha servido de inspiración para la nueva novela que estoy escribiendo. Aunque debería concentrarme en la historia que ya tenía en curso, pero con esa historia la inspiración simplemente no llega y no me gusta escribir cuando no me siento inspirada porque el resultado suele ser mediocre.
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Por favor, no digas que me amas ✔
RomanceEngañar a mi esposo esta mal, lo sé, no voy a tratar de justificarme o victimizarme. Sé que esta mal lo que hago y lo peor de toda esta situación es que engañó a Jaime, mi esposo con su hermano Sebastián. Jaime es un buen hombre, es todo lo opuesto...