Alguien que solíamos conocer

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Las velas alrededor de la sala dan un ambiente aún más íntimo. Quizás, quizás, quizás empieza a sonar. Sebastián pone su mano en mi cintura y me acerca a su cuerpo. Su otra mano toma la mía y me guía por la sala en un suave y sensual baile.

Estás perdiendo el tiempo
Pensando, pensando
Por lo que más tú quieras
Hasta cuando, hasta cuando

Él canta en mi oído y mi cuerpo reacciona a su voz, a su aliento en mi nuca. Sus dedos se ciñen con fuerza en mi espalda.

Y así pasan los días (los días)
Y yo desesperado
Y tú, tú contestando
Quizás, quizás, quizás

Sé que le gusta el vestido dorado que estoy utilizando, he visto como me ha mirado toda la noche desde que llegué. Mientras escogía que vestido ponerme para esta cena me imaginaba como él quitaría el vestido, como sus dedos rozarían mi piel al deslizar el vestido. Me imaginaba su reacción al ver la lencería que llevo debajo del vestido. Cuando él me invitó a cenar a su casa y me dijo que él cocinaría la cena, no pude evitar emocionarme. Es la primera "cita" que tenemos desde que dormimos juntos.

-Siempre me ha gustado como este color realza el color de tus ojos.- dice contra mi cuello antes de darme un beso.

Sus labios recorren mi cuello hasta mi mentón.

-Hace que tu piel brille.-dice contra mis labios antes de besarme.

Su mano recorre mi espalda.

-Me siento perdido sin ti.-eso me toma por sorpresa pero no tengo tiempo de pensar en lo que acaba de decir porque sus dedos están quitando con sumo cuidado las tiras de mi vestido.- Déjame hacerte el amor a la luz de las velas.

Me da un beso en mi hombro mientras termina de quitar mi vestido.

-Tan hermosa, tan mala mía.

Él deja el vestido a un lado y recorre mi cuerpo con su mirada admirando mi lencería, él sabe que la compré para él y eso, estoy segura, lo excita aún más. Él saber que estaba pensando en él mientras compraba aquella prenda, que estaba pensando en su reacción mientras me vestía con ella. Que imaginaba como me la iba a quitar.

-Eres mi perdición, Hazel Donovan, eres un dulce pecado.

Él junta nuestros labios y su mano se hunde en mi cabello.

-¿Estás diciendo que soy un demonio?-le pregunto.

Empiezo a quitar uno a uno los botones de su camisa negra la cual tiro contra la alfombra azul. Le quitó la camisa y dejo que mis manos recorran su piel, mi inclino un poco y le doy un beso a uno de sus tatuajes. Después de un momento empiezo a pasar mi lengua por su torso recorriendo cada uno de sus tatuajes.

-Si, un demonio, cariño.

Sonrió mientras quito su cinturón y me apresuro a quitar sus pantalones. Paso mi mano por su erección y lo escucho gemir.

-Bienvenido a mi infierno, deléitate con este dulce pecado, cariño.-susurro contra sus labios.

-El infierno luce encantador esta noche.-me dice él.

Por favor, no digas que me amas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora