Entonces todo parece ir a cámara lenta, todo se mueve con suma delicadeza y lo único que puedo hacer es verla a ella. Tiene un hermoso y sencillo vestido blanco, su sonrisa es enorme y por un momento aquellos ojos avellana que tantas veces contemple me miran, se fijan en mí y me da una sonrisa que solo guarda para mí ¿Cambiará eso ahora? Tal vez lo haga. Ella vuelve su mirada hacia el hombre de pie en al altar y veo como sus dedos sujetan con nerviosismo el ramo mientras se aferra más al brazo de su padre.
La ceremonia da inicio y yo lo único que puedo hacer es verla a ella. Ver sus gestos, cada pequeño detalle ¿Él hace eso? Debería hacerlo, tiene que hacerlo, él debe contemplar cada detalle de ella, cada mínimo gesto. ¿Cómo no podría hacerlo? Ella es hermosa y esa palabra se queda corta para expresar su belleza. Para expresar como puede llegar a una habitación y hacer sentir a todos bien con alguna palabra o gesto. Ella es el tipo de persona que va por la vida tomando centavos de la suerte del suelo y seguro que se lo dará a alguien más por que ella es así, siempre se está preocupando por los demás, él tiene que preocuparse por ella ahora. Él tiene que buscar centavos de la suerte para ella y dejarlo en su bolsillo o tomar un centavo y dejarlo para que ella lo encuentre porque su rostro se va a iluminar cuando ella lo encuentre. Él tiene que saber en que momento ella quiere café y en que momento quiere chocolate. También tiene que saber preparar el café como a ella le gusta.
-Acepto.-dice ella.
No, no lo hagas. No aceptes, no me dejes. Te necesito...
-Acepto.-repite ella como si no la hubieran escuchado con claridad la primera vez y mi corazón se fragmenta de nuevo.
Es un dolor tan agudo que siento la necesidad de llevar la mano a mi pecho pero no lo hago. No hago nada, lo único que quiero hacer es tomar a Hazel en mis brazos y llevarla lejos, solo los dos, solo nosotros, excepto que no puedo porque no hay un nosotros y reconocer eso también duele.
La veo sonreír y acercarse a mí en la fiesta. La forma en que me mira y su sonrisa me hace olvidar un momento de mi dolor y me siento vivo de nuevo.
-Felicidades.-digo con falso entusiasmo.- Eres la novia más hermosa que he visto.
Pude ser yo, pensaba mientras veía a Jaime en el altar. Pensaba que pude ser yo quién esperaba a Hazel en el altar. Pude ser yo y ahora no lo seré jamás. Pero es mejor así, ella se merece al bueno, se merece ser amada de una forma que yo no puedo amarla.
-Te estado buscando toda la fiesta.-me dice ella.
Lo sé pero yo no me sentía listo para verla, para fingir que estoy feliz de verla casada con mi hermano. Creí que lo estaría, me estuve preparando mentalmente para esto pero el estar aquí...
-Bueno, quería darte tu espacio para disfrutar tu boda.
-No necesito mi espacio, necesito a mi amigo.
Ella toma mi mano y su toque me regresa algún tiempo atrás, cuando ella estaba recostada en mi cama usando una de mis camisas, su cabello alborotado y esa enorme sonrisa. Recuerdo que pase mis dedos por su cerquillo y lo despeine, a ella le molesta que haga eso, así que ella me pego con una almohada. Recuerdo el olor de su cabello, la suavidad de su piel y su risa. El recuerdo es tan doloroso que tengo que apartar la mano. Su tacto me quema. Ella me mira sorprendida por mi reacción.
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Por favor, no digas que me amas ✔
RomanceEngañar a mi esposo esta mal, lo sé, no voy a tratar de justificarme o victimizarme. Sé que esta mal lo que hago y lo peor de toda esta situación es que engañó a Jaime, mi esposo con su hermano Sebastián. Jaime es un buen hombre, es todo lo opuesto...