Adiós, mi amor

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PRIMERA PARTE

Cuando empiezo a escribir una historia, a veces empiezo escribiendo el capítulo final, creo que el final de la historia es la base de todo, es lo que sostiene a la historia. Después de escribir el final, empiezo a escribir el prólogo. Me gusta la emoción que siento conforme voy escribiendo cada capítulo y ya sé que va a suceder al final, porque no importa lo que pase en mitad del capítulo o en alguna parte de la historia, el final ya esta ahí escrito y rara vez lo cambio. Me gustan los finales felices, me gusta abrir un libro y saber que al final, sin importar lo que suceda, todo va a estar bien. No hay muchos finales felices en la vida real y es por eso que nos gusta leer historias que tenga un final feliz. Nos gusta leer aquello que anhelamos. Suele ser fascinante como toda la historia cobra sentido una vez que escribo el final, tal vez es algo que solo me gusta a mí. Tal vez es algo que muchos no les gusta por que prefieren sorprenderse con las cosas. En la vida cada final, no es el fin, es solo el inicio de una nueva historia. Nuestro fin llega con la muerte, ese es el verdadero fin. A veces incluso me pregunto si supiera el final de mi propia historia ¿La leería? Creo que, a pesar que me gusta mucho escribir el final o leer el final para decidir si un libro es bueno o malo, no creo que leería el final de mi propia historia. A veces he dejado de leer libros muy buenos porque sus finales están lejos de ser felices. No quiero dejar de hacer algunas cosas en mi vida solo para evitar un mal final. Por que por un pequeño momento aquello me hizo muy feliz, en su momento eso me hizo bien a pesar que al final todo esta lejos de estar bien.

-Tal vez si hubiera leído mi historia no estaría aquí.-le digo en un susurro a la pequeña niña que duerme tranquilamente en su cama.

-Un empujón más y todo habrá terminado.

Un llanto. Yo puedo escuchar su llanto en medio de todo el dolor que siento y sé en este momento que valió la pena cada lágrima, cada dolor, cada corazón roto, cada decisión. Tal vez si las cosas hubieran sido diferentes no estaría sosteniendo a Grace Pierce Donovan entre mis brazos.

-Hola, hermosa, te amo mucho, mami te ama mucho.

Sebastián besa mi frente y veo como sus ojos brillan por las lágrimas sin derramar. Él no puede dejar se sonreír.

-Somos una familia.-me dice mientras carga a Grace.

Enciendo el monitor de bebé, y salgo del cuarto. Grace ya tiene tres años y no debería utilizar monitor pero ha estado teniendo problemas para dormir y hoy me llamaron de la guardería por que ella estaba con algo de fiebre. Así que después de darle su medicina, la acosté en su cama y decidí encender el monitor. Bajo las escaleras cuando escucho el timbre de la puerta. No entiendo quién puede ser a esta hora. Cuando abro la puerta de la casa veo a la última persona que esperaba ver en este momento o ningún otro, tanto tiempo sin saber de él y ahora lo tengo frente a mí y no sé como reaccionar. Él esta parado y luce algo incómodo por la situación.

-Jaime.-digo y mi voz tiembla ligeramente, él lo nota.

-Hola, Hazel ¿Puedo pasar?

Me hago a un lado aún en estado de shock por la sorpresa de verlo. Lo llevo hasta la sala. ¿Porqué esta aquí? Después de tanto tiempo que nos queda por decir. Sé que se mudo a Washington y que le gusta el nuevo hospital donde trabaja. También sé que lo acaban de nombrar jefe de su departamento. Un gran logro para él pero siempre supe que lo conseguiría. Él es bueno en lo que hace.

Por favor, no digas que me amas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora