2. Una Reina entre tantas Princesas

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¿Por qué amo nadar? Simple: bajo el agua no tengo que pensar en nada más que no sea en mantenerme viva. Todo mi cuerpo se esfuerza al máximo para avanzar de un lado a otro, detenerte a pensar qué hacer solo te llevaría a que tus músculos se enfríen y, en consecuencia, que te hundas y mueras. La sensación de estar al filo de la muerte es deliciosa para alguien como yo quien desde hace varios años no tiene nada que perder.

¡No hay duda! ¡El agua es mi elemento!

Aquí es el único lugar donde puedo liberarme de los rezagos que me atan a este mundo. Solo debo de lanzarme hasta lo más profundo de la piscina para así olvidarme de mí misma. Incluso, puedo ahogar a esos sueños que jamás me dejan dormir, y mientras más tiempo estoy sumergida, me voy convirtiendo en una bellísima y feroz sirena.

La única idea que ahora mismo aletea en mi mente es esforzarme hasta que el dolor de mis brazos y piernas se vuelva insoportable. Dentro de mis oídos retumban los splash que se generan en cada brazada que doy, pero sobre ellos logro distinguir el frenético retumbar de mi corazón que intenta bombear el suficiente oxígeno a todo mi cuerpo. Nadar no es un hobby ni un talento: es mi supervivencia.

<<¡Solo un poco más¡>> me repito una y otra vez en silencio cuando doy el giro en el extremo opuesto de la piscina olímpica y mis pies pegan el último impulso lleno de adrenalina. Disfruto estos últimos cincuenta metros al experimentar ese desbordante calor que me incinera adentro de mis extremidades, los músculos me escuecen, pero encuentro un extraño éxtasis en esa deliciosa sensación. Jamás aparto la vista de la meta, cada vez se acerca más y más, la distancia desaparece en cada pestañeo, unas cuantas bocanadas de aire y todo habrá acabado. No me consume la ansiedad, de cualquier forma, ya estoy clasificada a Tokio, pero eso no implica que arrase con la competencia en esta carrera. Ni siquiera importa lo que hice durante la noche de ayer.

¡SOLO DEBO DE GANAR! ¡No hay otra alternativa en mi vida!

Mis dedos se estiran en un fallido intento de separarse de mis manos, pero falta tan pocos metros, solo debo de alcanzar el borde, solo un poco más... Un último respiro y mis segundos como sirena desaparecen ni bien me quito de un solo tirón los lentes para girarme y observar la pantalla gigante donde muestran los resultados. Una enorme sonrisa se dibuja en mi bellísimo y extasiado rostro de Afrodita al ver los tiempos, pero no es por llevarme la medalla de oro a casa -eso ya era más que obvio- sino gracias a que dejé por muy atrás a Beca. Durante las últimas semanas, la pelirroja de Baltimore se las había pasado publicando indirectas por Instagram con sus fotos de full entrenamiento tanto en el gimnasio como en la piscina donde no paraba de "sobreexigirse" para ganar el oro en este mundial. Muy a diferencia mía que solo subo selfies con mis princesas de turno en todas las fiestas que se daban los fines de semana. Parece que mi estilo de vida funciona mejor que el suyo.

MUJERES 200m Estilo Libre

Ana Paula CÓRDOBA 1:54,22

Raphaela FLAMINI 1:56,14

Rebecca ZARDES 1:56,31

Disfruto de ver cómo mi nombre resplandece en el primer lugar por unos muy marcados e interminables dos segundos de diferencia con la pelirroja. Simplemente, nadie en el mundo puede con mi velocidad de sirena. Antes de la competición ya era la favorita y acabo de confirmarlo una vez más. Ahora, lo único que me resta es esperar a que se pasen volando los siguientes doce meses para participar en los juegos olímpicos de Japón. Esta victoria tiene un valor psicológico, pues quien estará muy preocupada los siguientes meses para ser seleccionada es Rebecca. Ella ya tiene la clasificación, pero Mel, Arianne y Emma también tienen un cupo para participar en 200 metros estilo libre, así que todo queda en manos de la federación para decidir quién de las cuatro me acompañará a Tokio el próximo año.

No seré tu PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora