Mis sentidos se encendieron al cruzar la entrada principal de la casa debido al buen presentimiento que flotaba en el inhóspito aire otoñal, mientras que el anochecer caía ante nosotras con una delicadeza casi palpable que bañaban a los vistosos tejados de los lujosos hogares que decoraban a las calles.
Definitivamente, la expresión que tengo en estos momentos indicaría que soy casi una "turista" en el barrio. ¿Por qué? Quizá la razón más simplista es que jamás he vivido en una zona residencial tan "familiar" como lo es Chevy Chase. Muchas casitas juntas una de la otra, ver a personas paseando a sus mascotas, jardines con niños y niñas jugueteando en los cúmulos de hojas que han caído de los árboles debido al cambio de estación y un silencio casi abrumador que me provoca escalofríos al sin querer perderme en él. Las risas infantiles y un tenue cantar de alguna ave que saltaba entre las copas de los árboles eran las únicas interrupciones que podías lograr disfrutar durante este anochecer. Durante el estridente invierno americano asumo que el barrio se tornará casi como un pueblo fantasma durante las noches heladas cuando ni un alma se atreve salir del cálido refugio que es dentro de su hogar.
¡La vida californiana es un universo paralelo si lo comparo con este! Viví hasta los cuatro o cinco años en Portland -donde aprendí a nadar como la sirenita Ariel- y el resto de mis años sucedieron en mi amadísima Santa Bárbara. Quizá el hecho de crecer en zonas donde solo había tres o cuatro mansiones cercanas a la tuya logró influir en mí más de lo que jamás imaginé. ¡Uy! Ni que hablar sobre las enormes fiestas que yo armaba por mis cumpleaños desde que tuve los 17 años.
¡Mis locos 17! ¡Ahí toda mi existencia se reescribió por completa!
Ahora entiendo mejor las palabras que me dio Mila cuando nos llevó -a Martin y a mí- a conocer su chalet en Village of Plandome hace ya tantísimos años atrás. <<Los cambios no te definen, Ana Paula. Solo te ayudan a mostrarte los múltiples caminos que están trazados y tú eliges cuál tomar>>. Quizá, el mudarme a esta ciudad afectará a mi futuro más de lo que jamás he podido imaginar. Quién sabe y me termino enamorando de alguna princesa antes de regresar a California el próximo año. ¡No! Eso sería demasiado improbable, mi corazón tiene muchos años más para disfrutar de su eterna soltería. Ninguna mujer está a la altura del amor de Jö.
- ¿En qué piensas tanto? Ojalá que mis condiciones contractuales no te hayan espantado demasiado. Aunque esa es la idea principal de ellas -comentó Chlöe intentando captar mi vista que se perdía en las primeras estrellas que salpicaban al azul eléctrico del cielo-. Hace un rato estabas tan conversadora y ahora...
- ¡Chlöe! Espera que te tome toda la confianza y querrás que me calle -chillé en broma-. Pasear por una villa como esta me hizo recordar a una de mis mejores amigas del mundo. Hace ya un par de años que no nos vemos en persona.
- Entiendo -exclamó en un dubitativo susurro que no se decidía por seguir preguntando o parar-. Supongo que ella ha de ser muy especial para que te desconectes de la realidad.
- ¡Yep! Ni te imaginas. La conocí durante mi adolescencia y no volví a ser la misma. Creo que ni siquiera sería famosa si nunca la hubiese ido a visitar a Nueva York. Yo siempre había sido la introvertida de mi familia -confesé, muriéndome de la vergüenza, ya que esto no lo sabe casi nadie-.
Al instante de haberlo dicho, Chlöe se detuvo en seco al igual que su empuje sobre la silla de ruedas. Mi mirada fue en búsqueda de la suya, pero al encontrar total sorpresa en su boca y ojos fue suficiente para causarme un ataque de carcajadas.
- Estoy segura de tener unos treinta millones de motivos para no creerte, Paula.
¡Dios! ¡Qué sexy! ¡Mi segundo nombre jamás lo escuché tan delicioso como ahora! Ni señorita Córdova ni Ana Paula, solo ¡Paula! ¿Por qué tienes que ser mi fisio? ¿Por qué estás con novio? ¿Y yo por qué estoy empezando a ilusionarme tanto con una chica inalcanzable y prohibida bajo mi código? Es irónico que en solo unos cuantos días ella ha logrado desesperar a mi corazón mientras que cinco años de "relación" con María Grazia todo sigue igual por mi lado.
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No seré tu Princesa
RomanceBelleza, fama y una vida libre de ataduras definen perfectamente a Ana Paula Córdova. Sus relaciones no son más que "travesuras de una noche", y su única regla es jamás recordar el nombre de sus "princesas" por las mañanas. Sin embargo, su estilo de...