- ¡Vamos! ¡Exagera! ¡Per favore! ¡No me dormiré hasta que me cuentes todos los detalles!
Insistía Raphaela ante mi caprichosa mirada a través de la videollamada por WhatsApp. Habían sucedido tantísimas cosas este día que no sabía por dónde comenzar.
¡Pronto mi corazón explotaría!
Así que entre los más dulces y románticos suspiros que heredé de Afrodita, relaté a mi amiga italiana cómo sucedió la mejor tarde de mi vida al lado de Chlöe Müller. No tuve necesidad de "exagerar" ningún hecho dado que todo fue mágico. Me gusta pensar que para Chlöe también lo fue, pero quizá sería pecar de presuntuosa. Soy su paciente, y la amabilidad que ella transmite se justifica en aquello.
- ¡No pienses eso! Chlöe no te lo dijo para hacerte sentir bien. Estoy segura de que de verdad siente cada palabra en su corazón. ¡Ya diste un gran paso! Solo no...
- ¡No lo arruinaré! ¡Lo sé! Me aterra equivocarme -confesé frunciendo los labios y aguantando las lágrimas de sirena que poseo-. Iré lento hasta donde ella me lo permita.
- Me enternece el poder verte tan contenta, Ana. Sabía que solo era cuestión de tiempo para que tu corazoncito latiese por otro.
- ¡Tú fuiste el cupido! -señalé en un susurro acusador, y me adelanté a explicarle al notar la extrañeza en sus pupilas oscuras-. Gracias a ti fue que Nike se interesó en ser mi patrocinador...
- Y todas las piezas de dominó empezaron a caer hasta juntarlas a ustedes dos en una misma casa. ¡Soy su cupido!
Ambas nos reímos un buen rato ante las bromas que soltábamos en torno a las hipotéticas posibilidades que surgían si Chlöe y yo fuésemos novias. Sin embargo, cada cosa que dije tenía una gran dosis de esperanza depositada en esos sueños que creí perdidos luego de la muerte de Jö.
- Por derecho me correspondería ser la madrina de tus hijos e hijas. Pero nada de llamarme tía Raphaela. ¡Seré Ela por siempre!
- Ya estás soñando despierta -exclamé en un intento de desaparecer a esas ilusiones que flotaban entre las dos, pero muy en el fondo de mi corazón rogaba con llegar a vivir esa experiencia al lado de Chlöe-. Bueno, te dejaré contar ovejitas para que te duermas.
- Ciao! Te dejaré para que sigas conquistando a tu capitana Marvel. No olvides contarme cualquier cosa que suceda.
- Adiós, Ela. Te quiero un montón.
- Y yo a ti. Pero no tanto como la señorita Müller.
Entre risas fue que cortamos la conversación y terminé tendida en mi cama con la mirada pegada en las estrellas invisibles del techo. Supongo que Mila siempre tuvo la razón con eso de que el corazón sabe cuándo está dando los pasos correctos al enamorarse. No me siento culpable por intentar gustarle a Chlöe pese a que tiene novio. Es como si pudiese ver a través de ella hasta encontrarme con su corazón libre de ataduras.
¡Sonrisas tontas naciendo en mi boca de caramelo! ¡¿Cuándo fue la última vez que me sucedió esto?! Tal vez a los catorce, pero esta vez es diferente.
Es cierto que he considerado muchos escenarios frente a los que Chlöe podría sentir hacia mí por una u otra razón. Sin embargo, lo único que he dejado flotando -y no me interesa saberlo- en el limbo de las preguntas es la cuestión sobre si a ella le atraen las mujeres. Es por lo que pese a tener una gran confianza con mi hermano, él ni se imagina que me gusta mi fisioterapeuta. No lo entendería del todo. Su primera pregunta sería: "¿y si a Chlöe no le interesan las chicas?"
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No seré tu Princesa
RomanceBelleza, fama y una vida libre de ataduras definen perfectamente a Ana Paula Córdova. Sus relaciones no son más que "travesuras de una noche", y su única regla es jamás recordar el nombre de sus "princesas" por las mañanas. Sin embargo, su estilo de...